¿Felices? Cautivas

Postergarse, volverse una órbita de otros en lugar del centro, es algo que se considera normal, como si el enamoramiento fuera un estadío que las hunde en un hueco profundo en el que no alcanzan a ver más allá

por Yolitzin Jaimes

Por Yolitzin Jaimes

Muy poco se habla de las amigas que sentimos en el alma que una de la tribu esté envuelta en el amor romántico, además con las herramientas visibles solo podemos atinar a decir que se encuentra en un ciclo de violencia y que tarde o temprano nos buscará y ahí estaremos para ella. Pero, ¿qué pasa con este malestar invisible, con esta frustración que nos abraza? ¿Cómo continuar? Hacer como si no pasara nada no es una opción en medio de tantas evidencias en redes sociales o cómo escapar de la preocupación cuando la amiga comienza a aislarse por completo, por supuesto que nos dirán que no podemos invadir a las otras , que vamos a estar ahí cuando la otra vuelva o cuando nos busque. Pero me pregunto,- ¿entonces?- , ¿qué hacemos nosotras con este sentir? ¿Qué se hace con esta ilusión que una y otra vez sentimos cuando nos dice que llegará a X o Y reunión y no lo hace ? Marcela Lagarde nos habla de los cautiverios de las mujeres y de las cautivas felices, entonces siempre vamos a encontrar respuestas como “ella así es feliz”. Y postergarse, volverse una órbita de otros en lugar del centro, es algo que se considera normal, como si el enamoramiento fuera un estadío que las hunde en un hueco profundo en el que no alcanzan a ver más allá.

En el trabajo de las palabras, una obra de la Librería de Mujeres de Milán leí sobre las relaciones instrumentales e infinitas, de ahí reflexiono y cuestiono el hecho de ver a las amigas solo desde una relación instrumental, es decir para cuando me sirvas, para cuando se necesite, asumiendo que la felicidad solo está en ellos y no con nosotras y es evidente el riesgo que significa que las mujeres asumamos al amor romántico enajenador como el único recurso en nuestra vida y dejemos de lado a todo lo demás.

En el libro mujeres tratando a mujeres encuentro que el Enamoramiento y la ruptura amorosa son estados emocionales similares en cualquier relación amorosa , a pesar de constituir extremos tan opuestos porque se pasa por una vivencia de irrealidad, emoción invasora permanente, pérdida de una misma ya que el otro es una presencia constante en la mente y ahí es donde viene la similitud entre ambos estados y la clave está en ver que la seguridad , el apego y la legitimación, reconocimiento y autoestima o el cumplimiento de los ideales forman parte de ese llamado equilibrio psíquico en estos dos Estados: enamoramiento y ruptura.

Y viene a mi mente de nuevo, hay felices cautivas que tienen la obligación de cumplir con el deber femenino y este se percibe como autorrealización, en palabras más precisas de Marcela Lagarde, nos habla de una servidumbre voluntaria que implica ese fenómeno de consentimiento a la opresión y así autoexplicarse que no hay un ejercicio de poder porque es un consentimiento “voluntario” ¡de trampas está lleno el sistema patriarcal! El cautiverio adquiere la tesitura de felicidad y con esto se refuerza el autoengaño.

La manera en la que somos educadas en este sistema patriarcal , la forma en que han creado nuestro deber ser y en la medida que la socialización femenina ha sido impuesta nos lleva a que la conciencia y necesidades desarrolladas en medio de todo esto, sea la misma mujer su propia cárcel ,a beneficio siempre de los otros. Y cuando Marcela Lagarde menciona qué hay felices cautivas es porque la felicidad femenina se construye sobre la realización personal del cautiverio. Si esto se tratara de cautiverios con barrotes o celdas con candados , una iba y los derrumbaba , pero es más complejo que eso , es quedarse con esta sensación de espera, es seguir afirmando que aún cuando podamos ir y volver de la calle , este cautiverio se fortalece en la autorrealización que las mujeres  aprendimos  en el sistema patriarcal.

Y entonces todas nosotras cautivas necesitamos acudir a reflexionar sobre la libertad femenina y construir estas nuevas narrativas que se convierten en herramientas de vida y cómo lo plantean en el libro antes mencionado “El trabajo de las palabras” buscarnos un tiempo dedicado a relaciones no instrumentales, que no se rigen por las leyes del mercado  y que forman parte de la experiencia de vida femenina, que María Milagros Rivera nombra como “relaciones sin fin “ y esas relaciones solo las puedo imaginar con las mujeres con las que construimos espacios tangibles o no , para amarnos, fortalecer esas relaciones que no tienen que ver con el dominio patriarcal, entrar en relación con las otras. Me doy cuenta al final de esto que si hubiera empezado desde la grandeza femenina y no desde las miserias de los hombres , cada vez  sería menos posible no perdernos en los cautiverios o identificarlos al menos, pero estando en relación con las otras y su grandeza y su verdad que no es el cuento que nos contó el patriarcado que muere cada vez que lo desautorizamos.

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