Construyamos sororidad

La sororidad es un concepto que surge a partir del concepto “sisterhood” en la segunda ola del feminismo por Kate Millet y que significa la alianza entre mujeres, para alentar e impulsar los movimientos que transformen nuestra realidad

por Araceli García Rico

Por Araceli García Rico / Doctora en Derecho, Experta en Género y Derechos Humanos. @Aragarciarico

Si a los hombres les cuesta trabajo deconstruir lo aprendido de generación en generación respecto a la percepción y el trato que le da a la mujer, siendo identificados prejuicios y estereotipos en todos los ámbitos de la vida publica y privada, a las mujeres sin duda también nos ha costado mucho aprender a reconocer nuestros talentos y apoyarnos entre nosotras.

Cuando en mis conferencias abordo la necesidad de reeducar a los generadores de violencia, de hablar sobre las nuevas masculinidades, de tirar el patriarcado, de acabar con el machismo, con la misoginia para tener sociedades igualitarias, siempre surgen y más en el ámbito laboral el siguiente comentario: “pero si son las mujeres las que más se atacan entre sí”  “mujeres juntas, ni difuntas” “podremos despedazarnos pero jamás nos haremos daño” y lo acompañan de ejemplos de mujeres que teniendo o no una posición de poder, vulneran con sus palabras, con sus acciones, con la “masculinización” de su liderazgo a las compañeras de trabajo.

Aún recuerdo cuando  a mis 18 años leí el “Varón domado” de Esther Vilar,  en que reforzaba este estereotipo de la mujer débil, manipuladora, que anhelaba el cobijo, la protección y el cuidado del hombre masculino y viril. Mas adelante tuve oportunidad de leer aquella sarcástica publicación “La que de amarillo se viste”, de Ángeles Sánchez Bringas y Pilar Valles donde dan cuenta de aquella “sabiduría popular” llamada “refrán” en la cual las mujeres éramos concebidas por la sociedad para “las labores propias de nuestro sexo”: ser madres, ser amante joven, ser recatada, prudente, fiel, fértil, incapaz de razonar ya que somos mas pasionales y hormonales por nuestra propia naturaleza y todavía advertía a los hombres de cuidarse de la mujer culta, estudiada, que sepa leer, que sea independiente, que decida no tener hijos, que solicite el divorcio, que anhele trabajar, entre otras cualidades más y que tanto daño nos ha hecho hasta la fecha esas connotaciones.

Y qué decir de los libros de texto, de los noticieros, de los contenidos periodísticos, de comedia, donde éramos nota si había escándalo, traición o cosificación del cuerpo. Donde los super héroes de la historia eran ellos y las mujeres mínimamente aparecemos en la construcción de esta nación.

En pleno siglo XXI hemos avanzado en el andamiaje jurídico que las feministas de antier, de ayer y las de hoy hemos impulsado en el sinuoso acceso a nuestros  derechos, pero falta mucho y debemos hacer una critica constructiva sobre nuestro actuar.

La sororidad es un concepto que surge a partir del concepto “sisterhood” en la segunda ola del feminismo por Kate Millet y que significa la alianza entre mujeres, para alentar e impulsar los movimientos que transformen nuestra realidad.

Ejemplos tenemos mucho y si es importante mencionarlos porque seguro tu y yo o los hemos escuchado o hemos sido víctimas de nuestras congéneres:

Aquella mujer en casa que educa a las hijas e hijos de manera diferenciada, ellas deben ser expertas en labores domésticas, atender a los hombres de la familia y sin duda, debe hacerse cargo del cuido de personas enfermas, con discapacidad o por edad (infantes o personas adultas mayores) y ellos deben ser universitarios, proveedores y  se naturaliza que sean machos, infieles  o violentos.

Aquella mujer que se da cuenta que a su hija la viola su esposo, su papá, su primo, su hermano y es incapaz de levantar la voz y salvar a su pequeña de esa situación.

Aquellas adolescentes que alientan a que una compañera de secundaria golpee a muerte a otra jovencita y solo graban, en lugar de pedir apoyo.

Aquellas psicópatas que amenazan con rifle en mano o en redes sociales a la Presidenta de la Suprema Corte de Justicia, que llego a ese cargo por méritos propios y la colocan en situación de vulnerabilidad.

Aquellas ejecutivas en las empresas, que se dicen feministas, pero al momento de contratar personal en cargos relevantes, eligen a la aspirante que no tiene hijos, esposo o responsabilidades de cuidado para que le dedique el tiempo al trabajo.

Aquellas políticas que se dejan manipular por los lideres de sus partidos políticos para atacar sin clemencia a las mujeres que les son incomodas, haciéndole el trabajo sucio a sus dirigentes para que ellos no se vean agresivos y los vayan a acusar de violencia política en razón a género.

Aquella trabajadora del nivel que te venga en mente en este momento que cuando se entera del ascenso de una compañera lo primero que externa es: “seguro se acostó con el jefe”

Aquella mujer del sector salud que atiende a una mujer en su parto y que en lugar de generar empatía, la regaña por gritar, la insulta por tener los pies sucios, la humilla al decirle que “hace nueve meses no gemía así”

Aquella gobernante que tacha a las activistas de terroristas y en lugar de recibirlas o resolver sus pliegos petitorios, las encapsula, les arrojan gas pimienta y amuralla las oficinas de gobierno porque son mas graves sus consignas que el brindarles justicia ante tantos años de perdidas y dolor que ellas han tenido en sus vidas y  en sus familias.

Súmale todos los casos que te vengan a la mente y que no permiten que nos tomemos de la mano para romper con contundencia los techos de cristal, para cuidarnos de los pisos jabonosos, para evitar entre todas las escaleras rotas y arrancarnos de una vez por todas de los pisos pegajosos que nos mantienen sometidas a las migajas que el sistema patriarcal nos arroja. Es momento de las mujeres, pero como diría Simon de Beauvior “El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivame

 

Foto: Juanmonino de Getty Images

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