Por Verónica Chalita
Desde hace cientos de años, las mujeres hemos sido consideradas un producto de consumo. La idealización de un cuerpo estéticamente perfecto ha mantenido insatisfechas a millones de mujeres. La publicidad, la moda, las tradiciones, la ideología y estructuras han definido el concepto de belleza en la mujer.
Y así tenemos la presencia de las mujeres jirafa en Tailandia, quienes colocaban discos en sus cuellos, lo que presionaba hacia abajo la clavícula, los hombros y la cavidad de las costillas para aparentar un cuello más largo, pues se consideraba de mayor atractivo y estatus.
Los pies de loto en China, mujeres que ataban fuertemente sus pies con el uso de vendas, doblándolos y comprimiéndolos hacia las plantas, quebrando las falanges y deformando el arco, como parte de los estándares de belleza, pero además era un signo de sumisión y dependencia.
Pero en la actualidad, en Occidente, tenemos la fabricación de zapatos que son inútiles para la vida diaria, con tacones de más de 15 centímetros, con una curvatura extrema a la altura del arco o con un terminado en punta que obliga a los dedos a encimarse; zapatos que no están hechos para caminar más de 50 metros, y que poco a poco, van modificando la postura y ocasionando problemas de cadera y columna entre quienes más los usan.
El ideal inalcanzable de belleza, reforzado por las tallas pequeñas en muchas tiendas de moda, ha generado en las más jóvenes desordenes alimenticios como la anorexia y la bulimia, y en otras, la necesidad de recurrir al bisturí.
La Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS, por sus siglas en inglés) señala que, en 2016, se llevaron a cabo 23.6 millones de intervenciones estéticas en el mundo.
Según cifras de la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva, México es el tercer lugar a nivel mundial en realización de cirugías estéticas, solo después de Estados Unidos y Brasil.
Tan solo en 2017, en nuestro país se realizaron 1,036,618 procedimientos quirúrgicos y no quirúrgicos. La cirugía estética más realizada fue la liposucción con 73,231 procedimientos, mientras que la segunda, el aumento de senos con implantes con 61,610. El procedimiento estético no quirúrgico más realizado fue la aplicación de toxina botulínica con más de 200 mil pacientes en ese mismo año.
El uso de la tecnología y de diversas aplicaciones, fomentan el uso de filtros, así quienes no toman las opciones anteriores, modifican su físico virtualmente, y muchas de nosotras, conocemos a gente que los utiliza, o incluso, abusa de ellos.
Naomi Wolf, escritora estadounidense y consultora política, en su obra «El mito de la belleza» postula que «cuantas más barreras materiales y legales han roto las mujeres, de una manera más cruel, estricta y obsesiva se les impone una imagen de belleza femenina”.
Cierto es que han surgido numerosos movimientos para aceptar y amar nuestro cuerpo tal cual es, pero también es verdad que aún somos vulnerables en nuestra autoestima, que estamos en continua reconstrucción de nuestra independencia mental, emocional y espiritual, así como de nuestros propios valores de lo estético, de lo saludable y de la confianza en nosotras mismas.
Imagen de «El nacimiento de Venus» de Sandro Botticelli, vía wikilmages de Pixabay
