Ariadna Fernanda: Te nombramos

Culpar a las mujeres sobre su propia muerte, es un lugar común entre la delgada línea de la corrupción y el odio a las mujeres

por Mayra Gloribel Martinez Pineda

Por  Mayra Martínez Pineda

No paran los feminicidios en México. La empatía sobre el problema sólo está en la cabeza de unas pocas personas y el resto se deshumaniza y se desinteresa.

 Aún no nos reponíamos del terrible feminicidio de Lidia Gabriela, cuando el caso de Ariadna nos volvió otro golpe a la realidad, esa realidad que nos recuerda que una chica ya no está segura ni con sus amistades más cercanas, y encontró la muerte en el departamento de la amiga que abrazo unas horas antes y del novio de ésta.

Cuando se habla de prevención de feminicidios, generalmente se analiza la espacialidad, es decir, se investiga lo relacionado a los espacios seguros para las niñas y las mujeres, se concretan políticas públicas de recuperación de espacios y transporte seguro, por ejemplo, pero muy poco se puede intervenir en el espacio privado, y es justo ahí donde está el mayor peligro, en las habitaciones donde una mujer puede sentir confianza pero sucede que el agresor es cercano.

De acuerdo a una de las investigaciones que se realizaron en el país, en el 2021, Alrededor de 87,000 mujeres fueron asesinadas en todo el mundo el año pasado, unas 50.000, es decir, el 58%, a manos de sus parejas o familiares. Esto equivale a que seis mujeres son asesinadas cada hora por personas que conocen, según una nueva investigación publicada el 26 de noviembre por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

Sobre las muertes de mujeres, hay recomendaciones al Estado mexicano de iniciar las carpetas de investigación  como feminicidios, la perspectiva de género obliga al funcionariado a visibilizar las condiciones de las víctimas respecto al género. Lo que vimos respecto a la Fiscalía de Morelos, en la respuesta pública sobre el feminicidio de Ariadna, es el absurdo por el cual los feminicidas caminan airosos en la impunidad, algunos incluso van descaradamente a los funerales de sus víctimas.

Culpar a las mujeres sobre su propia muerte, es un lugar común entre la delgada línea de la corrupción y el odio a las mujeres.

Ariadna, te nombramos las mujeres de México u el mundo, que queremos justicia, es un acto de barbarie, nos faltas tú, no es posible que saliste a disfrutar de una comida con quienes se suponían eran tus amistades y ya no regresaste; no hiciste nada malo, tomar no es motivo para estigmatizarte, no, tú no buscaste la muerte ni fue tu culpa.

La Fiscalía General de Justicia de la CDMX, abrió una carpeta de investigación por este caso y la Fiscalía de Morelos, inició con las primeras indagatorias,  las versiones de las autoridades no coinciden en algunos puntos con lo señalado por Rautel y Vanessa, y ello despertó las sospechas; el reconocimiento a la Fiscalía de CDMEX, que no se quedó con la conclusión de un funcionario que merece ser castigado penalmente.

A la fecha las Fiscalías del país son autónomas, eso garantiza que deban actuar sin presiones o vicios, sin embargo este caso nos muestra los altos niveles de corrupción al interior de estas instituciones que son el filtro para el acceso a la justicia, es importante una estrategia más profunda para limpiar los nexos con personas de poder que evaden ser responsables de los delitos que cometen al amparo de funcionariado.

No existen pruebas de confianza por tercerías que, mucho ayudaría que los integrantes de los Congresos de cada entidad dejaran de politizar las designaciones en estos cargos afines a partidos políticos en turno.

Es tiempo ya de comenzar a exigir acciones más concretas, como la destitución inmediata de un Fiscal encubridor, y la de cada funcionario que participe en la acción u omisión en los casos de feminicidios.

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