La Historia de México cuenta con mujeres que se han destacado por su participación en los conflictos armados que han definido al país: las guerras de Independencia y Reforma, y la Revolución Mexicana.
En la guerra de Independencia sobresalen Josefa Ortíz de Domínguez, Leona Vicario, María Ignacia Rodríguez –“La Güera Rodríguez”– y el grupo “Los Guadalupes”, que fueron mujeres y hombres de la élite criolla que apoyaron a la insurgencia.
En la guerra de Reforma destacaron Juana Catarina Romero -amante de Porfirio Díaz- y Margarita Maza –esposa de Juárez-, y hubo decenas de mujeres que espiaban para los reformistas y los abastecían de provisiones.
En la Revolución resaltan varias heroínas. Adela Velarde Pérez, tenía 15 años cuando se incorporó a la Asociación Mexicana de la Cruz Blanca como enfermera y, por ella, se le dio el nombre de “Adelitas” a las mujeres que acompañaban a la soldadesca en las batallas, atendían heridos, cargaban armas, preparaban los alimentos y, de ser necesario, también combatían. En el ejército zapatista, María de la Luz Espinosa, fue teniente coronel; Petra Herrera, formó un ejército y peleó con los maderistas; la soldado Valentina Ramírez, inspiró el corrido “ Valentina, Valentina, Valentina, yo te quisiera decir…”; Carmen Parra, María Quinteras y Ángela Jiménez, tuvieron altos rasgos en el ejército villista.
Después del término de la Revolución, la participación de las mujeres se relegó a labores que eran, y son, consideradas propias del género femenino. En 1934, se admitió a María González de Carter, al servicio activo como afanadora de la 1/a. región militar en la Intendencia General del Ejército. En 1938 se crearon la Escuela para Enfermeras del Ejército y el Cuerpo de Oficinistas de Ejército, de donde egresaban mecanógrafas para las diversas áreas militares.
En la década de los 70 se permitió el ingreso de mujeres a las Escuelas Militares de Medicina, Transmisiones y Odontología. En los 80 tuvieron acceso a la Dirección General de Fábricas de Vestuario y Equipo y se aceptó que las mujeres del Coro y Orquesta del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos y del Agrupamiento Femenino participaran en desfiles militares. En los años 90 se permite se incorporen a la Dirección General de Fábricas en las áreas administrativa y de fabricación de armamento y municiones, y se otorgó a una mujer el grado de General Brigadier en la especialidad de Cirujano Dentista. En el año 2000 se aceptó que las mujeres ingresaran al Servicio Nacional Militar de forma voluntaria. En 2019, Karen Velázquez Ruiz, se convirtió en la primera mujer en volar un avión de combate de la fuerza aérea.
De ahí en adelante, las mujeres han tenido la oportunidad de estudiar y hacer carreras e escuelas militares como son la Escuela Superior de Guerra, el Heroico Colegio Militar, el Colegio del Aire, la Escuela Militar de Ingenieros y los Batallones del Cuerpo de Policía Militar. Además, están presentes en todas las áreas como pilotos aviadores, paracaidistas, ingenieras, médicas, enfermeras, etc., y como resultado de su trabajo han logrado que se les promueva a diferentes rangos donde demuestran la valía e importancia de su trabajo. No obstante, la presencia femenina no es tan amplia como se quisiera debido a que apenas conforman el 12% del personal de la milicia y sólo hay cuatro con el rango de General Brigadier.
Sin embargo, para quienes han decidido tener una carrera militar el camino no fácil y, en algunos casos, el recorrido es tortuoso. A pesar de que desde hace ya varios años se promueve la equidad de género, de 2006 a 2021 hay registro de 582 denuncias por conductas de índole sexual, pero sólo se han procesado 33 militares por delitos de abuso sexual y, de ésos casos, únicamente hay 16 sentenciados. (Fuente: investigación de Andrés Estrada, El Sol de México, 28 de noviembre 2021)
La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, define el hostigamiento sexual como “el ejercicio del poder en una relación de subordinación de la víctima frente a su agresor en el ámbito laboral y/o escolar, que se expresa de forma verbal, física, o ambas, con connotación lasciva”; el acoso sexual es “la violencia donde no hay subordinación sino abuso de poder, lo que deja a la víctima está indefensa y en riesgo constante porque puede suceder en varias ocasiones”.
En 2011 ñ, se creó el Observatorio para la Igualdad entre Mujeres y Hombres en el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, para prevenir y eliminar cualquier forma de discriminación por motivos de género, y asegurar igualdad de oportunidades. Sin embargo, no ha tenido resultados porque no tiene facultad desancionar.
La principal agresión que padecen las militares es por abuso de autoridad y jerarquía ya que la milicia es institución más machista que existe en el país y la “hombría” se impone a las mujeres; los abusos no sólo se dan entre generales y comandantes, sino también en grados inferiores. La segunda es la agresión sexual de militares de todos los rangos, que van del hostigamiento sexual al acoso sexual que pueden derivar en abusos físicos y violaciones.
La razón por la cual se presentan pocas denuncias es porque las personas temen que se les considere débiles y frágiles y, entonces, no tienen el carácter ni la fuerza para estar en el Ejército; pero tampoco hay acusaciones porque las víctimas son amenazadas. Las agresiones pueden iniciar por causas tan cotidianas como tener unas horas para descansar o tener mejores alimentos; cualquier pretexto sirve para imponer la “hombría” de la institución.
El pasado mes de mayo, la sargento A. F. J., denunció que su superior había abusado sexualmente de ella y, después de la acusación, “se echó a todo el ejército encima”, fue apartada de sus funciones, aislada de sus compañeros, acusada de insubordinación y acusada de muerte. La investigación de la agresión tiene infinidad de tropiezos e irregularidades. Contó su historia porque si su situación empeora o llega a desaparecer, se investigue a quienes serían los responsables. (Fuente: Reportaje de Beatriz Guillén, para “El País”, 16 de junio 2022)
En junio del año en curso, en el Centro de Mando de Iztapalapa (CONTEL), un grupo de soldados del Ejército asignados a la Guardia Nacional que estaban ebrios, violaron a sus compañeras mientras descansaban en el área de gradas de la pista de atletismo del inmueble. No denunciaron porque fueron amenazadas; el personal militar dijo que estos actos fueron “consensuados”. (Fuente: María Elena Morera, 22 de junio en Twitter)
En la actualidad, el Ejército y la Fuerza Aérea tienen aproximadamente 32 mil mujeres en servicio activo y cumplen con sus labores en forma íntegra. Algunas son mujeres que siempre quisieron pertenecer a la milicia, ya sea por tradición familiar o simplemente por ser militares; otras han ingresado porque se presentó la oportunidad de un trabajo formal y seguridad económica para sus familias. Las razones son lo de menos; lo importante es que lograron aprobar requisitos y pruebas para pertenecer, no hicieron caso “al qué dirán” y, sobre todo, hicieron a un lado el estereotipo de que las mujeres no son aptas para el ejército ni asumir las responsabilidades y obligaciones que implica ser militar; pero los hombres militares,con todo y su machismo, ya se dieron cuenta que las mujeres son muy capaces y profesionales.
La primera mujer que ingresó a las fuerzas armadas después de la Revolución fue afanadora y, al demostrar que su trabajo era importante, abrió la puerta para que mujeres fueran enfermeras, mecanógrafas militares, etc., y, ahora, hasta tenemos a una piloto de combate. Sin embargo, como leímos en los dos casos presentados, las mujeres militares no están exentas de violencia, discriminación, abusos, maltratos e, incluso, delitos graves.
Igual que en infinidad de zonas y actividades en todo el país, la equidad de género es un tema que debe ser prioridad para el Ejército; es indispensable que los militares de todos los niveles comprendan que debe respetarse el derecho a la igualdad de oportunidades, pero que también deben castigarse los delitos que se cometan entre sus miembros. Es inadmisible que la Institución que tiene como primer objetivo proteger y defenderla seguridad y soberanía del país, permita que quienes atentan y/o agredan arteramente a sus compañeros queden impunes y, además, crezcan profesionalmente; en tanto que las víctimas terminan siendo criminalizadas.
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