El ser humano es “un ser social… por naturaleza”. Con esta frase de su obra de filosofía política “Política”, Aristóteles confirma que las personas nacemos con habilidades sociales, las cuales se desarrollan a lo largo de la vida debido a que necesitamos socializar para sobrevivir y crecer como individuos. De esa convivencia surge la familia como la primera comunidad social que se establece.
Como seres sociales, la tendencia es agruparnos en vez de aislarnos y , al partir de esa premisa, con el paso de los siglos las relaciones sociales se han desarrollado y modificado hasta llegar al intenet y la infinidad de redes sociales que han surgido en el ciberespacio: Facebook, Instagram, Twitter, Whatsapp, Telegram, etc., con las que no sólo estamos en contacto con la familia y amistades y se encuentra gente que conocimos en la infancia y adolescencia, sino que también tenemos al alcance la información de todo lo que sucede a nuestro alrededor e, incluso, la posibilidad de conocer nuevas personas que pueden llegar a convertirse en parejas, maridos y/o esposas.
En este contexto surgen aplicaciones de citas que se han hecho muy populares en infinidad de países, y México no es la excepción: Tinder, Bumble, Happn, Grindr y Badoo, tienen el mayor porcentaje de usuarios en nuestro país.
Tinder es la aplicación pionera de citas en línea que se creó en 2012 y sólo estaba disponible en App Store; su objetivo principal era, y es, que los usuarios escojan con quien chatear y tener citas para conocerse. Los creadores son los estadounidenses Sean Rad y Justin Mateen, quienes pretendían imitar la forma en que se acerca la gente en los bares. La aplicación ha tenido gran aceptación y ya se puede acceder desde Instagram y otras plataformas. Para reducir el delito de usurpación de identidades usando fotos falsas entre los usuarios de este tipo de aplicaciones, el cual se conoce como “catfishing”, en 2020 se incluyeron las opciones de verificación de fotografías, botón de pánico y seguimiento de ubicación con la finalidad de prevenir delitos como fraudes, robos, secuestros, etc.
El confinamiento durante la pandemia hizo que las aplicaciones de citas crecieran, proliferaran en todo el mundo y el rango de edad de quienes las usan se ha ampliado; la edad mínima requerida es de 18 años y existen aplicaciones que se enfocan en personas de 50 años y más.
Todas las aplicaciones para citas solicitan información elemental para formar parte de ellas como son nombre, edad, género, ocupación, preferencias de entretenimiento, lugar de residencia, fotografías, etc., y con el apoyo de la tecnología se relaciona a personas que son afines entre sí para que se conozcan. Sin embargo, también acceden a la información del perfil de sus usuarios en las redes sociales que tengan sin ninguna autorización y, desgraciadamente, existe el riesgo de que los datos personales de mucha gente acabe en las manos equivocadas.
Conozco familiares y amigas que han usado, y usan, estas aplicaciones para hacer nuevas amistades o iniciar una relación seria, y han tenido muy buenas experiencias. Sin embargo, también hay personas vulnerables y que fácilmente caen en engaños y estafas con consecuencias muy dañinas debido a que hay gente que está esperando la primera oportunidad que se presente para delinquir.
El principal delito que se presenta en las aplicaciones para citas es el de ESTAFA/FRAUDE económico que cometen personas oportunistas que operan por su cuenta; se calcula que aproximadamente el 65% de las víctimas son mujeres. Cuando apenas inicia la relación y alguno de los dos pide dinero por problemas económicos o crisis familiares, etc., o que le faciliten datos de cuentas bancarias, lo más probable es que se pretenda estafar a su nueva pareja, así que debe investigarse a la persona para no caer en sus engaños.
La segunda amenaza es la SEXTORSIÓN, que inicia como una relación normal pero después se limita a la comunicación de redes individuales como Whatsapp o Telegram donde el criminal le pide a su víctima que le envíe fotografías o videos íntimos; si la pareja cede, el chantaje y/o acoso pueden ser terribles.
El tercer delito que se identifica es el de CATFHISHING, un anglisismo que aún no tiene traducción literal al español, pero significa USURPAR la personalidad o identidad de una persona para poder cortejar/ligar con otras personas en redes sociales; puede enfocarse en gente con características específicas para extorsiones, estafas, secuestros e, incluso, para cometer crímenes más siniestros.
Actualmente, estas aplicaciones han mejorado sus sistemas de seguridad para proteger a sus cibernautas, quienes también deben ser asumir la responsabilidad para cuidarse de los criminales que acechan en internet. Algunas recomendaciones son las siguientes: limitar la búsqueda de una relación amorosa con alguien que viva en la misma zona o ciudad porque, si resulta que es un delincuente, es menos difícil localizarlo; no se debe dar toda la información de nuestra vida a alguien que se conoce por primera vez; por seguridad deben usarse los buscadores de internet para confirmar si la persona que estamos conociendo de verdad existe o es un usurpador; se debe verificar la fotografía del perfil para validar si és quien dice ser; no hay que dejarse llevar por historias trágicas porque son la primer arma de los estafadores para robar; el contacto con la persona debe hacerse por los medios que sugiera la aplicación porque si inmediatamente se pide usar correo electrónico o teléfono celular, tal vez se trate de un delincuente que pretende robar información privada.
Las ventajas de estas aplicaciones son que se puede interactuar con diferentes personas desde casa; se conoce gente de otros países y su cultura; ayudan a gente introvertida para tener un primer encuentro vía internet. Pero también hay contras que deben tenerse en cuenta como cuando la persona en cuestión tiene varias relaciones amorosas al mismo tiempo; hay que ser consciente de que al conocer a la persona físicamente, tal vez se vea diferente a la fotografía de la aplicación o tenga otra edad; el GHOSTING, que significa que la persona con la que se tiene la relación, desaparezca si ninguna explicación e ignore y bloquee sus aplicaciones.
Hoy más que nunca antes se confirma la máxima de Aristóteles de que el ser humano es “un ser social… por naturaleza” porque, en la época excepcional que estamos viviendo, la tecnología y el internet han ampliado nuestras oportunidades para estar cerca de nuestra familia y amistades, y/o buscarnos y/o reencontrarnos sin importar la distancia. En el caso de las aplicaciones, la gente que lo desee es libre de usar las aplicaciones de citas para tener nuevas amistades con gustos afines, intercambiar ideas y opiniones sobre temas innumerables, conocer otras culturas y apoyar un sinfín de causas que puedan mejorar el entorno en que vivimos. Además, muchas personas tienen la oportunidad buscar y encontrar más allá de su entorno inmediato a “su media naranja” con la intención de que su relación sea para toda la vida (espero de corazón que así sea para mi hermana… Lo merece).
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