“Te deposito la pensión si me dejas ver al niño”

Las palabras pueden variar, la intención no

por Stephanye Reyes

En México, existen 30 millones de madres maternando solas. No, no son «madres solteras» porque la maternidad no es un estado civil. No son «luchonas» como los memes las han ridiculizado. Se trata de mujeres ejerciendo una maternidad tras el abandono y la negligencia de un progenitor.

Y de esta cifra hablamos al ser contabilizada por el INEGI. Pero, aquellas fuera de los números, lidian día a día con la obstinación del machismo en seguir dominando mujeres a través del dinero, peor aún cuando esta treta deriva de un intento de «paternidad». Porque pareciera que en este mundo patriarcalizado, jamás se acabarán los tentáculos con los que nos someten.

Uno de ellos es la violencia económica ejercida a través del condicionamiento, cuestionamiento o la simple ausencia de la pensión alimenticia. La impunidad y el pacto patriarcal, han permitido que los deudores alimenticios se escuden en distintos pretextos para nulificar el cumplimiento de la misma. Basta recordar que hasta hace unos meses, un juez intentó derogar el castigo con cárcel para los deudores. ¿Más claro? La fila de mujeres fuera de los juzgados exigiendo y perdiendo tiempo, dinero y esfuerzo en una demanda que pareciera no tener fin, ni siquiera con una firma de acuerdos, porque el pacto, permite que esos acuerdos se rompan sin mayor castigo o problema por ello.

«Te deposito la pensión si me dejas ver al niño»

Las palabras pueden variar, la intención no.

Frases trilladas en un México donde existen hombres que necesitan que una entidad legal les diga que deben cubrir su deber económico para con las crías.

Un derecho de las niñas y los niños y una obligación por parte de los progenitores no es una moneda de cambio. No es la ficha con la que se activa la máquina de la paternidad y tampoco la suscripción para acceder a algún tipo de entretenimiento.

La pensión alimenticia está dentro de los parámetros legales del cuidado del interés superior de las y los niños. Sin embargo, hoy día en la sociedad mexicana, esa obligación y derecho es considerado una dádiva , un favor o peor aún, una manera de seguir ejerciendo control sobre las mujeres. Porque aún con algún tipo de orden legal, existen sujetos que condicionan el pago de alimentos a prácticas sexuales, encuentros o incluso, a la cantidad de veces que ven a sus hijas e hijos.

La situación es todavía peor cuando el hombre incumple en fechas para el pago con el propósito de desvalancear la ya de por sí precarizada economía de las mujeres que son madres o cuando lo invade el síndrome de auditor y pide cuentas de todo aquello en lo que se usa la pensión.

El escenario al final del día nos brinda un panorama en el cual es más que evidente las formas en que las mujeres, solas o acompañadas, tenemos que seguir lidiando contra un sistema que además de matarnos y regodearse en ello, nos va vapuleando en vida de distintas formas y en todas nuestras facetas. Hablar de la exigencia de la pensión alimenticia no es revictimizarnos.

No es tampoco un grito de ayuda, ni mucho menos una oportunidad de ser las «mantenidas». El trabajo en casa y los cuidados aportan el mayor porcentaje en el 100% que involucra una crianza, por tanto, el pago por pensión alimenticia cubre la otra parte… a medias. Porque también resulta imperativo recalcar que normalmente las pensiones están calculadas en ingresos apócrifos para no «dar de más».

Así que, ¿realmente es justo que encima de cargar con un ejércicio de crianza en solitario haya que estar exigiendo mes con mes la otra parte correspondiente? Y todavía, lidiar con la imagen de «colgada o mediocre» por pedirle dinero a un hombre. No señores, no le pedimos nada regalado, se le exige su correspondiente aportación a una vida que engendró y que por tanto, es su deber hacerse responsable.

Exigir pensión alimenticia no nos vuelve incapaces o débiles. Por el contrario, aseguramos la defensa de los derechos de las crías y ponemos el dedo en la llaga de la que tanto adolece la sociedad: el ampula de las paternidad es negligentes y/o turísticas.

Así que la próxima vez que te burles de una madre que exige la pensión de su hijo o hija, considera que ya estamos en edad de no esperar el citatorio para hacer lo que nos corresponde y conocemos.

 

Foto de Sachin Bharti de Pexels: https://www.pexels.com/es-es/foto/foto-de-un-payaso-1619918/

 

Loading

Comenta con Facebook
Ir al contenido