Por Dolores Colín
La toma de las calles principales de nuestro país en defensa de las instituciones electorales, por parte de la sociedad civil y pese a la discusión sobre si fueron pocos o muchos, representó el despertar de los ciudadanos que no tienen como forma de protesta las marchas.
Desde la mañanera, el presidente López Obrador, desestimó la ola rosa que recorrió las avenidas de la Ciudad de México y diversas plazas del territorio nacional el domingo 13 de noviembre, y convocó a una marcha para celebrar su cuarto año de Gobierno el domingo 27 de noviembre. Las fuerzas vivas ya están prestas para probar a su máximo líder quienes sí pueden demostrar sus respetos en lo que será la madre de todas las marchas
Ante los graves problemas nacionales, en este momento estamos enfrascados en el debate que solo ha agudizado la polarización de la sociedad mexicana, la iniciativa de reforma electoral que se analizará y preparará el dictamen por las comisiones de Puntos Constitucionales, Gobernación y Reforma Política. Las definiciones están en la cancha de la Cámara de Diputados, en donde a Morena no le alcanzan los votos para una Reforma Constitucional. Y ya veremos que terminan por hacer.
A pesar de que las marchas no resuelven nada, dejan mensajes a los actores políticos. La marcha de la ciudadanía que se pintó de rosa, dejó claro a la 4T que no están conformes con la forma de gobernar y la marcha que será el próximo domingo es para demostrar a su líder máximo que sus deseos son órdenes.
Lo cierto es que el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) requieren ser fortalecidos y debemos cuidar su autonomía. Ya veremos que sigue en la protección de las autoridades electorales. Las marchas no hacen el quehacer político necesario para la defensa de la democracia.
