Por Adriana Ortíz Barraza
“En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti” Génesis (3:16)
Al iniciar con esta frase del génesis, pretendo mencionar como a largo de la historia de la humanidad, pareciera que la mujer ha estado de alguna forma marcada con el dolor como parte inherente a su ser, además del sometimiento ante el hombre casi como un mandato divino, un deber ser…
Desafortunadamente a través del tiempo la mujer ha sido abusada de distintas y muy diversas maneras, quizá, por el solo hecho de pertenecer a este género: violaciones, mutilaciones, humillaciones, golpes y maltratos que hoy en día se siguen realizando… Sin embargo, existe otro tipo de dolor en la mujer, el cual ha sido elegido por la misma de manera más o menos consciente e incluso da la impresión de que se disfruta.
En México es común escuchar frases como las siguientes en el día a día: “antes muerta que sencilla”, “la belleza cuesta o la belleza duele”,“ni modo, es tu cruz”, “a que venimos las madres, si no a sufrir por los hijos”, entre muchas otras.
El dolor pareciera que forma parte del discurso femenino, de igual forma las diversas conductas que son realizadas en contra del llamado principio del placer.
El pensamiento de Paz al hablar de la “mujer rajada” haciendo alusión los genitales, puede ser considerado reduccionista si lo relacionamos con lo dicho por Freud de que “anatomía es destino”, entonces si se sigue esa línea, estar “rajada” sería el equivalente, desde el punto de vista psicoanalítico al “ser castrada”; quedando por lo tanto en falta, con esa herida permanente que representan los genitales femeninos; pudiendo experimentar este hecho como una herida narcisista. Y quizá, esa supuesta “envidia al pene”, de la que se habla en el psicoanálisis clásico, no es más que “envidiar los privilegios”que proporciona una sociedad falocéntrica e incluso machista.
Lo que es innegable, es la influencia que tiene la cultura en la formación del psiquismo de una persona, así como las exigencias sociales respecto al rol de género que cada uno debe desempeñar; es mediante el sufrimiento que una mujer, en una sociedad donde se privilegia lo masculino, podría ser una forma de sentirse valorada e incluso idolatrada por su capacidad de aguante, lo cual puede contribuir a la formación de rasgos masoquistas, debido en parte, a la ganancia secundaria que la mujer obtiene al sufrir.
Y no quisiera dejar de mencionar que espero que la igualdad y equidad de género sea una realidad y que se entienda que:
“ser mujer es un privilegio y no tiene por qué ser motivo de dolor”…
Foto de Matheus Bertelli de Pexels: https://www.pexels.com/es-es/foto/pintura-hoja-verde-573294/