Aspectos a considerar para la cobertura mediática en casos de violencia vicaria

Invito a l@s estudios@s de los medios de comunicación a efectuar estas coberturas desde una perspectiva integral del la problemática social en la que se articula la violencia y a analizar nuevas perspectivas periodísticas para el tratamiento de la violencia vicaria y la violencia con perspectiva de género que salvaguarde la integridad y la seguridad de quienes alzan la voz por supervivencia

por Gabriela Pablos Saucedo

Con la creciente visibilización de la voz de las víctimas de violencia vicaria, es vital para los periodistas y operadores de los medios de comunicación detenerse a reflexionar sobre circunstancias de fondo que circunscriben a este fenómeno para conocer como hacer una cobertura de manera óptima al transmitir las historias y los hechos en los medios de difusión en casos de violencia vicaria, con perspectiva de género.

Romper el ciclo abusivo del silencio es un paso agigantado para una persona que ha sido víctima de violencia. Hablar de los abusos, los atropellos a los derechos y la dignidad de aquello que dejó trauma es derribar una barrera invisible, pero inmensa de la que se beneficia el agresor mientras permanece en la sombra. Lo que no se nombra no se ve, y en este sentido transgredir en el silencio, es un poder beneficioso para el maltratador que preserva el acto, su nombre y desde luego lo protege de las consecuencias.

Para un maltratador permanecer en el anonimato le permite seguir ‘depredando’ emocionalmente de manera contínua a su víctima a quien sabe vulnerable y así prolongar el control y poder sobre su ‘presa’.

«Este tipo nos ha estado llamando y acosando por que la mamá de su hija nos dio su testimonio para un reportaje que hicimos sobre violencia vicaria», -me dijo una reportera hace unos dias a quien mantendré en anonimato por motivos de seguridad-, «me llamó a mí, luego a la productora de noticias y luego a la directora y nos ha estado intimidando, nisiquiera expusimos su caso, la mamá solo nos dio su testimonio y ya nos estaba pidiendo que bajemos el video, pidiendo réplica, ¡qué horror con este cuate!, si así se puso porque salió la chava, no me imagino lo que será enfrentarse a él en los juzgados».

La violencia vicaria consiste en el uso y la instrumentalización de los hijos y el vínculo que tienen con la madre para maltratar y causar daño a la mujer. Se presenta en las etapas tardías de una relación de pareja abusiva cuando se termina la relación o se está en proceso de separación. Y busca postergar los abusos; en otros paises se conoce también como ‘abuso post separación o abuso post divorcio’.

Entre las principales actuaciones violentas de este patrón de maltratadores los ‘agresores vicarios’, arremeten con acciones dañinas para los hijos y la madre para meterlos en problemas difíciles como lo puede ser: el rapto de los menores (cuando no hay guarda y custodia legalmente dictada en sentencia), ocultamiento, sustracción de los niños (cuando hay guarda y custodia decretada por un juez), manipulación de los menores, maltrato psicológico por hablarle mal al menor de su madre, desacreditarla y anularla como madre, levantar denuncias y demandas falsas, hacerlos que identifiquen a alguien más como ‘mamá’, golpear a los niños o a la madre, separar a la madre de su familia y red de apoyo, judicializar la vida de la madre y criminalizarla con fraudes procesales, difamarla ante familia, amigos, en su entorno de trabajo y en redes sociales para ‘enlodar’ su imagen como una ‘mala madre’, ‘abandónica’, ‘sexoservidora’, ‘borracha’, ‘drogadicta’, ‘golpeadora’, ‘enferma mental’, ‘violenta’, ‘violadora’, ‘infiel’, ‘vendedora de drogas’, ‘loca’, ‘vividora’, ‘parrandera’, ‘huachicolera’… y cualquier adjetivo que reste dignidad a una mujer. El fin ultimo es causar una tortura psicológica contínua y destruir la relación de los menores con su mamá, a sabiendas del enorme dolor emocional que esto produce en la madre y por supuesto a los agresores causar todo este daño también les puede traer múltiples beneficios.

Mantener el cuidado de los niños los liberará del supuesto de dar pensión, y digo así, ‘supuesto’ por los 35 millones de deudores alimentarios que existen actualmente, de acuerdo con estimaciones del Frente Nacional de Mujeres contra los Deudores Alimentarios, porque en México algunos hombres perciben proveer los derechos alimentarios de sus hijos (aunque den el mínimo y ni lo suficiente para subsistir) como un ‘castigo’ y contarán con el apoyo de familiares y nuevas parejas que creeran que ‘son muy buenos papás’, por toda la manipulación y violencia que esconden bajo discursos de «héroe» al «salvar» a los niños de su «mala madre».

En los casos más extremos los agresores vicarios son agresores sexuales, son también capaces de cambiarle la identidad a los menores, llevarselos del país, meter a la madre a prisión, cometer infanticidio, feminicidio o de arrinconar a la madre al suicidio después de tanta desesperación.

Pues falta mencionar la profundidad del papel de complicidad de la violencia institucional en todo este despliegue de violencias. Cuando esa madre que ha pasado constantemente por muchas de las situaciones anteriormente mencionadas acumula años compareciendo en juzgados y fiscalías, recibiendo trato de imputada, demandada y criminal por la violencia de su ex pareja que la ha hundido en prejuicios, estigmas y estereotipos que le imposibilitan el acceso a la justicia y a un trato digno. Cuando no ha sido suficiente con desmentir las pruebas y exhibir su violencia, esa madre se enfrentará a una constante revictimización, a contar cientos de veces la manera en la que es violentada ante autoridades indolentes e indiferentes, que incluso la culparán de lo que vive porque en esta sociedad se culpa y se estigmatiza a quienes viven los abusos y no se señala al abusador, que se enfrentará a acoso y hostigamiento de los abogados de su contraparte, a pasar por abogados sin escrupulos que roban, se venden o no trabajan, que se enfrentará a dictámenes periciales inverosímiles, que pasaran días, meses, años sin poder ver o recuperar a sus hijos mientras crecen en carencia emocional y que se enfrentará a la impotencia y riesgo de que las autoridades no van a proteger a sus hijos ni a ella, por el contrario solo se verán en un mayor peligro.

Cuando las víctimas de violencia vicaria hablan y cuentan su historia ante los medios de comunicación lo hacen para romper el silencio sobre todo el abuso, injusticia e impunidad que llevan a cuestas. Porque claramente las autoridades NO les estan ayudando a salir de la violencia familiar y estan generando una espiral laberíntica de más y mas violencia.

En este sentido es importante destacar que aunque la violencia emocional no sea visible, es desastroza. Y es necesario romper ese paradigma de la violencia familiar como un ‘problema de pareja’ porque cuando hay violencia vicaria no hay otra cosa que violencia. Y ésta se minimiza por la creencia romantizada de que al existir un vínculo o lazo de relación con el agresor por eso es ‘menos riesgosa’, o debe ser ‘tolerada’. Y es por esto que las víctimas de violencia vicaria SON VÍCTIMAS, no son madres victimizandose y se les debe de tratar con esa cautela de sobrevivientes.

Los reporteros, periodistas y operadores de medios de comunicación que traten este tema en la esfera de la opinión pública deben de estar concientes de que esos agresores buscarán convocarlos a sus conferencias de prensa, intimidarlos o desmentir los hechos, pidiendo ‘derecho de réplica’, podrían presentar documentos alterados, o copias certificadas por actos abusivos de violencia institucional comprada a billetazos para restarle derechos a la madre, así como las peores calumnias para volver a efectuar ese ciclo abusivo que han desplegado en el entorno de la madre, en los juzgados y fiscalías pero ahora en los medios de comunicación. Por lo que es bien importante estar alerta de este contexto para no dejarse engañar, amedrentar, manipular ni caer en situaciones sensacionalistas y convertirse en otro vehículo más para violentar a la víctima. Los agresores vicarios son eso, agresores, comenzaron con mentiras y abusos en los órganos de impartición de justicia y sus alcances son muy inigualables, pero no son nada menos y nada más que eso, violentadores peligrosos.

Y en este sentido pongo los reflectores en el debate sobre sí ante un hecho como que un progenitor busca denunciar en un noticiero a la «mala madre» de sus hijos, ¿se le debe abrir el micrófono?, ¿se le debe de dar derecho de réplica?, ¿con que derechos cuenta un agresor que ha violentado los derechos de sus propios hijos y de la mujer con quien compartió la vida?, ¿aporta a la opinión pública?, ¿qué aporta?

Y lo relaciono a exponer el papel de los medios de comunicación como transmisores y productores de discursos sociales, los discursos de odio y de violencia de género también son discursos que producen y reproducen ‘sujetos de género’, es decir modos de ser y estar en la vida. ¿Merece la pena convalidar estos modos de ser y de violencia hacia las mujeres e infancias?

Y me permito tomar el ejemplo de cuando hace un par de meses en los medios de comunicación difundieron un video en donde el presunto feminicida Marlon Botas, quien está vinculado a proceso por el presunto feminicidio de Montserrat Bendimes, salió en un video diciendo que los hechos correspondieron a un accidente. Posteriormente lo vimos sonriendo de oreja a oreja cínicamente al momento de su detención. ¿Eso necesita México como un país que es ‘famoso’ a nivel mundial por la cantidad desmezurada de feminicidios diarios? ¿Toda esa serie de mensajes contradictorios que anulan y minimizan la violencia de quien presuntamente arrebató la vida a una jovencita?

Como encargada del comité de prensa del Frente Nacional de Mujeres, comparto en este texto mis impresiones y aprendizajes que hemos tenido a raíz de la divulgación de varios casos de las mamás que viven las aberraciones de la violencia vicaria.

Agradezco infinitamente a los compañer@s de medios de comunicación que han sido aliados empáticos con las madres que estan siendo violentadas por tener hijos con un agresor, y que sostienen una postura de tolerancia cero ante la violencia. Agradezco a los que se permitieron aprender algo nuevo, algo sobre lo que no sabían, a los que ante las intimidaciones y acoso de los agresores no ceden a sus principios. A los que con astucia, diplomacia y firmeza los pusieron en su lugar o se libraron de ellos. Y también agradezco a los editores que sí se intimidaron, que les tembló la voz y la mano, que «no quisieron tener problemas» (como si las víctimas se hubieran prestado voluntariamente a ese martirio), o que para no tenerlos incluso llamaron a los agresores y sus abogados para hacer «fact checking» y terminaron por silenciar a la víctima, porque aunque no es lo que yo haría, de todo se aprende. Y esos aprendizajes son producto de la reflexión de hoy en este espacio.

Es doloroso saber de los niveles tan elevados de violencia en México y de violencia a las mujeres y niñ@s y duele mas ver el poco empeño que las autoridades ponen en combatirla y la ineficacia para sancionarla y disminuirla. Al estado no le alcanza con todo lo que tiene para frenarla y hacer un cambio, ni para defender a las mujeres y menores situación que se evidencia al ser parte del engranaje que articula la violencia vicaria.

Quizas no saben ni por donde entrarle pues se empieza por deconstruirse a uno mismo, la realidad es que incomoda, denunciar los tabús de la violencia familiar, hablar de los agravios de los agresores vicarios ‘espejea’ aspectos que no nos gustan, que remiten al propio actuar y al de nuestras familias, ‘al machito’ que tenemos dentro aleccionadito en el ego y adoctrinado en nuestra cultura de género que nos ha ayudado a sobrevivir y a sortear el patriarcado; así como aprendimos a llevar las monedas en el bolsillo para vivir en el capitalismo, a ese ego de creencias no le gusta oir hablar de machismo, y brinca cuando se habla de los estragos de las injusticias y desigualdades que genera, y hasta se enoja con quien las denuncia y visibiliza, la madres protectoras, las activistas, el feminismo, los legisladores que promueven la ley vicaria, y claro que sí, con los medios también. Pero siempre se puede escuchar mejor esa incomodidad, para avanzar en las ideas y poco a poco ser mejores.

Y si esta violencia apenas es reconocida, pensemos en cómo hablar de ella de manera efectiva protegiendo la integridad y seguridad de las víctimas, evitando daños colaterales. Sabemos que aprendemos sobre la marcha, pero si en los medios nos proponemos trabajar haciendo prevaler el respeto a la vida de las mujeres y hacemos de la justicia y la dignidad una costumbre, quizas evitaríamos que mañana existan mas leyes con nombres de mujeres, pues detras de cada una de ellas está el dolor, la exposición, la vulneración y transgresión de una mujer que si hubiese habido tantita mas conciencia y corazón no tendría porque haber padecido la vulneración a su integridad porque estariamos en un espectro del bien comunmente entendido.

Invito a l@s estudios@s de los medios de comunicación a efectuar estas coberturas desde una perspectiva integral del la problemática social en la que se articula la violencia y a analizar nuevas perspectivas periodísticas para el tratamiento de la violencia vicaria y la violencia con perspectiva de género que salvaguarde la integridad y la seguridad de quienes alzan la voz por supervivencia.

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