Por R. Aideé Aguilar
«Si no sabes cocinar, no eres una buena mujer; las medidas de las mujeres reales es 90, 60, 90; las mujeres solo se realizan si se casan y tienen hijos; una mujer lesbiana no es mujer; las mujeres nacieron solo para estar en la casa, hacer los quehaceres domésticos, no deben de trajabar y, si lo hacen, hay que pagarles menos porque no son inteligentes, son frágiles, etc. Estos son algunos de los estereotipos de género que la sociedad ha creado para «definir» lo que debe ser una mujer, mas NO lo que es.
La presión social en torno a estas ideas es sumamente fuerte para cada mujer. Desde que somos infantes nos asignan roles de género basados en estereotipos que, como sabemos, no son totalmente reales y siempre simplifican la realidad; provocando que viviamos en violencia porque todas estas ideas se exacerban y escalan.
Por ejemplo, no fue hasta hace pocas décadas que se nos permitió a las mujeres poder votar y no fue genérico, sino tuvieron que pasar varios años para que se universalizara el derecho al voto. Esto por un lado. Ahora vamos a algo más inmediato y cotidiano.
En casa nos han dicho que debemos servirles de comer a los padre y hermanos, basicamente nos dictan que debemos de atenderlos. Incluso hay familias donde se les enseña a las niñas a hacer de comer y lavar ropa, como una manera de «prepararlas» para el matrimonio. En ocasiones no las dejan ir a la escuela porque les dicen que su rol en la sociedad es solo ser esposa de alguien. Provocando que se vulneren sus derechos humanos, como a la educación e, incluso en muchas ocasiones, a la vida digna.
Me centraré en este ejemplo un poco más, porque es tan cotidiano y vigente, además porque sigue normalizado y es tan peligroso que no lo vemos. Cuando negamos educación a las personas en general, negamos inmediatamente oportunidades, pero si a esa negación le sumas que es mujer, que su contexto familiar y social es de precariedad, la violencia es mucho más marcada.
Pensemos en la cuestión económica, cuando se niega el acceso a la educación, y por otro lado, le niegas el trabajo, se convierte en un factor determinante para un gran número de mujeres que viven todos los días violencia doméstica y que son conscientes de que necesitan salir de esos espacios de violencia machista, pero se les dificulta por un lado, porque debido a estas negaciones, se hacen dependiente económicamente de sus parejas. Se complica aún más cuando hay de por medio hijes. Además de toda la violencia emocional y hasta física que llegan a vivir.
Las costumbres patriarcales nos han inferiorizado y violentado historicamente. Es necesario romper con los roles de género que tanto daño nos han hecho a cada miembro de la sociedad. Pesemos que solo abordamos una mínima parte de toda esta problemática.
Documentarnos, aliarnos y defendernos es nuestra fortaleza más certera para transformar el mundo en el que vivimos por uno con cada vez menos violencia. Suena utópico pero es posible.
Foto de Tima Miroshnichenko de Pexels: https://www.pexels.com/es-es/foto/moda-persona-mujer-sentado-7202934/