El amor salva y las amigas también.
A Mar, Arcelia y Silvana, mis amorosas amigas.
Una nunca sabe lo fuerte y valiente que es, hasta que toca serlo. Pero cuando tienes a tu circula, cuando las tienes a ellas, tus amigas, renaces con mayor fuerza. Cada palabra se edifica en tu mente y en tu corazón; cada abrazo y cada beso de ellas, te regresa a ti, siempre a ti.
No importa que tanto has cambiado o como te ves, no interesa que ha sucedido o que no. Ellas siempre te escucharán una y mil veces, ellas siempre serán tu soporte al llorar, serán tu motivo para reír con más fuerza.
Alguien me dijo una vez que los amigos se cuentan con las manos y hoy les puedo decir que los amigos no se cuentan, se dicen solos. No se buscan, se encuentran. Esa energía que armonicamente vibra con la tuya, que te acompaña en los altibajos pero que es constante, esa es la magia de la amistad.
Al igual que la pareja, la familia, que todas las relaciones, la de la amistad es aún un poco más especial. Se va construyendo, reconstruyendo y deconstruyendo y nunca es igual pero siempre es amorosa, disruptiva y leal. La amistad no es un lazo, es una rienda suelta en la que corres sin cansarte, en la que paras sin estancarte, en la que continuas sin esperar llegar a algún lado, solo caminar o correr, pero continuar.
Hay amistades que llegan y se van; hay quienes nunca llegaron, hay quienes se quedan, pero todas ellas siempre tendrán un lugar de gratitud y de amor, porque asi siempre deben ser las despedidas y las bienvenidas.
Una no debe dar lo que espera recibir, una debe dar y debe encontrar en ese bodadoso acto amor hacia una misma y amor hacia los demás. La reciprocidad habla de ti y habla de los demás, pero la lealtad habla más de ti: de ser siempre honesta contigo, digna y sobre todo congruente con lo que eres y con los límites que tienes.
Nos encontramos sin andarnos buscando. Nos hayamos en las risas, en los desvelos, en los silencios, en los abrazos, en las miradas, en la comida, en los viajes, en las palabras… en la vida.
El amor de la amistad no da brillo, lo acrecenta. La amistad y su amor infinito siempre te devuelve a ti. Te ves resignificando lo que una vez te entristeció, te hizo enojar o incomodó. Ese es el amor de la amistad: abrazarte fuerte y no soltarse hasta que estás lista para soltarte por ti misma.
Las amigas también salvan y sanan. Salvan con su amor y sanan con su amor. Salvan y sanan porque la vida nos enseñó y la historia lo ha dicho siempre, que el amor entre mujeres es el amor más puro y protector del que se tenga evidencia.
A quienes nos llaman, nos envian mensajes, a quienes se dan cita, a quienes nos hacen reír, a quienes existen y resisten con nosotras. A las que se fueron, las que llegaron y a quienes permanecen. Gracias por su amor y gracias por su amistad.
A mi círcula de éste año (y de siempre):
A Mar, por su infinito amor, la belleza de su inteligencia y la fuerza de sus palabras.
A Arce, por su nobleza, su sencillez, su amorosa sonrisa y sus tiernas palabras.
A Silu, por su ternura, sus resistencia, su corazón y su abrazo reiniciador.
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