Por Núria González López
“Póntelo, pónselo” es el eslogan más famoso de la historia de la publicidad en España, y fue encargado ni más ni menos que por el Ministerio de Asuntos Sociales y Sanidad por allá por 1990, como eje central de una campaña dirigida a los más jóvenes para fomentar el uso del condón. En un tiempo en que las administraciones públicas sí pretendían divulgar un mensaje de provecho colectivo. Paraque vean loque cambia la cosa, la última campaña del Ministerio de Igualdad, una escisión de aquel primigenio ministerio de asuntos sociales, basa su mensaje en llamarnos racistas a todos los abogados para decirle a la gente que no discrimine. El adanismo que les decía.
Volviendo al tema, aquella campaña que consistía en unos cuantos chicos y chicas sentados en el suelo de un gimnasio de instituto y un profe con cara de cabreo con un condón en la mano, y que obviamente no tenía nada de Inteligencia Artificial, ni había pasado por incontables Focus Groups, ni nada parecido, resultó ser la campaña más revolucionaria y efectiva nunca vista, hasta tal punto que el “póntelo, pónselo” nos educó a millones de jóvenes y nos metió en la cabeza que lo de tener sexo sin condón era lo más parecido a jugar a la ruleta rusa que podíamos hacer, y que no había negociación posible en eso.
El “póntelo, pónselo” se convirtió en el lema más compartido de toda una generación y dio muy buenos resultados. El condón se usaba sin discusión y así ha sido durante casi 30 años, hasta que hace más o menos una década, los números empezaron a lanzar alertas muy preocupantes.
En el último estudio del ministerio de sanidad sobre IVE (Interrupción voluntaria del embarazo), se señala que, por primera vez, la tendencia a la baja en el número de abortos que se había mantenido constante durante mucho tiempo se está revirtiendo, sobre todo entre las menores de 20 años con un incremento de casi un 5%, y que es concretamente en Catalunya donde hay se practican más abortos de toda España.
Catalunya haya sido uno de los territorios en el que se ha practicado la misoginia institucional más salvaje desde el govern de la Generalitat de ERC y concretamente, desde la Conselleria de “Feminsimes” encabezada por la nefasta Tània Verge, y hay muchas cosas que se pueden decir al respecto. Por ejemplo, que no es casual que sea también en Catalunya donde hayan aumentado un 66% las denuncias por agresiones sexuales entre menores de edad. Que tampoco es casual que sea en esa franja de edad de los menores en la que la violencia machista esté creciendo exponencialmente y que acumulemos más de la mitad de los feminicidios de 2024.
Concretamente en el asunto del aborto, no es que las mujeres jóvenes del 2024 aborten más porque legalmente sea más accesible que para las chicas de 1990, que lo es. O que se pueda atribuir el incremento de abortos a que Andorra es aún uno de los países en los que el aborto está prohibido y las andorranas se vean obligadas a cruzarla frontera para ejercer su derecho más básico.
Es que las chicas de 2024 están objetivamente expuestas a más violencia de la que en los 90 vivimos las que éramos jóvenes entonces, al menos en los entornos educativos y de relación social de amistades. En los 90 los chicos no empezaban a consumir porno ultraviolento de manera generalizada entre los 11 y 12 años y nadie llevaba una cámara en el bolsillo para grabar sus “hazañas sexuales” y subirlas a la red como parte de su diversión. Lo que antes se contaba en un corrillo del patio, ahora se pasa en video a través de grupos de redes a miles de personas en un minuto. Y todo eso es violencia, y nadie, ningún ministerio moderno hace nada por evitarlo.
Alguien a estas alturas pensará que qué tiene que ver todo eso con el número de embarazos no deseados, pero tiene mucho que ver ya que, en un entorno de violencia machista impune, donde primala cultura de violación, es mucho más difícil para un adolescente de 2024 decir “póntelo” y que le hagan caso, de lo que lo fue para las chicas de los 90.
En cualquier caso, lo más naíf de todo lo que les traigo hoy es que en pleno siglo XXI aún tengamos que estar batallando por el derecho humano al aborto en más de la mitad de los países del mundo. Y por otro lado, que hayamos avanzado tan poco en la educación de los chicos y chicas, que nos plateemos seriamente recuperar el “póntelo, pónselo”.