Narrativas que estigmatizan

"Lo importante es el talento", asegura una mujer sentada en un panel para hablar de liderazgo. Ella, que ha logrado ocupar la máxima posición en su empresa por primera vez en la historia de esa organización

por La Costilla Rota

Por Adriana Valdés | Octubre 2023

«Lo importante es el talento», asegura una mujer sentada en un panel para hablar de liderazgo. Ella, que ha logrado ocupar la máxima posición en su empresa por primera vez en la historia de esa organización, dice que antes de ella solo hubo hombres como jefes por una cuestión de talento. Esa es la narrativa que escucho y me escandaliza. Sobre todo porque lo he escuchado de varias mujeres que hoy ocupan la dirección general en distintas empresas.

¿Por qué no se atreven a usar su posición para subrayar que hay inequidad de género en las empresas? Una posible explicación es el temor de que esa narrativa las debilite, al considerar que defender esa posición podría ser interpretado como que ellas ocupan ese lugar por ser mujeres. Justamente, no por su talento.

La narrativa a favor de la equidad de género, desde una posición de poder, puede ser riesgosa para una líder porque genera temores de estigmatización y de ser víctima de los prejuicios. Así, parece más conveniente hablar de sus atributos para fortalecer incluso su autoconfianza y su imagen, aspectos básicos para apuntalar su liderazgo. Pero también puede ser que existe otro temor: a represalias en su propia organización, al señalar públicamente que no existe la equidad de género al interior.

Las narrativas estigmatizan. Lo vemos cuando escuchamos las radicalizaciones desde el poder. Esta semana aprendí mucho sobre eso de dos fuentes: el podcast «El embate de la ultraderecha en el mundo ¿llegó para quedarse?», en el que Gabriela Warkentin entrevistó al experto Luis Antonio Espino, sobre el impacto de la narrativa demagógica y la necesidad de aprender a debatir con argumentos, en lugar de hacerlo con descalificaciones personales; y una charla con el senador independiente Emilio Álvarez Icaza, que habló del manejo de las narrativas que polarizan precisamente desde la descalificación de los rivales, sin atenerse a hechos comprobables. En ambas intervenciones, el llamado de atención para nosotros, las audiencias, es a levantar la voz y reiterar nuestros mensajes a favor de nuestras causas.

«La sociedad debe afirmar en voz alta en lo que cree (…) Por ejemplo, ¿por qué una sociedad diversa e incluyente es mejor? No dar por sentado que todo mundo lo entiende. Esto te permite contrastar con la demagogia sin alimentarla, no caes en el juego de confrontarla, dirigirte a ella, descalificarla directamente porque eso la alimenta. Es una estrategia que se llama de persistencia positiva«. – Luis Espino.

Álvarez Icaza igualmente lanzó el reto a evitar caer en el derrotismo, a dejar de ser «analistas de café» y activarse. En este caso, para pronunciarse por la opción política de preferencia, pero el caso es aplicable al tema de este artículo.

En este caso, es la invitación para que las mujeres que ocupan una posición de alto liderazgo e influencia aprovechen ese reflector para impulsar la equidad de género.

¿Cómo reemplazar la narrativa estigmatizadora?

Desde la construcción del discurso, una líder en cualquier ámbito en México está obligada a contribuir a cerrar la brecha entre hombres y mujeres, para que la equidad de género permita un entorno mucho más diverso e inclusivo en el país. Las líderes pueden aprovechar sus herramientas de comunicación para sentar las bases de este cambio, alejándose de temores de una estigmatización.

Tres acciones clave para estas líderes son:

  1. DECIR. Desarrollar una narrativa auténtica: compartir su historia personal, con logros y desafíos enfrentados, incluida la inequidad de género.
  2. HACER. Comprometerte a impulsar la equidad de género al hablar públicamente ante otras mujeres y ofrecer mentorías enfocadas en desafiar los prejuicios de género con determinación.
  3. INSPIRAR. Reconocerte como figura de inspiración y asumir la responsabilidad de ser consistente con este mensaje verbal y no verbal permanentemente.

Estos tres aspectos incluyen casi todos los factores para que una narrativa sea exitosa y nuestro mensaje sea bien recibido, con empatía y con una conexión emocional que le dé una utilidad real a las intervenciones discursivas de las líderes. Brinda coherencia sobre la persona que vemos y escuchamos; crea un foco de atención al establecer conflictos a resolver y deja un enlace de empatía con un final feliz, las historias que nos inspiran, nos gustan y queremos compartir.

En un mundo donde las narrativas pueden influir profundamente en nuestras percepciones y en la sociedad en su conjunto, es vital que las mujeres líderes en México y en todo el mundo se atrevan a usar su posición para subrayar la inequidad de género en lugar de ocultarla. La narrativa de la equidad de género no debilita el liderazgo, sino que lo fortalece al mostrar que el talento y la determinación pueden superar las barreras. Además, promover la equidad de género es una responsabilidad moral y social urgente que no debe temerse, sino abrazarse.

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