Por R. Aideé Aguilar Esquivel

Marzo de 2024, como de costumbre arrivé a la entrada de mi gimnasio. Mientras acomodaba unas cosas en la entrada del inmueble, en la cercanía, se escuchaba dos voces masculinas, una más molesta que la otra.

Sujeto 1: «Hay que ponernos bien mamados para ir el otro año al 8-M».

Sujeto 2: «Sí, para ir a p… viejas.

Esto decían mientras se subían a su vehículo y se iban extasiados pensando en lo que anhelaban hacer. Así como ellos vemos una mayoría de personas que buscan violentarnos, que buscan oprimirnos y silenciarnos. Esto no solo es de solo dos individuos, es un problema estructural, como lo veremos en un momento.

Hoy más que nunca es necesario que los feminismos se transformen y dejan de estar en desacuerdo. Las mujeres debemos de estar unidas con un solo propósito: que se elimine la violencia estructural hacia nosotras; que se nos garanticen los derechos humanos, de entrada los más básicos: DERECHO A LA VIDA; que existan legislaciones serias que lleven a la práctica los procesos penales ante cualquier tipo de violencia que sea denunciada. Pero más allá de las legislaciones, necesitamos cambios de mentalidades y actitudes desde la ciudadanía.

Notemos que hoy más que nunca están en peligro los avances que hemos tenido, al menos en materia legislativa. Vemos en el mundo una ola de políticos antiderechos, desde la patagonia con Javier Milei, quien eliminó el ministerio de la mujer, quito la tipificación del delito de feminicidio etc., hasta VOX en España, quienes rechazan el concepto de “violencia de género” y prefieren hablar de “violencia intrafamiliar”. Han intentado derogar la Ley de Violencia de Género en España, “argumentando” que discrimina a los hombres.

Un caso muy lamentable es el de Giorgia Meloni, partido Hermanos de Italia. A pesar de ser la primera mujer en liderar ese país, rechaza el feminismo y promueve un discurso ultraderecha. Meloni ha recortado fondos para organizaciones de derechos de las mujeres y ha promovido políticas que refuerzan los roles tradicionales de género. Lo que nos muestra que le hace falta pensamiento crítico y consciencia social, como a todas aquellas mujeres que tienen algún cargo público que olvidan o no toman en cuenta que gracias a las feministas se han logrado que poco a poco se nos reconozca como personas, que se nos tomen en cuenta.

El Salvador es un ejemplo de retroceso en materia de Derechos humanos. Nayib Bukele promovió y mantiene una de las legislaciones más duras contra el aborto en el mundo, criminalizando incluso a mujeres que sufren abortos espontáneos. Además de la persecución a defensoras de los derechos reproductivos y ha ignorado las denuncias de violencia de género.

En Hungría, Vikor Orbán, promueve la política de “familia tradicional”. Incluso ofrece incenivos económicos a las mujeres para que accedan tener más hijos. Pero su legislación no aborda la violencia de género ni la brecha salaria. Llego al grado de eliminar los estudios de género de las universiadades, alegando que son una “ideología y no una ciencia”.

En Afganistán, el régimen de los talibanes, desde su regreso al poder en 2021, han impuesto restricciones extremas a las mujeres: les prohiberon el acceso a la educación secundaria y universitaria. No pueden trabajar en ONG’s y organismos internacionales. No pueden salir de su casa sin un tutor masculino.

Estos son solo algunos ejemplos del peligro que enfrentamos. Recordemos que la violencia hacia las mujeres es tan cotidiana, es diaria, es normalizada. A las mujeres nos acosan todos los días al salir de casa, al ir a la escuela, el trabajo, al salir a la tienda, al salir a cualquier lado. Y no, NO es cómo nos vistamos, es simplemente por el hecho de ser mujeres. Salimos con miedo y precaución para esperando que nos hagan algo o desaparezcan.

Pero la violencia no solo se vive en las calles, también, en las escuelas, en los centros de trabajo, incluso, hasta los lugares que se dicen a favor de la mujeres,  sucede el acoso y el techo de cristal.

Además, la violencia la vivimos en la misma casa, muchas veces nuestras parejas nos humillan, nos querien ver sumisas, calladas, obedientes; nos quieren apagadas. Muchas parejas masculinas, no solo humillan y violentan oralmente a sus parejas mujeres, también las golpean, ejercen violencia económica, psicológica y emocional. Estos comportamientos y tipos de violencia los tenemos aún normalizados. Tan es así que si presenciamos alguna escena donde el hombre le grita a la mujer o la humilla, hay quienes se burlan de ella y quieren justificar la violencia lanzando especulaciones como: ¿qué le habrá hecho?, ella seguro es una tóxica etc.

Necesitamos alzar la voz más fuerte, más organizadas. Desmoronar todas esas falacias que se inventan los machos y seguidores del Temach para desacreditar la lucha feminista. No estamos “ideologizadas” ese palabra no es ni un concepto, ni es parte de una teoría académica. Solo es una palabra con la cual buscan silenciarnos y hacernos pasar como si esuvieramos locas o exageradaras.

Este 8 marzo solo es un pretexto para salir a las calles y mostrar nuestro hargazgo. Es un día más de lucha, de exigencia hacia la ciudadanía que se aotocritique y se transforme una persona conciente, en una persona con pensamiento crítico y humanista: una persona que lleve a la práctica el respeto hacia las mujeres. Pero la lucha no concluye ese mismo 8.

Los cambios no se dan de la noche a la mañana, pero si seguimos visibilizando las violencias y sensibilizando a las personas, así como desartículando movimientos machistas encontra de las mujeres, tal vez, cada día se gane algo.

 

Las opiniones compartidas en la presente publicación, son responsabilidad de su autora y no reflejan necesariamente la posición de La Costilla Rota.  Somos un medio de comunicación plural, de libre expresión de mujeres para mujeres.

 

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