Por R. Aideé Aguilar Esquivel
Al releer a Coral Herrera, feminista de grandes aportes y, por ello quiero destacar uno de sus puntos reflexivos: el feminismo no es únicamente una transformación teórica; es mucho más que eso. El feminismo implica una transformación práctica y diaria. Herrera comparte que, en su proceso de autocrítica, se dio cuenta de que estaba experimentando actos machistas tanto por parte de su pareja como de sí misma. Al percatarse de esto, enfrentó un momento difícil, ya que pensaba: «Yo he dado conferencias, talleres, y aun así estoy viviendo dentro esto”.
Coral se dio cuenta que tenía que trabajarse los patriarcados, pero, así como ella, todas las personas que nos adscribimos como feministas, nos debemos de deconstruir. Tener presente no basta tener la teoría, sino que hay que llevarla a la práctica. Ya sabemos que el patriarcado es todo un sistema que permea a la sociedad por eso es necesario el trabajo constante para desmantelarlo, pero ¿cómo vamos a romper con ese sistema si nosotras mismas no lo hemos roto en nuestra vida cotidiana?
De ahí la importancia y el deber de trabajarse una misma los machismos, y así romper con las estructuras aprendidas que perpetúan desigualdades y violencia.
Recordemos que ser feminista no nos exime de reproducir patrones patriarcales; no basta con saber que hemos sido oprimidas e invisibilizadas en todas formas existentes. Hay que hacer un verdadero trabajo de introspección y deconstrucción, en nuestra educación, las relaciones familiares, de amistades y de pareja, incluso, en nuestra relación con una misma. En la sociedad en general.
El cambio se debe de dar desde lo personal para poder hacerlo colectivo. Considero importante estar en ese proceso de auto cuestionarnos constantemente tanto nuestros pensamientos como nuestras acciones y, por supuesto, a la sociedad, los instituciones, los gobiernos.
Retomo a Coral porque me hizo mucho sentido cómo alguna vez caí en cuenta de lo mismo que ella plantea. No sirve de nada si en una relación de dos personas, solo una se trabaja el machismo, tiene que ser un trabajo individual y, en equipo, desde el amor. No solo en relaciones heterosexuales, sino para las parejas en general; los grupos de persona que tengan relaciones con una o más personas.
Nadie debe de obligar a otra persona a trabajarse. Por eso Herrera en uno de sus libros plantea: ¿Vale la pena estar con un mutilado sentimental? Y la respuesta que ella da es un rotundo no. Porque el cambio se va a dar si cada persona tiene la convicción de llevarlo a la práctica.
Los machismos están tan introyectados en una misma que incluso, en lugar de empatizar con tus amigas, lo hacemos con sus parejas machistas. Recuerdo que hace años conocí a dos mujeres que en su momento se mostraron sororas, aprendí de ellas mucho, en ese sentido, pero cuando terminé una relación de 8 años y les expliqué la causa, una de ellas solo dijo: “empatizo con fulanito”, a pesar de que la causa de la ruptura era violencia: querer obligar a tu pareja a vivir en un modelo relacional que no quería etc., pero nunca dijeron que empatizan conmigo ni que entendían o aplaudían que había logrado salir de esa relación tan tormentosa. A pesar de que ellas se consideraban feministas.
Lo anterior es exclusivamente para ilustrar cómo a pesar de leer, de tener la teoría o teorías feministas, no basta solo con eso, sino hay que trabajarse constantemente los patriarcados en el día a día. Incluso hace mucha falta crear más espacios para compartir nuestras experiencias, nuestros métodos.
Llevar a la practica la liberación de las mujeres en un trabajo arduo, difícil sí, porque tenemos siglos de patriarcado que se ha colado hasta en nuestros huesos, pero si hacemos una autocrítica de todos los días, iremos rompiendo con ello poco a poco y, de alguna manera, la misma sociedad lo puede hacer, ya que seremos un ejemplo cotidiano para las demás generaciones.
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