Por R. Aideé Aguilar Esquivel
El pasado 23 de noviembre de 2024 en Rusia aprobaron una ley que prohíbe que las mujeres se pronuncien o sean “influenciadas” para decidir no tener hijos.
El objetivo de esta ley es coartar la promoción de la libertad de elección respecto a la procreación, principalmente a través de redes sociales, publicidad, películas y medios de comunicación.
El supuesto argumento es que los índices de natalidad en los últimos 25 años han sido los más bajos y los de mortandad han aumentado. Pero, ¿realmente cuál es la causa de estos índices? Guerra y patriarcado.
Notemos que esta legislación rusa refuerza el control patriarcal sobre los cuerpos de las mujeres, pero también es una estrategia geopolítica en la cual utilizan la reproducción para servir a los intereses del Estado en tiempos de conflicto.
Recordemos que la guerra al generar una alta tasa de mortalidad en la población masculina y, una disminución en las tasas de natalidad hace que los gobiernos autoritarios conviertan a las mujeres en herramientas de reproducción para asegurar la continuidad del poder militar y económico.
También, dicha ley niega la libertad de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos, subordinándolas al arquetipo patriarcal, que promueve la idea de que las mujeres tienen valor social únicamente por su capacidad reproductiva.
Cuando se prohíbe la “propaganda childfree”, es decir, el acceso a la información, se reprime el derecho de discrepar del mandato de la maternidad, reforzando el discurso de que la única forma legítima de ser mujer es a través de la maternidad. Esta violencia invisibiliza, niega y castiga otras formas de existencia femenina.
Esta ley refleja lo que ha marcado el acto de la guerra hecho por el patriarcado por siglos; una legislación estatal que reduce a las mujeres a fábricas de soldados. Algo que no es exclusivo del caso ruso. Incluso lo promueven en los símbolos patrios como los himnos nacionales, por ejemplo, el mexicano: “un soldado en cada hijo…”. Lo que vincula al patriarcado con la guerra y los nacionalismos exacerbados.
Ahora, en un contexto donde la guerra es una constante, como en el conflicto Rusia-Ucrania, el Estado necesita reponer su fuerza militar a través de la natalidad. Incluso, bajo esa lógica, convierten la reproducción en un asunto de seguridad nacional, sacrificando la autonomía de las mujeres en aras de una supuesta necesidad estatal.
Resaltemos que las mujeres no solo son forzadas a reproducir, sino para que sus hijos sean potencialmente vistos como futuros soldados destinados a perpetuar la maquinaria bélica del Estado.
Asimismo, obligar a las mujeres a ser madres en un contexto donde las políticas estatales priorizan la guerra y la expansión territorial es una forma de violencia institucional y reproductiva. No es casualidad que esta ley brote en un momento de tensión internacional y militarización extrema. Las políticas natalistas forzadas se entrelazan con el militarismo, donde cada nacimiento es instrumentalizado para fortalecer al Estado en su capacidad bélica, dejando de lado el bienestar físico, emocional y económico de las mujeres y los futuros niños.
Remarquemos que, al forzar a las mujeres a tener hijos para alimentar la maquinaria de guerra, perpetúa ciclos de violencia intergeneracionales; ya que los niños nacidos en este contexto no son criados para tener una vida plena, sino para ser incorporados eventualmente en un sistema militarizado que sigue explotando sus cuerpos y vidas. Por lo tanto, esta ley no solo impacta a las mujeres, sino que convierte a las infancias en una categoría sacrificable en aras de los intereses estatales.
Para concluir, tengamos presente que la instrumentalización de la maternidad para servir a los intereses militares y nacionalistas es una forma extrema de opresión patriarcal. Frente a esta realidad, es urgente que los movimientos feministas denuncien y resistan estas políticas, exigiendo el reconocimiento de los derechos reproductivos como fundamentales e inalienables. Pero, además de los movimientos feministas, es una violencia que deben atender los organismos institucionales y la sociedad en general.
Teniendo presente que la maternidad debe ser una elección libre, no una imposición estatal al servicio de la guerra. Solo a través de una crítica feminista, apoyada y respaldada por la sociedad y los organismos de poder, que tengan compromiso con la paz y la justicia social, se podrá desmantelar esta alianza entre patriarcado y militarismo que continúa usando el cuerpo de las mujeres y a las mujeres en sí como instrumentos para el poder estatal.
Imagen creada con IA por LCR