Burnout y la salud mental

por Azucena Cháidez

Por Azucena Cháidez Montenegro

 

La asfixia. El agobio. La insuficiencia eterna. Sentirse incapaz de avanzar o responder. Aprender a soltar. Vivir para contarlo. Imaginar todo lo que debe haber pasado para llegar al día siguiente: la imperante necesidad de salir corriendo, y aun así, permanecer. Sudar frío, sentir acelerado el pulso, estar exhausta. No pensar, sólo ejecutar.: lo que sigue, uno más. Un día a la vez y todos al mismo tiempo. Uno más que se logra resolver. 

¿Qué se puede resolver? Enfocarse ahí: en lo qué sí puedo resolver. Qué difícil es enfocarse en una única tarea, estando acostumbrada a que la mente vaya más rápido que las acciones. No puedo más con el acelere. Pareciera que las emociones no se sienten. Respiro por inercia. Se acelera el pulso con los números que debo presentar y se pausa el tecleo cuando llega un correo. Medio ver, medio escuchar. Leer de reojo y recordar lo que falta en la pantalla del celular. No olvidar los horarios y las lecciones o los pagos. No puedo dejar de pensar cómo resolver el siguiente pendiente, el que tengo encima y los que no han llegado.

Quisiera sentarme a escribir. A pintar. A leer. Pero eso no puede ser. No por ahora. Falta una propuesta, un correo, un archivo. La falta de aire y las preocupaciones regresan porque las facturas siguen sin entrar a la cuenta. 

Recuerdo que debo contar.  Contar las bendiciones. Respirar y agradecer. No he de pensar en negativo, todo en positivo. Todo. Soltar. Delegar. Aunque delegar cuesta. Quiero renunciar. Dejar de hablar. Anhelo la tranquilidad que no llega, silenciar el ruido en mi mente.  Y luego nada. El silencio no salva. La inquietud no se va. Es un cambio de arena, de aire; de luz. Es un cambio sutil. La paz es un mito. El famoso burnout es real.  

Eso que pensé que era un mito del que sufrían los “débiles”, no lo es. La fatiga crónica vinculada al estrés laboral, llamada burnout, se define como un tipo de estrés asociada al trabajo que implica agotamiento físico o emocional, ausencia de sensación de logro y pérdida de la identidad personal. Afecta la salud mental y se ha llamado en algunos reportes como el realizado por Buk sobre el tema, como la renuncia silenciosa y representa uno de los grandes retos de los recursos humanos del mundo laboral moderno. Este problema de salud mental está vinculado a la motivación y al agotamiento emocional y está llamando la atención como un problema creciente en el mundo entre instituciones como la Organización Internacional del Trabajo

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en enero de 2024 en México los indicadores de bienestar auto reportado de la población urbana alcanzan un promedio de 6.7/10 para el bienestar anímico para los hombres y 6.4 en la misma escala para las mujeres. Según este mismo reporte, el grupo de edad entre 30 y 44 años de edad reportó la mayor brecha entre hombres y mujeres y al revisar por cada uno de los estados anímicos que se analizan, los valores más bajos están en el balance entre preocupación vs. estrés y vitalidad vs sin vitalidad.

Al contrastar con el informe de Buk, esta sensación de apatía, agotamiento y bajo desempeño suele ser más común entre mujeres. Esto no es de sorprender. La carga mental del hogar, sumada a la carga laboral suele generar un círculo vicioso difícil de romper sin ayuda externa. En estos mismos informes se identifica que las dificultades para conciliar la vida laboral, personal y familiar hace que las mujeres tiendan a reportar mayores síntomas de agotamiento y pérdida de control sobre las tareas pendientes entre las mujeres. 

El autocuidado y la salud mental guardan un vínculo inquebrantable. Saber que es importante cuidar de nosotras para poder cuidar de los demás resulta complicado para una  gran parte de la población femenina, sobre todo aquella económicamente activa. El autocuidado resulta subestimado en el día a día, siempre hay algo que parece más urgente o importante. El autocuidado sigue siendo el factor que podría proporcionar ese balance que permita tomar mejores decisiones, ser más productivas, resolver mejor los problemas laborales o familiares. Sin embargo, sigue presentándose como la pieza perdida para la mayoría de nosotras. Una pieza difusa, a la que muchas veces no sabemos cómo darle forma.

 

 

Imagen creada con IA por LCR

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