El silencio no me (nos) protegerá

Hace casi un año, una de las teóricas feministas más destacadas de México y América Latina vino a Villahermosa, convocada por la Consejera Electoral con la que colaboro en el IEPCT

por María Gudelia Delgado Meza

Por Gudelia Delgado Meza

Hace casi un año, una de las teóricas feministas más destacadas de México y América Latina vino a Villahermosa, convocada por la Consejera Electoral con la que colaboro en el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Tabasco (IEPCT), para impartir un taller de impulso al liderazgo político de las mujeres. Fui, con mucho orgullo, la presentadora del evento.

Al despedirla en el aeropuerto, la grandiosa tallerista, integrante imprescindible de nuestra genealogía fe minista, me entregó un documento; “esta carta es para ustedes” me dijo antes del abrazo de despedida.
Supe en el primer párrafo quién era la autora de la carta. Al terminar la lectura sopesé las posibilidades. Consideré inviable una queja ante el órgano interno de control del IEPCT o ante cualquier otra instancia legal, habida cuenta de que ella (la autora) ocupaba un cargo de suma relevancia y yo, en cambio, soy sólo una técnica del área de consejerías. Por la vía jurídica sólo arribaría a una persecución más encarnizada de su parte. Guardé la misiva y mi respuesta para un momento más favorable.
Hoy es el momento. La hago pública porque lo personal es político, porque en congruencia con mi ética y mi lucha feminista, ni la autora de esta carta, ni ninguna otra persona que me ataque por la espalda y pretenda salir impune contará con la complicidad de mi silencio.
Ella escribió de su puño y letra una sarta de injurias y creyó que la entrañable maestra feminista a la que se la entregó daría crédito a sus palabras y se colocaría a su favor. ¡Qué poco sabe la autora de la carta del significado de sororidad y de cómo las feministas repudiamos la calumnia y la intriga tan rotundamente patriarcales!
No hace falta decir más. La autora se muestra de cuerpo entero con sus propias palabras. Yo no he tenido ni tendré ningún sentimiento hacia ella. Ni sus frases tienen el poder de herirme ni su actuar significa algo en mi vida.
Si la autora opta por seguir indefinidamente con la intriga en mi contra o por continuar la persecución sistemática es su decisión y no mía. Yo sólo elijo no callar.

He aquí la carta…

 

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