Por Núria González López
«Con cada vez más mujeres jóvenes formadas y cada vez más hombres jóvenes “Ni Ni Ni”, es decir, que ni estudian ni trabajan ni tiene ganas de hacer nada, la tarea de encontrar un espécimen masculino al que le puedas decir dos frases subordinadas seguidas sin que le patinen las tres neuronas vagas que tiene se vuelve harto difícil»
Que entre los objetivos de muchas mujeres ya no está aguantar a ningún hombre sólo por no estar sola es ya más que una tendencia creciente y sólida. La novedad está en que esta semana lo ha descubierto y puesto negro sobre blanco el Financial Times.
En un estudio sociológico que, recomiendo muchísimo, se recogen datos que vienen a corroborar una realidad que nosotras ya sabemos pero que determinados sectores de la sociedad se empeñan en no querer ver y que tiene un grupo de damnificados principales: los imbéciles.
La situación es la siguiente en países como Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Francia, España y algunos más de la Unión Europea. Además de que el número de mujeres que acaban tanto el instituto como que tiene estudios universitarios supera con creces al de los hombres, se da el fenómeno de que hace una década los hombres entre 16 y 24 años sin formación llegaban a ganar en el mercado laboral un 57% más que sus homólogas femeninas.
Sin embargo, y maldita la gracia que tiene que sea en lo más precario el único lugar donde sí se está acortando realmente la brecha salarial, esa diferencia se ha acortado hasta prácticamente llegar equipararse y en el mejor de los casos para ellos no llega a los 10 puntos de diferencia.
Por tanto, tenemos el primer dato, a saber, que los hombres sin estudios no tienen prácticamente ninguna salida laboral. La razón de que las mujeres estén mejor situadas en este punto es que las mujeres si están masivamente ocupando lugares de trabajo precarios en una industria donde los hombres no entran porque, primero, no suelen saber ni cuidarse ellos mismos, y dos, no son aptos para el trato que se requiere con las personas. Es la industria de las empresas dedicadas al cuidado de terceras personas.
Concluyendo, las mujeres jóvenes, aún sin formación, sobreviven mejor en el mercado laboral precario que los hombres jóvenes que no tienen ni una etiqueta de anís del mono.
Sin embargo, este es un problema que no se queda sólo en lo económico y que trasciende a lo social, a lo político y hasta a lo demográfico.
Como decía al principio, las mujeres cada vez están mejor formadas lo cual, muy poco apoco es cierto, les está dando acceso a puestos de trabajo que les permite tener una independencia económica sin contar con el rol de “proveedor” ni siquiera compartido de ningún hombre.
Por tanto, las exigencias psicoemocionales a la hora de relacionarse aumentan por parte de las mujeres. Con cada vez más mujeres jóvenes formadas y cada vez más hombres jóvenes “Ni Ni Ni”, es decir, que ni estudian ni trabajan ni tiene ganas de hacer nada, la tarea de encontrar un espécimen masculino al que le puedas decir dos frases subordinadas seguidas sin que le patinen las tres neuronas vagas que tiene se vuelve harto difícil.
Y es que pónganse en el lugar. De qué van a hablar una joven en primero de medicina y un mendrugo de esos que solo se relaciona con el mundo través del youtuber de pelo pollo frito de turno que se dedica a jugar a la play station en línea como mayor logro de su vida. Obviamente, de nada.
Y si no se puede hablar no hay quien se relacione y cómo vas a acabar teniendo sexo con un tío que tiene la inteligencia justa para echar el día y para no andar y cagarse al mismo tiempo. Imposible. Por eso cada vez más, tal y como dice el Fiancial Times y como nosotras llevamos años practicando, hay escasez de hombres interesantes y las mujeres directamente desisten de encontrar nada potable. Igual que cuando llevas veinte minutos en los montones del mercadillo y te vas a tu casa de vacío y sin nada. Desistes. Lo ratifica el Financial Times: los imbéciles se quedan sin sexo, es decir, lo que se queda en los montones del mercadillo.
Pero esta situación tan cómica, tiene también su vertiente trágica no tan divertida.
Se da la nada sorprendente circunstancia de que esa franja de población de hombres jóvenes sin formación ni empleo son los que masivamente están votando a partidos de extrema derecha o a fenómenos como el de Alvisse, ambos de corte claramente misógino.
Y es que no es difícil de inferir que, si esos pobres discapacitados sociales son incapaces de relacionarse con nadie, mucho menos lo harán con las chicas de su edad y que están mejor educadas, y por tanto, prefieren volver al antiguo régimen en que las mujeres no decidían nada ni importaba lo tarugos que fueran ellos, porque las mujeres sólo estaba criadas para agradar y para aguantar. Y eso es lo que quieren, que alguien los aguante porque sí y por eso son fans de todo lo machista que aparezca en cualquier lado.
Y lo más importante de todo lo que quieren es que la mujer vuelva su rol de cuidar, y esto no es exclusivo de la ultraderecha. Por eso van intentando poner de moda a crías en las redes sociales que parecían salidas de la película “Las Mujeres Perfectas”, peli que recomiendo más que nunca, dadas las circunstancias.
Ellos quieren que volvamos a cuidar, porque ellos no se cuidan. De hecho, el mismo estudio revela que el 80% de esos hombres jóvenes imbéciles padece graves problemas de salud crónicos. Y, además, no siempre van a tener 20 años. Así que el plan es que para cuando cumplan 80, todos los políticos machistas de todos los partidos se hayan puesto de acuerdo para promulgar una nueva ley de la pata quebrada.
Mientras tanto, les deseo a todas las jóvenes que buscan compañero de lo que sea que no se conformen con cualquier cosa. La imbecilidad no es sexy.
Foto de south_agency desde Getty Images Signature, editada con Canva Pro