Por Guadalupe Herrera Alvarado
Solo una vez al año es el Día Internacional de las Mujeres; solo ese día mujeres de todas las edades y clases sociales se concentran en otros escenarios diferentes como son su lugar de trabajo y sus hogares muchos de ellos un infierno para buscar erradicar la violencia, la igualdad de género y el esclarecimiento de los feminicidios; ese día, el 8 de marzo, salen a las calles sin miedo, seguras de que serán arropadas por otras mujeres a sabiendas de que entre ellas se protegerán y tendrán la libertad de gritar su digna rabia.
Pero la conmemoración del 8 de marzo de 2024 no fue la imaginada por muchas mujeres; la seguridad y la protección sorora de sus hermanas no evitó que en algunos estados fueran agredidas por los cuerpos policiacos, como en Zacatecas, Colima, Nuevo León, Jalisco, Puebla, Torreón y Chihuahua entre otros, en donde se suscitaron actos violentos, para impedir la iconoclasia.
La iconoclasia es una forma libre de expresión que las marchistas han decidido utilizar para manifestar su inconformidad; la pinta de edificios públicos, monumentos, plazas, hasta edificios religiosos han sido marcados con color rojo y negro en alusión a la violencia y a la sangre derramada por mujeres y niñas que han sido agredidas, golpeadas, asesinadas, levantadas y violadas frente a un gobierno solapador y maniatado sin margen de acción para cumplir con lo prometido en campaña de salvaguardar a “sus mujeres”, como así lo han manifestado algunos gobernadores.
Frases como “Para qué quieres los monumentos limpios en un país lleno de sangre”, “Era tu pared, pero era mi niña”, se pudieron leer en las marchas en reclamo al gobierno que blindó edificios públicos sin pensar que esa acción es una clara provocación para las marchistas que caminan con la adrenalina desbordada que da la juventud por la naturaleza de las manifestaciones que en una reacción lógica las lleva a caer en la provocación.
Ante estas reacciones, los cuerpos policiales (que se supone están ahí para resguardar a las manifestantes) cumplen las instrucciones de sus superiores y entran en acción para evitar la iconoclasia ejerciendo el poder que les da su cargo para proteger los espacios públicos que son inertes, que pueden ser rescatados; por el contrario, se van directamente a atacar a las marchistas que son mujeres, personas que exigen una sociedad que les brinde seguridad, porque, si la tuvieran, no saldrían a las calles y que las marcas físicas, psicológicas y mentales con las que viven no serán rescatadas ni borradas como se puede hacer con un edificio. Esas se quedan marcadas para siempre para recordar por qué debemos de seguir en la lucha.
La nula empatía del gobierno patriarcal quedó de manifiesto ante la intolerancia, el poco respeto hacia las femeninas, la violación a la libertad de expresión y la falta de capacidad para escuchar las denuncias y las exigencias de miles de ellas que viven a diario bajo el sobresalto que les provoca salir solas a las calles por el temor a ser agredidas, ser violentadas en los hogares por familiares, ser privadas de su libertad por grupos criminales, ser acosadas por maestros y compañeros, ser obligadas a trabajos sexuales forzados y de trata, además de ser minimizadas por políticos formados en la vieja política que reclaman más espacios para ellos y critican que en la actualidad la mujer les esté ganando los espacios de poder, cuando en la eternidad ellos siguen moviendo los hilos del poder.
Sería un error del patriarcado minimizar el movimiento y creer que con violencia evitarán que las mujeres se sigan manifestando; el movimiento feminista se está moviendo no solo en México, sino en el mundo. Mujeres de países del oriente también conmemoraron el 8 de marzo, pero en la privacidad en lugares más seguros para ellas cubriendo sus rostros con carteles para esconder su identidad en protesta por su libertad; mujeres de Latinoamérica y Europa también salieron a marchar de diferentes formas, pero siempre exigiendo lo mismo en todas partes, el común denominador es un “ALTO A LA VIOLENCIA EN CONTRA DE LAS MUJERES” en todas sus manifestaciones.
A sabiendas de que estamos viviendo un proceso electoral, quienes gobiernan debieron de considerar el voto de las mujeres, que como ya sabemos somos mayoría y quien desdeñe la participación femenina en las urnas está cometiendo un error, como lo han manifestado algunas mujeres que estuvieron presentes a través de las redes sociales que amenazan con “NO VOTAR” a favor de tal partido, el castigo a la larga puede pesar y mucho.
Los estados mencionados al inicio y que son los que violentaron a las mujeres el pasado 8 de marzo, como sabemos, Zacatecas y Colima son gobernados por MORENA; Coahuila por el PRI; Jalisco y Nuevo León por Movimiento Ciudadano, Chihuahua por el PAN, como podemos ver, hay que analizar y razonar a quien se le va a otorgar el voto, ahora sí que ni a cuál irle, cuando en pleno proceso electoral se atrevieron a atacar y a encarcelar a las manifestantes como es el caso de Zacatecas y Nuevo León, o de rociar con gas lacrimógeno a las poblanas, si ganar votos nos los detuvo qué se puede esperar cuando las manifestaciones sean en un año “normal.”
Mientras las candidatas a la Presidencia de República Xóchitl Gálvez de la Coalición Fuerza y Corazón por México y Claudia Sheinbaum por la Coalición Sigamos Haciendo Historia, daban a conocer las propuestas para las mujeres, las féminas eran atacadas y violentadas. Aunque la gobernadora de Colima Indira Vizcaíno anunció que el Subsecretario de Operaciones de la Secretaría de Seguridad Pública fue separado de sus funciones el acontecimiento quedó plasmado en la mente de las mujeres y una mujer nunca olvida.
