¿Si no marcho el 8m no soy feminista?

por Mag Mantilla

Por Mag Mantilla

Marchar con conciencia de ser mujer en la sociedad machista es un acto no sólo de reivindicación por los derechos de las mujeres, porque principalmente es  sanación y expresión de la rabia conciente y sabia,  así como de la ternura radical. El encuentro en masa desde el buen trato y el amor entre las amigas sumado a la congregación de infinidad de mujeres que poseen la certeza sobre que todas merecemos una vida digna, plena y satisfactoria en todos los ámbitos que nos conforman, y  del cuestionamiento al sistema que promueva la dominación masculina y la subordinación femenina, germina la reunión en comunión espontanea entre todas las que marchan.

Así, indagar sobre la genealogía feminista y las diferentes querellas que nuestras ancestras han vivido es relevante para la toma de conciencia de todas. Marchar y saber que un 8 de marzo de 1857 las trabajadoras textiles de Nueva York organizadas masivamente por las calles marcharon con el lema “Pan y rosas”, protestando por las abominables condiciones laborales a las que eran sometidas, demandando un recorte a la jornada laboral, así como la abolición del trabajo infantil, es marchar y tejer la historicidad de mujeres, a la par de disrumpir con la historia oficial (e impuesta) sobre nosotras.

Cabe mencionar que si bien hubo otras movilizaciones para la reivindicación de los derechos de las mujeres, en esa latitud y otras (incluso la mexicana), es importante datar esta fecha como la referencia primaria para el 8M.

Considero que, si bien las movilizaciones de mujeres en seguida conectan con las nociones más incipientes e incluso aún vigentes sobre feminismo, es bien importante no reducirlo únicamente como movimiento, pues sumergimos en este revela su hondura, al ser también un pensamiento, una teoría y una práctica constante que tiene en el núcleo increpar al patriarcado y despojarnos del mismo, vivirnos en femenino libre (de imposiciones sistémicas) a partir de la relación que gestamos con nosotras mismas y las mujeres con quienes nos vinculamos.

Lo anterior no se logra únicamente asistiendo a las marchas como la conmemorativa por el 8M, porque sucede día día: priorizándonos desde la autoridad femenina, como amas, dueñas y señoras de nuestras vidas, autoras irrefutables de nuestro trayecto vital. Tener la conciencia de que podemos disfrutar de ser libremente mujeres es una potencia que disrumpe inmediatamente al patriarcado, al poner en el centro nuestro placer, cosa que no está peleada con tener total conciencia de las miserias a causa de vivir en la lógica androcéntrica siendo mujeres, al mismo tiempo que sabemos la fortaleza de reconocer constantemente la grandeza de ser una misma, cada una con su disparidad y genuinidad. Y que reconocerme a mí también es reconocer a la otra, desistir a la animadversión de la cultura misógina.

Así que, como hoy escribió mi querida amiga y colega, socióloga feminista Sheila Contreras: “Quien pueda/quiera marchar, que marche, descansar que descanse, bailar que baile, trabajar que trabaje, dormir que duerma … y así …”. Cualquiera que sea tu deseo en 8M nunca más dejes de disfrutarte en toda la extensión de tu ser y con conciencia de que nosotras siempre transgredimos con nuestro pensamiento cuestionador de las condiciones establecidas, nuestra indignación rabiosa, pero también con nuestros goces y satisfacciones más francas, siempre en comunión con una misma y las mujeres de nuestras vidas. No marchar el 8M no te quita tu conciencia, pensamiento, mirada, ni praxis feministas, pues el feminismo brota con todas tus autonomías vitales.

 

 

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