Oriente Medio es el nuevo Hollywood

El petrodólar vuelve a mandar, si es que alguna vez dejó de hacerlo

por Nuria González López

Por Núria González López

El petrodólar vuelve a mandar, si es que alguna vez dejó de hacerlo. El lugar del mundo donde mandatarios, ricos y famosos, deportistas y realeza despedida de sus tronos se da cita en la última década es Oriente Medio. El sitio donde ver y dejarse ver, como si de una fiesta marbellí ochentera se tratara.

Los jugadores de fútbol en el declive de su carrera en Europa han encontrado una “segunda actividad” multimillonaria en ir a “jugarles” a los jeques millonarios y a sus colegas, aunque a los estadios no pueda entrar la mitad de la población, porque son mujeres. Es igual, en el fondo todos sabemos que el fútbol es una cosa de tíos

Pero no sólo los futbolistas claudican ante la seducción de las ricas cabezas árabes tocadas por las “kufiyas”. El último en fichar por Arabia Saudí ha sido el golfista vasco Jon Rahm, quien va a recibir una cantidad indecente de millones por jugar al golf en el desierto arábico.

Jugar al golf en el desierto.  Y qué no podrán las mayores (y más opacas) fortunas del mundo, cuando se puede pretender hacer del golf un deporte nacional en un país donde no hay ni una gota de agua en miles y miles de Kilómetros. Ya no quedan fuentes naturales de agua permanentes durante todo el año en el país. Pero están desalinizando el mar a golpe de talonario.

Me pregunto si hablaron de eso en el vecino Qatar durante la cumbre del clima, la COP 28, donde durante trece días han pasado por allí unas 100.000 personas según la organización, a discutir sobre los combustibles fósiles y la energía, con el aire acondicionado puesto a todo gas, y desplazando cientos de aviones y miles de coches para transportar a los integrantes de las delegaciones de los 168 países que han participado. ¡Esto es Hollywood!

La única conclusión cierta que podemos sacar de esa cumbre es que los 26 países que no han participado de la COP 28 son los únicos que han contribuido de manera efectiva a la lucha contra el cambio climático, al menos ahorrando contaminación, a costa de perder su foto en el photocall de los que van a salvar el mundo haciendo cumbres insostenibles e inoperantes, excepto para lavarle la cara a regímenes igual de autoritarios que millonarios.

Sin embargo, no siempre fue así y hubo quien no transigió a tales hipocresías, aunque la historia no compense el buen criterio con toda la fama y el reconocimiento que merecerían tal cosa.

En 2017, justo cuando los países de Oriente Medio empezaban arrancar seriamente su campaña de blanqueo y marketing a golpe de petrodólar, una joven mujer de 27 años, bicampeona del mundo de ajedrez llamada Anna Muzychuk se plantó y prefirió perder sus dos títulos por no ir a defenderlos al campeonato del mundo que, precisamente se celebraba en Arabia Saudí. La razón, tan obvia como tristemente insólita, a saber, Anna no pensaba ir a jugar y a ofrecer el espectáculo que ello conlleva a un país donde no se respetan los derechos humanos más básicos de las personas y especialmente de las mujeres. Se negó en redondo a ir y efectivamente perdió sus títulos.

Menos de un año después el príncipe saudí ordenaba el asesinato y descuartizamiento del periodista Jamal Kassoghi en su embajada en Estambul. Hoy, Anna Muzychuck vive en el más absoluto anonimato en Valencia y su carrera como ajedrecista profesional aún no se ha recuperado del golpe. Mientras, en Arabia, él mismo príncipe sigue gobernando su país dictatorialmente mientras construye campos de golf en el desierto para deportistas sin escrúpulos. Todo es posible en Hollywood…

Opinión también publicada en DLVRadio.es

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