Elegir mujeres como acto político

A las mujeres se nos ha condenado al silencio histórico. Recuperar la memoria, la versión de la historia y los acontecimientos de las mujeres no sólo es justo sino políticamente necesario

por Patricia Butrón

Por Patricia Butrón

Las mujeres históricamente hemos sido relegadas en los espacios públicos, laborales, políticos y sociales y por supuesto, la literatura. A las mujeres se nos ha condenado al silencio histórico. Por siglos, se mantuvo a las mujeres sin una voz para contar, desde sus espacios, la vida de una época, las costumbres, los acontecimientos y sobre todo nuestra versión de las cosas. La Historia, no puede estar completa sin la versión de la mitad de la población y de eso habla Chimamanda Ngozi cuando dice que nunca existe una única historia sobre ningún lugar, y que cuando recuperamos esas historias, recuperamos una especie de paraíso. Recuperar la memoria, la versión de la historia y los acontecimientos de las mujeres no sólo es justo sino políticamente necesario.

Si bien es cierto que las cifras muestran que desde el 2020, quizá motivadas por la pandemia, las mujeres leemos más que los hombres y que las publicaciones de los libros escritos por mujeres aumentó en casi un 50%, esto no demuestra que en general se lean más libros escritos por mujeres que los escritos por hombres (datos que publica el Ministerio de Cultura Español en su última publicación de 2020) En México, según el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) quien se ocupa del quehacer literario mexicano de los siglos XX y XXI en marzo de 2020, su diccionario registraba un 26.7% de escritoras contra un 73.3% de escritores. De 2 mil 94 nombres registrados, menos de 600 son mujeres. Las cifras revelan un gran rezago de los libros publicados en editoriales comerciales escritos por mujeres. Podemos ver por lo tanto, que a pesar de que las mujeres estamos escribiendo y leyendo más, existe un enorme rezago en la lectura de textos escritos por mujeres.

El feminismo no sólo se ha encargado de estudiar las opresiones que vivimos las mujeres y del quehacer colectivo para la defensa de sus derechos humanos, sino que ha puesto sobre la mesa la urgencia de tener un lenguaje propio, resignificar las palabras, darle valor a las historias de las mujeres contadas desde la subjetividad de cada una, desde sus realidades particulares. Y si bien las mujeres hemos empezado a leer y a escribir más, la realidad y el entorno nos demuestra que seguimos sin tener los espacios necesarios para dar visibilidad a nuestras historias.

Pero las mujeres no sólo hemos estado relegadas el silencio; cuando hemos osado escribir lo hemos hecho desde un lenguaje masculino. Las mujeres vivimos realidades distintas que los varones y aunque a estas alturas parezca redundante decirlo, es el lenguaje de los hombres el que, a través de la vida pública, da cuenta de esas realidades. Por consecuencia, las decisiones políticas, económicas y sociales se toman desde ese lenguaje masculino que hemos dado por válido a través de los siglos. La problemática de las mujeres, su experiencia de vida en este mundo caótico, el cambio climático, las guerras, la pobreza, la desigualdad laboral, debe ser leída también desde la perspectiva de las mujeres con el lenguaje de las mujeres porque la realidad no atraviesa de las misma forma a hombres que a mujeres, por lo tanto, la representación de la realidad y el lenguaje no pueden ser los mismos.

La literatura nos da entrada a esas historias, a esa experiencia vivida desde el cuerpo de las mujeres que lleva grabado en sí mismo una poética particular. Leer libros escritos por mujeres nos abre la puerta a una visión particular de la historia, de las pequeñas comunidades y de las grandes ciudades, de la guerra y la paz, de la violencia vivida en el propio cuerpo y también de la belleza que nos rodea. Leer a mujeres nos muestra un mundo con mujeres protagonistas que participan en la vida social, económica, científica y política del mundo. Mujeres que crean espacios seguros para ellas y para todos, que cuidan del entorno, que aman, que odian y se llenan de rabia. Mujeres que traicionan y son fieles. Mujeres que defienden ideales y los derechos humanos, mujeres que sufren la guerra al lado de sus hijos y que también toman las armas porque tiene hambre de justicia, mujeres que crean un lenguaje propio para que todas y todos las escuchen, las lean, las reconozcan y las tomen en cuenta.

Leer libros de mujeres ayuda a ese reconocimiento, a que el lenguaje de las mujeres forme parte del lenguaje del mundo. Ayuda a que aprendamos a que existen otros significados de las palabras, otras perspectivas de la historia, otros ojos desde los cuales narrar la realidad que nos rodea. Leer libros escritos por mujeres se convierte entonces en un acto revolucionario y políticamente necesario.

Imagen creada con IA por LCR a través de Canva PRO

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