Amasadoras de metáforas

Escribir es como amasar el pan, decía Leila Guerrero, y me parece que esa imagen puede detallar el acto de escribir poesía: amasar el lenguaje con suavidad, con crueldad, con engaños, sinceramente, a los gritos.

por Patricia Butrón

Por Patricia Butrón

Escribir es como amasar el pan, decía Leila Guerrero, y me parece que esa imagen puede detallar el acto de escribir poesía: amasar el lenguaje con suavidad, con crueldad, con engaños, sinceramente, a los gritos. Amasar la fiesta, el reclamo, la discordia, el viaje, el amor, la política, la guerra, la revolución. Amasar y amasar las palabras, golpear los significados, salar, endulzar y aderezar los símbolos. Dejar que crezca la masa bajo el acto benévolo o violento de la levadura, hacer fermento de las realidades que a veces nos rebasan.

Amasar la metáfora, trenzarla, hacerla bollo, pan de mesa para el desayuno, pastel de boda, galletas dulces y a veces dejar que se nos agrie la masa porque no hay otra forma de decir lo que se tiene que decir más que en forma de pan ácimo. A veces la vida no da para un pan de fácil digestión.

Ese pan poético se ha reinventado en los hornos de las mujeres. Ellas aprendieron a moldear el lenguaje para que les perteneciera, para que nos perteneciera. Las mujeres  en la poesía han aprendido a agrandar el horno, le han dado una nueva dimensión a las recetas conocidas. Se han apropiado de ritmos, melodías, tonos: los han amasado todos. Los han transformado no sólo con las manos sino con el cuerpo entero. Se han volcado a amasar un lenguaje propio con todo su cuerpo colectivo. Deconstrucción de esa masa madre, de esos significados primarios y primordiales para engendrar todo un pan propio. Cambiando discursos, cuestionando mitos, re-elaborando recetarios. Todo un rompimiento rítmico y melódico. Una revolución de la identidad desde lo fundamental. Harinas nuevas y granos ancestrales para reescribirlo todo. Para hornear todo en otras brasas. Los consumidores de esas nuevas formas están aprendiendo a degustar y disfrutar de estos nuevos sabores que hablan sobre todo de lo que se había callado: violencias, abusos, opresiones, pero también de amores revalorizados y libertades entendidas desde otros puntos de vista.    

Y si escribir poesía es como amasar el lenguaje, leerla es aprender a degustar lo que sale del horno. A veces el pan sabe a pólvora, a sangre, a la vida destrozada de miles de mujeres y hombres en los acantilados Chilenos, en la frontera de Chiapas, en el desierto, en las calles de pueblos y ciudades.  A veces sabe a juventud desencantada, a rebeldía, a reclamo, a sexo, drogas y claro, también a rock and roll. El pan sabe a alegría infantil, a fiesta de cumpleaños, a esperanza en los ojos de otro. Al amor particular a la tierra, a este pequeño mundo contradictorio.

La música es parte esencial de la poesía, el ritmo y la melodía tienen sus sazones especiales. Hay quienes amasan su lenguaje desde la música, con música y a pesar de ella. Y las mujeres que hacen música se vuelven también amasadoras de lenguajes desde la poesía, con la poesía, por falta de ella o a pesar de ella. Cantan para darle forma a esa masa de realidades Llenan esos pequeños espacios personales de significados distintos. Hay aventureras que le platican a la música la poesía, le susurran sus críticas, sus miedos, sus amores y desamores. Otras son más combativas y explotan, pero su particularidad se convierte en una forma especial de darle sentido a ese lenguaje. Toman prestados de otras recetas ingredientes, los mezclan, los enriquecen.

Para cada quien la aventura del comer es una experiencia distinta, así la poesía. Escuchar poesía, leer la música. Leer y sentir.  Probar y escuchar lo que ocurre dentro de nosotras. Amasar también los significados, lo que representan. Amasar fuera y dentro de cada una lo que nos sugiere, lo que nos seduce, lo que nos platica o nos arroja la poesía y su música, la música y su poesía. En este goce todas nos volvemos poetas, todas somos poetas en este viaje de experimentación. Desde dentro o desde fuera, a quien nos gusta la poesía, a quien nos gusta la música, quienes la hacen, la escriben o la gozan,  todas nos convertimos en amasadoras de metáforas.

 

Foto de Thought Catalog: https://www.pexels.com/es-es/foto/taza-de-te-de-ceramica-blanca-con-platillo-cerca-de-dos-libros-sobre-textil-floral-gris-904616/

Loading

Comenta con Facebook

También te podría interesar

Todo el contenido de La Costilla Rota® es público y puede ser reproducido sin fines de lucro 

con el debito crédito. Para mayor información y contratación de publicidad, contáctenos: lacostillarotaoficial@gmail.com

Ir al contenido