Por Angélica de la Peña
¿Cuántas mujeres son asesinadas y no lo sabemos porque sus cuerpos son incinerados, o se aduce se suicidan, pero en realidad fueron asesinadas?
Montserrat Juárez fue asesinada por su pareja, y lo sabemos por circunstancias fortuitas: una cámara de video en el edificio donde vivía con su agresor que capta la escena donde su cuerpo amortajado es sacado del edificio por un policía y su pareja, y ese video a todas luces sospechoso porque los vecinos oían las golpizas que le propinaba su pareja, se sube a las redes y se hace viral.
Pero la policía y los paramédicos que llegaron al departamento por la llamada del feminicida quien solicitó su presencia al 911, aceptaron el dicho de que se desvaneció porque tenía problemas alimenticios. Y ayudan llevando el cuerpo a la funeraria para proceder a la incineración. Así de fácil. Un feminicida más gozando de cabal salud por las calles de la ciudad, si no es porque hubo una cámara, un video que se sube a las redes, y se hace viral.
El feminicidio es el asesinato que se perpetra contra una mujer por serlo y conlleva impunidad del Estado. Son muertes prevenibles de mujeres, que se pueden evitar si el Estado actúa en su protección. Este delito no solo debe sancionarse, también puede prevenirse. En el análisis del contexto general están identificadas las causas que ponen en riesgo la vida de las mujeres que lo padecen. Esa causa se llama machismo, predominio contumaz y cruel de un hombre contra una mujer.
Hay que decirlo claro, el feminicida no siempre termina con la vida de las mujeres. Muchas mujeres pueden escapar de la violencia feminicida; otras la siguen padeciendo, cargan con su cruz hasta se mueren por el deterioro de su salud, o buscan ellas mismas el suicidio. Muchísimas son castigadas, les tiran ácido en sus rostros y cuerpos, les desprestigian ante sus hijas e hijos, o en su espacio familiar o social; siguen ejerciendo violencia psicológica, les amenazan en todos los espacios donde se mueven; usan sus datos personales, fotos, vídeos íntimos para denigrarlas. La violencia contra las mujeres sigue cobrando víctimas porque es permisible, tolerada, desatendida, despreciada, subvalorada por las autoridades que tienen el deber de prevenirla y sancionarla.
No podemos normalizar las cifras de mujeres asesinadas crezcan como si nada. Cada asesinato nos conmueve unos días, y luego volvemos a la normalidad. Hasta que aparece otro feminicidio.
Más allá de que el tipo penal debe homologarse en todo el país y de que se construyan los refugios para quienes huyen de la violencia feminicida, urge profesionalizar a servidores públicos, policías, de procuración de justicia, para que apliquen eficazmente y de manera oportuna las órdenes de protección administrativas y de emergencia inscritas en la Ley. Es necesaria la política pública que ponga un alto al machismo, se reeduque a los hombres para que contengan su ímpetu misógino contra las mujeres, o se les sancione. Garantizar el derecho a una vida libre de violencia machista sólo se logrará erradicando la violencia machista. Para decirlo claro: si ya identificamos el origen, nada justifica no proceder hacia su prevención y eliminación. Dos tercios de la población femenina lo agradecerán.
Defensora de derechos humanos