Por Gudelia Delgado
Para validar su dogma de “nacer en el cuerpo equivocado” e imponer el delirio de que los hombres pueden ser mujeres, el transgenerismo exige que, por añadidura, el mundo crea que los niños pueden ser niñas; de ahí su obsesión por lograr que, jurídicamente, se reconozca la existencia de las “infancias trans” y, por supuesto, el Estado patriarcal, pronto y veloz, le ha dado contentillo.
En México, el 3 de marzo de 2023, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró inconstitucional la exigencia de tener 18 años cumplidos para solicitar una nueva acta de nacimiento donde se cambie el sexo de quien lo solicita, por lo que, a partir de los 12 años de edad, las niñas y los niños pueden hacerlo. Sí, como se lee, niñas y niños de 12 años, a quienes por su falta de maurez, se les prohíbe legalmente manejar un auto o beber una cerveza o contraer matrimonio, ahora se les considera aptos/as para decidir que “son” niños y no niñas y viceversa.
¿Y bajo qué argumento la SCJN emite una sentencia a todas luces perversa? Pues, a decir de las y los ministros, si no se les permite las y los menores de 18 años hacer un cambio de sexo en su acta e nacimiento, se “viola el derecho a su identidad de género”, y se “vulnera su “derecho a la igualdad y no discriminación”. ¡¿Cómo es posible que las instancias encargadas de impartir justicia perviertan así los conceptos jurídicos para adaptarlos al transgenerismo?!
Para empezar, la “identidad de género” es una idea acientífica basada en que todo ser humano tiene una especie de alma sexuada que puede “no corresponder con su biología”; esta aberración es equiparable al hecho de que la SCJN impusiera la obligación de creer en una religión, puesto que la “identidad de género” es eso, un sistema de creencias.
Por otra parte, los derechos a la igualdad y no discriminación que tenemos todas y todos los seres humanos, hacen referencia al trato digno y respetuoso que se nos debe dar, así como a la eliminación de todo acto que obstaculice, restrinja, impida, menoscabe o anule el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos y las libertades.
El marco jurídico de nuestro país garantiza esos derechos de igualdad y no discriminación a las y los menores de 18 años y es claro que estos nada tienen que ver con validar la ideología de la “identidad de género”.
Por supuesto que las niñas y los niños tienen derecho a no estar de acuerdo con los estereotipos de género impuestos a sus cuerpos sexuados, pero eso no convierte a los niños en niñas y viceversa, ¡no! Esa inconformidad con el sistema sexo/género es positiva y debe ser alentada, por eso las feministas defendemos que la abolición de esos estereotipos de género nos convertirá en niñas y niños, mujeres y hombres libres de ser como nos venga en gana. ¡No se necesita hacer creer que nacemos en cuerpos equivocados, para generar infancias libres, sino todo lo contrario!
¡Dejen de confundir a las infancias! Las infancias trans no existen. Son niñas y niños imbuidos por la ideología de la “identidad de género” que los obliga a pensar que un niño al que le gusta jugar con muñecas es “en realidad” una niña y una niña a la que no le gustan los vestidos es un niño.
El sistema de “justicia” patriarcal sirve a la ideología de la “identidad de género” ofreciéndoles a las infacias el “cambio de sexo” como un derecho. Su estrategia no es otra que transgenerizar las leyes.
Foto de atlasstudio, composición LCR
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