PorClaudia Espinosa Almaguer
En estos momentos Carmen Sánchez se recupera de su última cirugía, es la número 65, se ha llevado a cabo con la intención de liberarse de los lentes obscuros que usa debido al riesgo de perforación ocular, una consecuencia apenas, de las que caben en una década a partir del día en que fue quemada con ácido y sobrevivió.
¿Cómo empezó la historia que ha culminado con la primera sentencia en América Latina por este tipo de ataques como tentativa de feminicidio: 46 años y 8 meses de prisión para el hombre que intentó asesinar a Carmen y a quien casi le piden disculpas por la condena?
De acuerdo con la relatoría de la Recomendación 85/2019 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos emitida el 30 de septiembre de 2019, Carmen llevaba tiempo siendo agredida por su pareja, acudió a la Procuraduría del entonces Distrito Federal pero su denuncia no prosperó.
Las agresiones continuaron en 2013 y 2014 cuando Efrén García sustrajo a sus hijas para forzarla a volver a la relación, en enero de ese último año viviendo en Estado de México ella le pidió que se fuera. Este momento, cuando finalmente una víctima decide terminar su relación es considerado de alto riesgo, muchas mujeres en México han sido asesinadas precisamente allí.
Efrén comenzó a intimidarla mediante llamadas y el 30 de enero le dijo “te tengo preparada una sorpresita”. El día 20 de febrero de 2014 acudió a la casa de Carmen y le pidió volver a lo que ella dijo que no, ante lo cual Efrén le recordó de la “sorpresa” prometida, sacó una botella de su chamarra y le arrojó el contenido en la cara, en el cuello, en el pecho y en la pierna derecha, después huyó.
El tipo de sustancia con el que fue lesionada va más allá de una quemadura, es un químico que en la piel importa el tejido profundo, indica el Dr. Gabivira Castellanos que produce severas secuelas físicas, estéticas y funcionales, además de daños en el contexto social, laboral y familiar de las mujeres.
En el caso de Carmen, el primer acto de rebeldía fue no morir, pero tampoco podríamos decir que salió ilesa, al haber sobrevivido la violencia en pareja, devino permanecer luego del ataque hospitalizada durante 8 meses para salir y encontrar que su investigación había sido extraviada por la Fiscalía del Estado de México, condición en la que permaneció durante 4 años hasta el 2018 en que por fin conoció de la investigación.
En un segundo peritaje médico legal se concluyó que las lesiones si pusieron en peligro la vida, si requerían hospitalización, valoración de médico internista, cirujano facial e injerto, ayuda psiquiátrica, psicológica y rehabilitación. El daño en la salud de Carmen consistió en quemaduras de tercer grado en el 12% de la superficie corporal por químicos, lo cual implicaría disminución, perturbación y debilitamiento permanente para las funciones de los órganos afectados y cicatriz perpetua y notable en la cara.
En esa Recomendación hubo ocho autoridades responsables que tuvieron la investigación de Carmen cuando aún estaba vigente el sistema penal tradicional y no proveyeron medidas, no investigaron con perspectiva de género, hicieron una certificación deficiente de lesiones, tardaron en analizar el contenido del químico usado, no brindaron a la víctima asesoría jurídica y le impidieron el acceso a la carpeta durante ese periodo de cuatro años en que de hecho entro el sistema acusatorio al Edomex.
Esto significa que entre mayo de 2014 y abril de 2018 no se actuó en la indagatoria. Si algo como esto, tan relevante, se extravía, ¿Qué no habrá en el limbo que genera la falta de vigilancia en las actuaciones de las autoridades en la entidad federativa que lleva la violencia feminicida casi con el orgullo de una denominación de origen?
Así, la orden de aprehensión contra Efrén no se produjo por iniciativa del Ministerio Público, sino que es justo un punto por cumplir para CNDH desde 2019, luego entonces, la sentencia sobre la cual presumió la Fiscalía este 11 de mayo se debe a la lucha de Carmen contra el propio sistema penal de México y no a esa institución, quien sigue sin sancionar a sus responsables.
Aunado a ello es que, la sobreviviente, dio a conocer a través de su Fundación es que la autoridad jurisdiccional se sumó a la revictimización, le fue impedido el acceso a las audiencias de juicio oral a sus acompañantes y a medios feministas, se le recordó que “a los hombres también los violentan”, se le etiquetó de conflictiva y se le dio un trato despectivo inclusive en el propio día de la sentencia, donde al parecer la juez lamentó mucho tener que proveerla de su acceso a la justicia privando a Efrén de su libertad.
Es decir, cuando la víctima es mujer, su acceso a la justicia tarda como aquí una década, 3367 días, pero en el caso por ejemplo de Roxana Ruiz quien se defendió de su atacante en 2021, entonces si no hay tardanza ni consideración alguna, en dos años una sentencia de 6. Parece que el hecho de que las mujeres sobrevivan o se defiendan les merece un reproche de una autoridad jurisdiccional y de otros operadores del sistema penal por no haber muerto.
¿Este es el final? ¿Ya puede esta víctima descansar y dedicarse a su salud como ahora? ¿Concentrarse en superar el dolor físico de una cirugía que es lo que toca en este instante? No, no puede y lo sabe. La reparación integral del daño de la juez fue mínima, a pesar de contar con periciales que avalan las consecuencias que Carmen tendrá durante toda su vida, algo también coherente con el análisis desde la medicina, en donde se advierte a mediano y largo plazo la necesidad de tratamientos de diversa índole.
Es sin duda admirable este atravesar, la fuerza y la resistencia contra todo y contra todos los agresores que se sumaron al primero. Pero no ha debido ser tan duro, ninguna mujer en México tendría que verse forzada a demostrar una voluntad a toda prueba, heroica, si la primera autoridad hubiese actuado bien, no estaríamos aquí, contando el hacer de lo imposible.
A más ver.
Foto de Alberto Pérez Butrón. Facebook Carmen Sánchez