La profundidad oceánica del racismo sistémico y el boicot erróneo de la nueva Ariel

Es preocupante ver cómo las personas tienen reacciones instintivas en contra de la interpretación de una Ariel de raza negra, sin tener un entendimiento social profundo acerca de la importancia de dicho acontecimiento

Por Paloma Baraza
La adaptación live-action de «La Sirenita» de Disney ha generado mucha expectativa y emoción entre los grupos de fans de la clásica película animada de 1989, la cual promete revivir la historia desde una perspectiva fresca y emocionante. Aunque es debatible dentro de la crítica de cine si estas nuevas iteraciones del material animado traen consigo una intención artística de valor más allá de las ganancias monetarias, el filme cuenta con un presupuesto considerable, así como con música inédita del compositor Alan Menken y llegará a la pantalla grande en los próximos días. De forma más relevante, la película está lista para romper barreras en cuanto a la representación racial y étnica en Hollywood. La propuesta cinematográfica ha estado en las noticias desde que se anunció por primera vez, debido a su elenco encabezado por Halle Bailey, quien encarnará a Ariel. Esta decisión ejecutiva ha sido extremadamente divisoria entre el fandom por tratarse de una actriz de color, lo cual resalta una vez más que nuestra sociedad continúa anclada a un racismo insidioso destinado a transgredir la dignidad de millones de personas en el mundo.

Es preocupante ver cómo las personas tienen reacciones instintivas en contra de la interpretación de una Ariel de raza negra, sin tener un entendimiento social profundo acerca de la importancia de dicho acontecimiento. La variabilidad u originalidad del argumento no enmascara lo problemático de la siguiente suposición: no hay cabida para las diversidades en aras de respetar “la versión original”. ¿Realmente nos molesta el distanciamiento de las historias clásicas, o el color de piel de la actriz es demasiado disruptivo para nuestros cerebros impregnados de sesgos raciales? Y es que, si se trata de respetar la versión original, deberíamos entonces mostrar el mismo interés en la conservación del cuento de hadas de Hans Christian Andersen, donde la joven protagonista (spoiler alert) muere al final de la historia al no ser capaz de asesinar al príncipe para recuperar su cuerpo de sirena. Pero no, la incomodidad viene del color de piel de la protagonista, el cual no tiene importancia alguna en la trama y, sin embargo, ha originado una tormenta de burlas, insultos y amenazas de sabotaje hacia la actriz y la película. Este intento de boicot es reflejo del racismo sistémico, no seas «parte de él».

¿Por qué es importante esto y qué dice acerca de los problemas más amplios de racismo sistémico, representación y justicia social? Tener a una actriz de color interpretando al icónico personaje de Ariel en «La Sirenita», simboliza algo mucho más grande y significativo que sólo un intento superficial de la empresa Disney por extender sus políticas de diversidad e inclusión. Este suceso histórico significa la representación positiva en una de las plataformas más poderosas de los medios y la cultura internacional. Durante demasiado tiempo, las comunidades marginalizadas han sido subrepresentadas, mal representadas o simplemente excluidas de los medios mainstream y de la cultura popular. Esta falta de representación transgeneracional ha tenido consecuencias de gran alcance en nuestras sociedades al perpetuar estereotipos dañinos, borrar identidades y reforzar sistemas de opresión. Una forma de abordar este problema es a través de una lente interseccional. De acuerdo con Kimberlé Crenshaw, la interseccionalidad es un marco para analizar la superposición de identidades o categorías sociales en contextos de coexistencia con las formas de opresión. Este concepto se basa en el entendimiento de que las personas no son un grupo homogéneo, ni están igualmente posicionadas por las estructuras sociales y de poder. En el contexto de la representación en los medios y la cultura, la interseccionalidad significa que diferentes grupos de personas enfrentan diferentes tipos y grados de marginalización, basados en su raza, género, sexualidad, habilidad, clase social y otros factores.

No obstante, es importante señalar que no todas las personas de color experimentan el racismo de la misma manera. Las personas negras, las personas indígenas y otras comunidades de color enfrentan desafíos únicos y distintos en cuanto a las formas de opresión y, es crucial adoptar un enfoque interseccional en cuanto a la representación para abordar verdaderamente el racismo sistémico. Esto significa reconocer y aceptar cómo interactúan y se interconectan diferentes identidades y trabajar para crear espacios y oportunidades para todas las comunidades marginalizadas. En esta ruta, la representación en los medios es esencial para promover la equidad social y la inclusión. Durante bastante tiempo, los principales medios de comunicación no han logrado reflejar con precisión la diversidad de nuestras sociedades y han nutrido distintos estereotipos perniciosos a través de la exclusión de múltiples grupos sociales. Al elegir a Halle Bailey para protagonizar la próxima adaptación de acción en vivo de una de las películas más famosas del mundo, Disney está dando un paso importante para corregir el problema. El casting de una actriz negra en el papel principal desafía las nociones tradicionales de cómo se ve una princesa de Disney y representa un movimiento significativo, cuya corriente se dirige a una mayor representación de personas de color en los medios de comunicación principales.

Además, la historia de Disney ha estado hundida por mucho tiempo «bajo el mar» de los estigmas y las representaciones unidimensionales de personas de color y, varios personajes han sido relegados a papeles de villanos o secuaces. Durante décadas, la compañía ha sido justamente criticada por perpetuar estereotipos y borrar o blanquear personajes de color en sus películas, esto incluye esfuerzos recientes como la versión de live-action de Aladdin (2019), la cual, a pesar de los esfuerzos, no logró escenificar «un mundo ideal» de representación, capaz de subsanar los errores del pasado cometidos en torno a esta narrativa. Al romper dicho ciclo y elegir a Halle Bailey como Ariel, un personaje querido y emblemático, Disney está haciendo una poderosa declaración sobre la importancia de la diversidad y la representación en los medios. El casting de Halle muestra que las personas de color pueden ser heroicas, protagonistas y protagonistas románticas. Esto envía una oleada de poderosos mensajes a las audiencias, en particular a las infancias, quienes podrán verse representadas en la pantalla de formas positivas y multifacéticas, lo cual es trascendental para promover la equidad social en el imaginario de las nuevas generaciones.

No obstante, la representación por sí sola no es suficiente. Como personas consumidoras de medios y cultura, tenemos la responsabilidad de exigir y crear representaciones más diversas y auténticas de las comunidades discriminadas. Al apoyar y elevar las voces de artistas subrepresentadas y responsabilizar a empresas e individuos por perpetuar narrativas perjudiciales, podemos trabajar hacia un futuro más respetuoso y equitativo. En suma, la inclusión siempre va a parecer “forzada” si se ve a través del privilegio, la hegemonía o los sesgos implícitos. Y es que, si asociamos la magia de este cuento al color de piel de Ariel, el racismo flota por sí mismo.  Para mí, la adaptación cinematográfica live-action de «La Sirenita» de Disney representa una oportunidad importante para una representación positiva en los medios y la cultura. Al seleccionar a una mujer negra para el papel principal, la película tiene el potencial de desafiar estereotipos lesivos y promover un mundo más inclusivo y justo. Además, al adoptar un enfoque interseccional para la representación y reconocer la interconexión con la justicia social, la película puede tener un impacto más amplio en la formación de narrativas culturales y en la promoción de cambios sistémicos en nuestros horizontes.

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