Caetana, tu mamá te ama

Una de las frases más dolorosas y recurrentes que escuchamos las víctimas de violencia vicaria al no ver la salida a los abusos y la escalada de agresiones y ante la indiferencia de las autoridades y la falta de soluciones, es que nos digan. "Ya déjalo cuando tu hij@ sea grande te va a buscar y va a saber la verdad"

por Gabriela Pablos Saucedo

Por Gaby Pablos

Una de las frases más dolorosas y recurrentes que escuchamos las víctimas de violencia vicaria al no ver la salida a los abusos y la escalada de agresiones y ante la indiferencia de las autoridades y la falta de soluciones, es que nos digan. «Ya déjalo cuando tu hij@ sea grande te va a buscar y va a saber la verdad».

Esto es de lo más doloroso que puede escuchar una madre que está sin sus críos y que está siendo abusada una y otra vez en su intento por recuperarlos. Y que sabe que sus pequeños están bajo el cuidado de un maltratador que les hará la vida tan miserable como se la hace a ella. Esta frase te deja perpleja, desarmada, te tumba toda la fe y la esperanza, te pide resignarte al dolor más profundo que eres capaz de soportar, y te nubla toda opción de ponerle fin a ese sufrimiento y de tener paz con tus hijos.

Para algunas madres esta pesadilla se convirtió en realidad. La historia de Mariela Muzachioddi es una de las más desgarradoras que hemos atestiguado y hoy alza la voz porque Caetana su hijita ya cumplió 18 años y tiene el derecho de saber el otro lado de la historia que jamás le contaron. Caetana merece saber que pasó cuando la separaron de su madre, merece saber todo lo que su mamá atravesó en su lucha por ella.

Mariela Muzachioddi llegó de su natal Argentina a la Ciudad de México en el año 2001 a trabajar como caracterizadora y maquillista. Llegó con su hijito bebé en brazos de tan solo 1 añito de edad a vivir a una casita en la Condesa, donde ella se hacia cargo completamente de su sustento. Conoció a Pedro Prieto con quien inició una relación sentimental y tres años más tarde tendría a Caetana.

Mariela recuerda que en ese entonces no supo reconocer las banderas rojas en su relación con Pedro. Recordaba como existía una dinámica familiar en donde la madre de Pedro ejercía un fuerte control y dominio familiar que influía fuertemente en la vida y las decisiones de los miembros de la familia e incluso rayaba en la violencia económica si no se hacía lo que ella considerara correcto.

La joven madre notó comportamientos extraños de parte de Pedro mientras ella se encontraba en el postparto, y al preguntarle sobre sus presuntas infidelidades Pedro la golpeó brutalmente. «Me dio una piña que volé, casi pierdo el ojo, y a él lo único que me dijo era que no era gay, era todo lo que le interesaba, y puedo hablar ahora porque falleció y la abuela también», dijo Mariela.

Tras esa golpiza se separaron, Mariela sacó su ropa, papeles y cuando fue a casa de la madre de Pedro, no le dejaron llevarse a su hija, no le quisieron dar a la bebé, Caetana tenía cerca de dos años, ella enfurecida de que no le quisieran dar a su bebé, terminó siendo denunciada por violencia por patear la puerta.

La abuela paterna, él y sus abogados iniciaron el calvario de Mariela, no solo la amedrentaron con denuncias y demandas de las cuales no entendía nada, le cerraron las puertas del trabajo, la difamaron y calumniaron en su entorno diciendo que ella se prostituía.

El dolor de ser apartada de tu bebé es de lo más desgarrador que puede existir, es una batalla profundamente difícil de librar. Atravesar algo así de fuerte y doloroso como es el duelo de la pérdida de un bebé y seguir siendo agredida una y otra vez es una tortura emocional, es un crimen de lesa humanidad.

«Como pude aguantar, verme a mi así, ver  a mi hija así, no podía dormir del dolor y la desesperación, me salia leche de las tetas, sabía que mi hija tenia hambre y la estaba pasando mal, fue un infierno que acabó conmigo, no podia ser buena mamá, no podía dormir, no podía pensar, no quería existir, no podía con tanto dolor».

Mariela al igual que las madres que sobreviven a la violencia vicaria en condición de migrantes son mucho más vulnerables a hundirse en la precariedad al no tener redes de apoyo.

«Terminé viviendo en la calle, perdí mis cosas, perdí mi trabajo, perdí todo, a donde iba a pedir trabajo me decían que no,  pensaba que no valía la pena vivir, pero se ve que dios tuvo otros planes para mi y pensaba siempre en mis hijos,» compartió Mariela con los sentimientos a flor de piel, donde aún habita el dolor más profundo que alguien jamás haya podido atravesar

«Resurgí de ese momento, mi dolor me da vergüenza por el daño que me hice, a mi me salvo el amor de otras personas porque mi amor propio lo había perdido por completo, estaba tan llena de dolor, tan llena de rabia, pensaba, estoy tan sola acá, no tenia familia acá.»

«Me levante gracias a una amiga, la productora Paula Thibaut y su padre, y su hermano que me ayudaron, perdí todo lo material, yo tenia una casa hermosa, me ayudaron a quedarme en un cuartito y volví a empezar con mi maquillaje y a preparar comida.»

«Años después volví a ver a Caetana, me buscó el padre porque mi nena vio la película de Bambi, y en la parte en la que matan a la mamá lloró y pidió por mí. Fui a su escuela y le di unos abrazos. Esto me cambio la vida en todos los sentidos.»

Mariela y Caetana, lograron tener algunas convivencias, algunas de las pocas fotografías que tienen juntas son de esas ocasiones.

«Inicie un juicio para recuperar a mi hija, el puso mejores abogados, y nuevamente perdí todo lo económico, él compraba a mis abogados, corrompió al juez, recuerdo que incluso me llamaron del senado pues querían ir contra el juez y yo pensé que si hacía eso la iba a afectar a ella, si hablo mal del padre».

Después de una fase de convivencias Pedro le convenció para firmar un convenio que les permitiría estar juntas, «fui muy estúpida y no tenia amigas, ni una red de contención, yo me había perdido en el dolor, no supe ni que  firmé, solo supe que perdí la patria protestad.»

Mariela, regresó a Argentina derrotada, a asistir su madre en su enfermedad y muerte, quien jamás conoció a Caetana.

«Duele duele el alma hablar de esto, escuche a otra mamá decir que esto es estar muerta en vida y es cierto»

Mariela regresó a México después de 9 años en el exilio emocional tras haber perdido la batalla llegal por Caetana. Las mamis de Unión de Madres Protectoras seguimos su historia y nos tocó el corazón pues sabemos lo brutal que es su dolor.

Desde el 2022, el  11 de mayo es el día que el Senado de México reconoció como El Día de la Lucha contra la Violencia Vicaria, o el Día de las Madres Sin Sus Hijos. Agradecemos la visibilidad a la violencia vicaria y agradecemos todos los esfuerzos políticos para que nunca más se repitan historias como la de Mariela y Caetana

Hace un par de meses en nuestras redes sociales compartimos un post sobre esta historia. No tardaron en escribirnos abogados diciendonos que Caetana «no estaba perdida»,  «que tenía miedo de su mamá», y que «no necesitaba que la busquen». Sabemos que Mariela perdió los derechos legales sobre Caetana, pero nunca dejará de ser su mamá, y nada cambiará ni reparará todo el daño que causaron en sus vidas. Necesitamos avanzar socialmente y dejar de normalizar esta violencia tabú hacia las infancias y las mujeres.

Compartimos su historia esperando que Caetana lea esto y sepa que su mamá la ama y la adora con todo su corazón, que cada día que han estado separadas le pesa y le parte el alma y que desea verla y abrazarla.

Foto Cortesía

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