Feminismo Internacionalista, pero con minúsculas

El movimiento está siendo golpeado por la arremetida de una derecha fundamentalista y extremista pero también por “fuego amigo”

por La Costilla Rota

Por Sonia Montaño Virreira

La Paz, Bolivia, 18 de abril del 2023.- Aprendí del feminismo que es mejor hacer explícito el lugar desde donde se habla. Hoy escribo desde la incertidumbre y el desencanto. Incertidumbre por el clima global que ha puesto en evidencia la finitud de nuestras vidas y nuestro planeta, por el retorno agresivo del pensamiento autoritario, la guerra y la indiferencia; esa que mata calcinados a los migrantes en México, a las mujeres iraníes que resisten hasta la muerte y a tantas víctimas de la opresión y la indiferencia global.

Desencanto porque como vieja feminista o feminista vieja -según se quiera ver- estoy siendo testigo de cómo el movimiento más internacionalista de la historia reciente está siendo golpeado por la arremetida de una derecha fundamentalista y extremista pero también por “fuego amigo” como ocurre con la creación de una Internacional Feminista (IF) en Ciudad de México [1].

Las internacionales obreras, las de partidos, han sido enterradas por la internacionalización del capital; hoy las mismas puertas abiertas para el capital, por los gobiernos de las participantes, se cierran para la gente. El internacionalismo feminista sin mayúsculas es el único que permanece bajo la forma de redes horizontales que funcionan como promotoras de cambio, renovación de ideas y cómo no de controversias.

El manifiesto de la IC adoptado como nombre propio de esta nueva asociación, coincide demasiado con los objetivos de una Internacional Progresista [2] donde figuran notables “feministos”, como Álvaro García Linera, Rafael Correa y otros innombrables de escaso prestigio en Bolivia, hecho que acentúa el desencanto y la sospecha en un país donde los feminismos además de polarizados están fragmentados.

Cómo entender que la IF proclame: “…nos unimos para construir alternativas de desarrollo y democratización a partir de nuestras militancias en el feminismo popular, interseccional, de clase, anticapitalista, disidente, descolonial, antirracista, ecologista, antipunitivista, con un profundo sentido democratizador y por la construcción de la paz”, (sic) mientras funcionarias de Venezuela y Bolivia como la ministra de la presidencia María Nela Prada, cierran los ojos ante la violación sistemática de los derechos humanos.

Peor aún, en ese escenario no hubo espacio para la denuncia y sí para la condescendencia con Bolivia y Venezuela. La creación de este organismo que surgió más rápido de lo que canta una galla, gracias al patrocinio de los gobiernos español y mexicano debe estar bajo escrutinio.

En su declaración, la IF incluye casi todas las palabras que forman parte del debate feminista. Se trata de un discurso que admite múltiples significados dependiendo de la adscripción política de las participantes. Afirman que buscan: “la transformación, erradicación y superación del capitalismo y el patriarcado, una salida democrática, igualitaria y justa para la crisis neoliberal y multidimensional actual”.

Esa frase que se entendería en grupos ecologistas y radicales, en boca de la hondureña Xiomara Castro adquirirá un sentido distinto al de la chilena Carol Kariola y de la ministra Gassman de México, quien se verá en figurillas para conseguir que López Obrador escuche y entienda. Ya su anticapitalismo exige una explicación.

Es, en el fondo, una declaración multiuso; recoge mucho de lo acordado en el ámbito internacional gracias a la lucha de las mujeres [3] pero no gasta ni una letra en reconocer a quienes hicieron posible que las firmantes estén ejerciendo cargos de poder. No me refiero a Olimpia de Gouges o a Bartolina Sisa, sino a las feministas de la historia actual que aún hacen que el mundo sea escenario de las transformaciones pacíficas más importantes en beneficio de la humanidad. Hay varios asuntos que merecen un debate crítico, pero es el relativo a la persistente asociación entre mujeres y población LGTBI + sobre el que me detendré.

Al hablar de “mujeres y grupos LGTBI+ “se incurre en dos errores, por llamarlos suavemente, que contribuyen a la fragmentación del movimiento y al borrado de las mujeres, algo especialmente preocupante porque viene de la mano de una izquierda populista que tiene una mirada selectiva sobre la democracia, la igualdad y la discriminación”.

Por un lado, las mujeres que son más de la mitad de la humanidad, no son ni un colectivo ni una minoría y entre ellas se encuentran mujeres de distintas clases, razas, etnias, opciones sexuales. Al equiparar a las mujeres con los grupos LGTBI + no se está reconociendo un actor invisible, se le está asignando una “cuota” del liderazgo a nombre de la discriminación que efectivamente sufren, especialmente las personas trans.

En segundo lugar, este “reconocimiento” viene de la mano del crecimiento de las políticas identitarias que llevan a extremo la autoidentificación para legitimar la lucha por el poder en sentido contrario al que caracterizó la lucha feminista, que consiste en la ampliación de la universalidad de derechos, la búsqueda de la igualdad derivada de la constatación científica de la diferencia sexual.

El sexo es biológico y el género una construcción sociocultural. Para el feminismo sólo la igualdad de derechos permite reconocer la diversidad. El camino inverso deriva en la cancelación no sólo de quien piensa diferente, sino de quien por pensar o ser diferente es considerada enemiga e indigna de formar parte de una colectividad. Aunque no lo mencionan, en realidad la IF es un grupo de afinidad política lo que explica la presencia de partidarias de dictaduras y la ausencia de líderes ajenas a la izquierda populista.

La afiliación partidaria del grupo echa por la borda un principio básico del feminismo, como es la autonomía, que consiste en la capacidad de pensar por sí mismas y no en sujeción a los caudillos.

Las adoradoras de Evo Morales o de Luis Arce [4], entran al grupo cojeando porque sus lazos con los caudillos son más fuertes que sus convicciones feministas. Hay mucho más que decir y suponer que quizás la IC, logre desportillar el capitalismo y el patriarcado, siempre que recoja el aporte de las feministas internacionalistas sin mayúsculas.

Citas.

1. https://progressive.international/wire/2023-03-31-que-viva-la-internacional-feminista/es

2. https://progressive.international/about/en

3. Plataforma Beijing, CEDAW, Consensos regionales, y un largo etcétera.

4. Me refiero a la ministra de la Presidencia María Nela Prado, a la exsenadora Adriana Salvatierra y a la exministra Gabriela Montaño.

“El sexo es biológico y el género una construcción sociocultural. Para el feminismo sólo la igualdad de derechos permite reconocer la diversidad”.

*Sonia Montaño es socióloga y una de las figuras más reconocibles de la lucha por la igualdad de género en la historia contemporánea de Bolivia. Su carrera comenzó en 1983 como fundadora y directora del Centro de Información y Desarrollo de la Mujer (CIDEM). En 1989, formuló la primera propuesta de políticas públicas en un impulso transgresor, ya que hasta entonces la violencia de género no estaba contemplada de ninguna manera por las leyes del Estado. Fue subsecretaria de Asuntos de Género del Ministerio de Desarrollo Humano de Bolivia, entre 1993 y 1995. Desde 2000 a 2015 fue jefa de la Unidad Mujer y Desarrollo de la CEPAL.

 

Nota completa publicada en SEM México

Feminismo Internacionalista, pero con minúsculas

 

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