Por Olimpia Coral Melo
Romantizar el sexting es el acto más peligroso en un continente pedófilo y explotador; yo tampoco lo entendía porque lo veía como una postura de libertad adulta y no con ojos de realidad patriarcal.
En México son explotados sexualmente entre 80 y 85 mil niñas y niños; nuestro país ocupa el primer lugar en difusión de pornografía infantil en el mundo.
El caso que más me estremeció hoy, es el de esta niña, con solo 12 años de edad. Ella está siendo víctima de la difusión de vídeos y fotografías (pornografía) que mandó «con consentimiento», porque vio que en algunas páginas se habla de tu «derecho al sexting» y a su corta edad, con tabúes familiares para hablar de sexualidad, con la «estética pedofílica» de la industria de la moda, cosméticos, ropa y publicidad, entre otros, lo normalizó. Pero no es de ninguna manera culpa de ella, si no de esa «PEDOFILIA COORPORATIVA» que son beneficios basados en la sexualización y «adultificación» de niños y niñas, y de la mercadotecnia aspiracionista con estereotipos sexuales, y me parece pertinente señalar que es un peligro justificar violencias con este tipo narrativas que parecen «pro libertad» sin mirar que las infancias nos ven y escuchan mientras los pedófilos y proxenetas se benefician. Sin contar que además llamamos en ánimo peyorativo a reflexiones como esta: «puritanas o conservadoras».
No funciona romantizar las leyes, solo funcionará combatir y acabar con la cultura porno, y descubrir nuevas formas de mantener nuestra erótica y habitar nuestra sexualidad y tecnología sin rosarios o calendarios (léase en metáfora), pues si la “libertad” sirve a la cosificación, es urgente cuestionarnos: ¿Libertad de quién y a quién beneficia esta explotación disfrazada de libertad?