Por Mayra Martínez Pineda
La película “Antonia”, es una película que me parece debería ser más recomendada hoy día, buscarla en plataformas y revivirla; se estrenó en los noventa, su directora es una mujer, Marleen Gorris, es una obra dedicada al feminismo desde su concepción más cotidiana, para mostrar la raíz de estereotipos impuestos, jerarquías patriarcales naturalizadas, que propician toda clase de violencias desde la anuencia social.
La genealogía de Antonia, muestra a una madre víctima de las violencias del padre, como muchas mujeres de la comunidad, la escena se recrea en un pueblo holandés, refleja una historia de subordinación al patriarca, hay en ella una sensación de que muchas mueren con odios reprimidos, reconocen el mal que les afecta, pero ceden al sufrimiento y amargan con ello su existencia.
Pese a esta situación, Antonia es diferente, ella posiblemente, derivado de lo vivido en casa, puede hacer conciencia de la necesidad de no otorgar poder alguno al patriarcado, romper las jerarquías impuestas e inducir a una comunidad a cambiar la condición de las mujeres y detonar a la reflexión sobre las imposiciones que violentan sus derechos, la sexualidad es un tema central para reconocer que las mujeres tienen las mismas libertades que los hombres por razones naturales, y desafía las condiciones de la religión, para hacer visible que es la religión de la época, el centro de todas las violencias hacia las mujeres. Ancestralmente las sociedades responden a las religiones para dar continuidad a la sumisión de las mujeres y favorecer el androcentrismo como un medio para perpetuar las jerarquías en el poder comunitario. Antonia, es una feminista pura, por la convicción plena de vivir acorde a los mínimos de libertades ganadas en la época y ser considerada transgresora puede serle intencional; es su forma de ayudar a las mujeres que le rodean.
Danielle, su hija, es firme en las convicciones que le ha enseñado, se descubre a sí misma involucrada en los temas de erradicación de las violencias más extremas, la violación, la castración, la religión, la transgresión a las ideologías comunes que provocan violencia comunitaria y la decisión de continuar empoderada por sí misma, se muestra como una joven cuya fortaleza reivindica en la tercera generación, a la matriarca que hubiera sido necesaria en la persona de la madre de Antonia. Decide sobre su sexualidad, sobre su cuerpo, sobre que deidad considerar o no y se muestra como una mujer que puede romper estereotipos para beneficio de todas.
Y abrir debate es oportuno. Considero que las religiones por sí mismas no son malas, promueven humanismo, el problema son las costumbres de épocas, sobre todo qué persona sea un líder de iglesia. Recién el Papa Francisco, por ejemplo, manifestó públicamente que no hay razón para promover la homofobia, rompiendo años de violencias en los discursos discriminatorias. El mismo Jesucristo fue un hombre igualitario de avanzada para la época, promovía la participación de las mujeres y les daba un lugar en la mesa, pese a que eso estaba penado, impuso el ejemplo de no lapidar mujeres por si libertad sexual.
En las ideologías de culto, incluso en las políticas, el discurso misógino promoverá violencia, si sólo sí, el líder lo promueve, entonces el resto de la comunidad o las personas que comulguen con dichas ideologías seguirán esa postura de odios y maltrataos.
Por ello la película Antonia ha sido considerada importante en el feminismo, promovida en varios escenarios; sin duda, la intención de la creadora Marleen Gorris, es hacer visible un feminismo puro, la necesidad de poner un guion para debate y pos debate en todas las épocas, porque es muy el claro el mensaje, “las voces de los hombres atropellan el silencio de las mujeres”.
