Niñas Sicarias

Cada vez son más niñas y jóvenes que viven en zonas muy pobres que son atraídas con la promesa de dinero y artículos de lujo; a muchas otras se “alista” de manera forzosa porque provienen del delito de trata de personas, son víctimas de secuestros masivos o se unen a grupos de delincuentes para tener un ingreso económico

por Alma Vidrio

“Existe una relación de admiración y lazos afectivos muy fuertes

con las figuras de autoridad de la delincuencia organizada con

las niñas, niños y adolescentes que son reclutados”

  Marina Flores / Reinserta

El pasado 5 de enero, con información de la DEA, un grupo de fuerzas especiales de la Secretaría de Marina capturó a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín “el Chapo” Guzmán. El caos se extendió por todo Sinaloa y los estados colindantes para obligar a su liberación; hubo balaceras en varias ciudades del estado y en el aeropuerto de Culiacán, se robaron e incendiaron camiones y carros bloquear calles y carreteras.

Entre los videos que se grabaron ese día, hay uno de dos niños que están en una camioneta; cada uno sostiene un arma larga y tienen un radio para (¿para recibir órdenes?). En lugar de estar en sus casas en esos últimos días de vacaciones, ayudando en las labores cotidianas o jugando futbol, estos chicos son ¿soldados, sicarios?, esperando se les dijera qué hacer para ¿apoyar en el rescate de Ovidio? y/o ¿atacar a las fuerzas armadas?

El informe del Banco Mundial de 2016 dio a conocer que la violencia YA es una epidemia en América Latina y el Caribe y que los jóvenes son quienes tienen el mayor riesgo de ser víctimas y victimarios. El índice de homicidios de entre 15 y 24 años es de más de 90 por cada 100 mil habitantes, y los jóvenes de entre 25 a 29 años son los autores de los delitos y la violencia en toda la región.

A partir de 2012, en México, los jóvenes de entre 18 y 29 años se convirtieron en el segmento de la población que más infringe la ley (INEGI 2017) debido a que, en los territorios donde el crimen organizado se ha enquistado, los programas que intentan reducir los índices criminales no previenen las causas reales que promueven y fortalecen la violencia.

En los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña se pusieron en marcha programas para prevenir y alejar a los jóvenes de actividades criminales: Escuela Segura, Construye-T, Rescate de Espacios Públicos y Centros Nueva Vida; sin embargo, a partir de 2019, se les dejó de dar seguimiento.

El gobierno de López Obrador creó los programas Becas Benito Juárez y Jóvenes Construyendo el Futuro para prevenir la delincuencia juvenil. No obstante, no atienden las causas que propician la violencia, no incluyen medidas que promuevan la denuncia y prevengan la violencia intrafamiliar, que haya educación sin manipulación, ni incorporan terapias psicológicas y actividades recreativas y deportivas. Tampoco dan seguimiento a los beneficiarios y no hay indicadores que muestren que los apoyos económicos que se reciben son suficientes para que decidan no incorporarse a cárteles criminales.

La “guerra contra el narcotráfico” que inició en 2006 fue el detonador que incrementó la violencia en varios estados del país, y provocó que los cárteles reclutaran a infantes y adolescentes para que apoyaran a pelear contra las fuerzas armadas y sus enemigos y, de paso, que participaran en actividades criminales.

La ONG Reinserta publicó en 2021 que los cárteles reclutan infantes desde los 10 años porque pueden pasar desapercibidos y, cuando son atrapados, no se les juzga y castiga como adultos.

Cada vez son más niñas y jóvenes que viven en zonas muy pobres que son atraídas con la promesa de dinero y artículos de lujo; a muchas otras se “alista” de manera forzosa porque provienen del delito de trata de personas, son víctimas de secuestros masivos o se unen a grupos de delincuentes para tener un ingreso económico. Las causas que provocan y facilitan el reclutamiento son la pobreza, el abuso y maltrato de sus familias o con quienes viven, en la escuela y en sus comunidades; la desintegración familiar, la ausencia de la figura paterna, el abandono, negligencia, desigualdad y discriminación. En muchas ocasiones, las y los adolescentes que ya forman parte del grupo criminal buscan nuevas jóvenes y las enganchan con algo de dinero, droga, o las manipulan con ideas religiosas para darles “sentido de pertenencia”, porque muchas no tienen ningún apego emocional y/o afectivo. Una vez que ya son miembros de los grupos delictivos, su promedio de esperanza de vida no sobrepasa los TRES años.

El crimen organizado no discrimina por cuestión de género, edad o tipo de delito. Las niñas trabajan como informantes, vigilantes (halcones), mensajeras, siembran y cosechan enervantes o trabajan en laboratorios y empaquetan el producto final, la droga. Las adolescentes deben reclutar a más jóvenes y aprenden a manejar todo tipo de armas porque también participan en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad o con grupos enemigos. De manera específica, a las niñas y jóvenes se les utiliza como “mulas” para que “muevan” los estupefacientes en distancias cortas y largas y, en muchos casos, son responsables del narcomenudeo. También, participan en secuestros, vigilan “casas de seguridad”, se les usa como “carnada” para intercambiar favores, con su belleza y aparente debilidad atraen a adversarios y los eliminan (asesinan) y, lo peor, son explotadas sexualmente. Desgraciadamente, estas niñas y jóvenes son consideradas “desechables” porque en las zonas más pobres del país siempre habrá otras disponibles que las reemplacen.

A partir de diciembre de 2018, la estrategia de seguridad “abrazos, no balazos” sólo ha empeorado la inseguridad, y el alistamiento de niñas y adolescentes no es la excepción. Se calcula que, en la actualidad, hay alrededor de 250 mil infantes y adolescentes que están en peligro de ser reclutados, de manera consciente o forzada, debido a que la pobreza ha aumentado y a que la pandemia de covid-19 provocó la deserción escolar de 512 mil estudiantes en todos los niveles educativos.

Entre los cárteles que reclutan niñas y adolescentes está el Cártel de Cancún de Leticia Rodríguez Lara, “Doña Lety”, que fundó el grupo “Las Cachorras” para controlar el narcomenudeo, la extorsión, y el secuestro en la zona hotelera del puerto de varios municipios de Quintana Roo.

Susana quedó huérfana a los 12 años y robaba tiendas de autoservicio, pero a los 14 años la reclutó el Cártel del Noreste y se convirtió en sicaria de este grupo criminal.  En la actualidad, está en un centro penitenciario donde se le apoya con diversas terapias porque quiere rehacer su vida.

Jocelyn Alejandra Niño, integrante de ”Las Flacas”, una célula del Cártel del Golfo, no tuvo la misma suerte que Susana; antes de cumplir 18 años fue asesinada por un grupo rival.

Las ONGs Red por los Derechos de la Infancia en México y Cauce Ciudadano, que trabajan con jóvenes que han estado encarcelados, estiman que, de 2019 a fines de 2021, el reclutamiento voluntario o forzado de jóvenes de todas las edades se incrementó, oscila entre 75 mil y 460 mil, y perciben un sueldo de hasta 35 mil pesos mensuales.

Las Directrices para la Prevención de la Delincuencia Juvenil de la Asamblea General de la ONU establecen lo OBVIO: para prevenir se la delincuencia infantil y juvenil se deben llevar a cabo programas sociales que se enfoquen en el bienestar de los primeros años de vida de niñas, niños y jóvenes de las zonas más pobres y vulnerables, que involucren a sus familias, comunidades y su educación.

Desafortunadamente, las autoridades federales, estatales y municipales no hacen nada para reducir ni acabar con el reclutamiento que acecha y amenaza a estas niñas y jóvenes, que en unos años serán parte de las mujeres adultas de México. Es urgente se diseñen y pongan en marcha estrategias de seguridad que combata al crimen organizado, pero también que se investigue, juzgue y encarcele a los funcionarios en todos los niveles de gobierno que son cómplices de los cárteles, porque ellos también son responsables del reclutamiento de NUESTRAS NIÑAS.

 

Fuentes: 

  • “Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil (Directrices de Riad), Naciones Unidas/Derechos Humanos, 14 de diciembre, 1990
  • “Violencia urbana; un problema con proporciones de epidemia”, Banco Mundial, 6 de septiembre, 2016
  • “ONG alerta sobre más de 30,000 niños mexicanos reclutados por el narcotráfico” Swissinfo.com, 13 de octubre, 2021
  • “Jóvenes, los principales ejecutores del delito en México”, Arena Pública, 30 de octubre, 2017
  • “Marucheros, grupo de niñas sicarias que son usadas como carnada”, por Redacción SISPE para SISPE.com, 8 de agosto, 2019
  • “Cárteles de la droga reclutan niños de 13 años; a algunos los convierten en sicariros…” por Zoe Strozewski para Newsweek en Español, 15 de octubre, 2021
  • “Niños desechables”: infantes son reclutados por bandas criminales”, Infobae, 5 de diciembre, 2020
  • “Los cárteles mexicanos reclutan niños desde los 10 años” por Mark Stevenson para AP News, 14 de octubre, 2021
  • “¿Por qué el narco recluta a miles de menores en México?” por Alberto Nájar para BBC Mundo News, 17 de diciembre, 2013
  • “Las Cachorras”: niñas sicarias; herencia negra de Doña Lety”, por Redacción FM de almomento.mx, 13 de julio, 2020
  • “Niñas sicarias: víctimas y victimarias” por Laura Jiménez para El Universal, 13 de octubre, 2021
  • “Joselyn, la niña sicaria que apareció descuartizada en una hielera”, Infobae, 6 de septiembre, 2019

Foto de South_agency desde Getty Images

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