La carta que Ingrid, no leyó

¿Ha valido la pena luchar por la memoria de todas las que nos faltan al grado que el gobierno clasificó a las colectivas feministas al nivel de las guerrillas? Sí, claro que sí

por Silvana Ornelas

Por Silvana Ornelas

Escribo esto mientras le pido a mi alma encontrar las palabras para darle sentido a estás letras. Me cuesta mucho escribir porque al igual que la música, necesita llevar un componente mágico detrás. Pero ese componente es la inspiración, y a veces el mundo es demasiado difícil y doloroso para esta mujer ansiosa y neurodivergente. Sin embargo, esta noche decido recurrir a ese lugar a donde llegan las mujeres una vez que las palabras se agotan, y gritar es como estar en el fondo del mar. Ese desahogo que después se vuelve una catarsis colectiva al darnos cuenta que es imposible que tantas estemos equivocadas.

La noche del 17 de octubre del 2022, ha quedado marcada, pues después de 2 años 8 meses, ha sido dictada la sentencia contra Eric Francisco; su nombre será recordado como el de un asesino, y nada mas.

En cambio Ingrid…

El 11 de Febrero de 2020, Ingrid no tenía nombre, los medios de comunicación de todo el país, y los hombres en redes sociales se refirieron a ella de maneras despectivas, humillantes y la revictimizaron de múltiples formas. Los policías que llegaron a la escena, tomaron fotografías que después provocaron una narrativa que el México feminicida utilizó durante un par de días, hasta ese precioso día en que LAS FEMINISTAS, -esas mujeres organizadas que están investigadas por la SEDENA y que no les han podido probar un solo delito ni financiamiento de nadie- pintaron las puertas de palacio nacional; esa victoria colectiva y esa defensa mediática, el señor que gobierna no lo perdonó y ha decidido criminalizar y perseguir al movimiento. Eso no es una paranoia, es la realidad.

Todo nos ha llevado colectivamente a convertirnos en el movimiento más legítimo, porque cada día somos más.

Ingrid transformó la rabia, pero también lo hizo Debanhi Escobar, y este último se volvió aún más mediático por la oportunidad de culpar a las amigas, y después criminalizarla, y también la sociedad respondió no permitiendo que mancharan su nombre.

¿Pero por qué las mujeres tienen que seguir muriendo y nosotras tenemos que seguir respondiendo a la violencia que el Estado no decide frenar, y a través de la impunidad parece alentar? ¿A qué se le llama justicia en este México feminicida?

Porque si hubiera justicia, Ingrid estaría viva, si hubieran atendido las denuncias que ella puso. Es el Estado, son los gobiernos locales, estatales y federales los responsables de resolver una problemática que es cultural, social e histórica, de la cual, tienen responsabilidad porque para algo están en esos puestos de elección popular ¿no?.

Esos 70 años, es lo menos que merecía. Dos años después, las feministas tenemos ligado su nombre como el de muchas otras; todas las víctimas, todas las que nos faltan, todas ellas nos enseñan que solo nos tenemos a nosotras y que el patriarcado mata.

A partir de este momento, este texto se convierte en una carta que nunca será leída por la destinataria:

Hola, Ingrid. Sé que en otro plano sí existes, así como existen mis amigas que también trascendieron y se me volvieron mariposas.

Y puedes vernos, y dijiste, y está morra kienezzzz, pero también sé que a estas alturas ya lo sabes y que también estás con otras mujeres que también murieron en circunstancias muy violentas desde hace muchos años, que gritaron y que nadie las escuchó. Sé que en donde están todas ustedes solo hay luz y paz, pero acá abajo todo está muy obscuro. Más obscuro cada día. La violencia feminicida parece una epidemia… yo leí tu tweet ¿sabes? Ese donde llamabas de manera despectiva a las mujeres que estaban en monumentos y se sentían superiores. Pero hey, no pasa nada, muchas pensamos así en algún momento, y desgraciadamente, muchas aún piensan así, pero eso no tiene nada que ver. Sé que si siguieras viva hubieras dejado a Erik y hubieras brillado por ti misma. Si hubieras llegado al feminismo quién sabe, pero de haber sido así hubieras encontrado libertad, ahora lo importante es el presente y tu memoria está a salvo. Esta noche le dijeron a ese desgraciado que pasará 70 años en un penal.

Los medios de comunicación te dejaron de decir de maneras bien feas; no me quiero imaginar los sentimientos tan dolorosos que le provocaron a toda tu familia por lo mediático del asunto, por eso y por que hubo terriblemente quien hizo imágenes comparando monumentos rayados a cómo quedó ese departamento donde vivías con ese sujeto. No sé cómo se vea la justicia en México, pero pocas veces es ver a toda una familia lograr conseguir la cantidad de años que se pedían, imponiéndose contra toda la corrupción que buscaba llevar a ese sujeto a una institución psiquiátrica y no a la cárcel, pero la presión y lo mediático si alcanzó para que llegara a su fin este proceso que en muchos casos dura años y se vuelve insufrible para familias completas que casi siempre son desplazadas. También supe que en las audiencias los jueces le pedían a tu familia no «incentivar el odio contra Erik N». Pero esta noche ya no pueden evitar que su nombre quedé marcado con la palabra feminicida. Como decían las cartulinas junto a tu foto en la lona afuera del reclusorio  «agradezcan que queremos justicia y no venganza». Pero incluso, en muchas mentes vivirá la alegría de saber la clase de bienvenida que le van a dar en el reclusorio a tu feminicida. Ojalá que no lo suiciden, porque últimamente (desde siempre) pasa cuando alguna persona tan evidentemente culpable termina en la cárcel. Que porquería es el sistema penitenciario en México. Pero ahora, cada 2 de noviembre que regreses en las ofrendas que te pongan, podrán reencontrarse en paz, tu familia te hizo justicia y cada que seas recordada, vivirás, y ahora tu nombre ya no va ligado a unas fotos horribles y apodos revictimizantes: va ligado a una ley aprobada en distintos estados de la República dónde se condena la filtración de ese tipo de fotografías, y a una ejemplar sentencia de 70 años que deberá pagar quien se atrevió a lastimarte. A estas alturas, esa catarsis colectiva donde muchas respondimos llenando tu nombre de las fotos más bonitas que encontramos, se convirtió en un ejercicio de dignidad. Que las mujeres quemaran un camión fue un mensaje clarísimo, porque los medios escucharon clarísimo las consigas, las exigencias. El día de San Valentín del 2020, ese año caótico y pandémico, quedó marcado por la lucha feminista. Todo el día estuvo lleno de movilizaciones, una iconoclasia de una magnitud que no se volvió a ver y ahora tenemos un movimiento criminalizado, perseguido, espiado, con marchas llenas de represión y ya sabemos que con autorización para aventar gas lacrimógeno contra las mujeres, con vallas enormes para proteger esas puertas para evitar que las pinten del rojo que simula la sangre, pero que no han podido evitar ser escenario de proyecciones con reclamos y mensajes claros.

Ese 14, antes de cualquier cosa, a primera hora llegó como mensaje a muchos WhatsApp, un boletín que responsabilizó a varias colectivas. Lo más irónico fue que ninguna se encontraba en la ciudad en ese momento, pero una vez que nos aventaron al ruedo no hubo otra opción más que tomar el toro por los cuernos. Las circunstancias de una o de otra manera lograron que se dictarán los 70 años que se exigían por lo que te hicieron.

Pinche México podrido. Ojalá que desde allá arriba donde están las mujeres que estuvieron antes de nosotras, todas nos cuiden un montón, pues cada día es jugar una ruleta por ser mujer en este México feminicida.

Esta condena es un precedente, la sentencia es un mensaje de lo que puede hacer la presión social para reclamar justicia porque solo así ponen atención a las cosas en México. Todo es un engranaje colectivo para que este México deje de estar tan jodido, como dice esa canción de Rebeca Lane: «yo no quería esta patria desgarrada, me la heredaron herida y maltratada, y yo quiero sanarte pero hay tanta muerte, tanto político de mierda, tanto presidente y qué hago con mi mala suerte, la mala suerte de quererte».

Pero tu nombre, Ingrid, vive. México ya no volvió a ser el mismo, ni nosotras tampoco al darnos cuenta la crueldad que puede ejercer cualquier hombre desconocido contra una mujer. No los necesitamos a ellos para poder cuidar la memoria de aquellas que ya no están.

Justicia

Dignidad

Memoria

¿Ha valido la pena luchar por la memoria de todas las que nos faltan al grado que el gobierno clasificó a las colectivas feministas al nivel de las guerrillas?

Si, claro que sí.

Porque somos malas y podemos ser peores, y somos el 52% de la población. Ahora sí que como dice tu familia, «agradezcan que queremos justicia y no venganza».

Pero algunas sí, y cada día son más.

Y la organización, la digna rabia y el amor entre mujeres, es visto como una amenaza.

Entonces sí. Qué nos teman. Qué nos espíen. Qué nos clasifiquen más peligrosas que carteles de droga y a la par de Al Qaeda.

Nosotras vamos a seguirnos organizándonos.

Vamos a seguir respondiendo a su violencia.

Las mujeres se van a defender.

¿Verdad que sí?

Por eso cuando pude poner todas mis capacidades para poder aportar un granito de arena para lograr esa sentencia, no dude en hacerlo.

Esta noche termino de escribirte esto ya sin llorar pero con los ojos hinchados, porque, ojalá pudiéramos obtener sentencias así de implacables siempre, pero la realidad es que las mujeres ni siquiera deberían ser asesinadas y revictimizadas.

Voy a recurrir a tu recuerdo cuando necesite recuperar la esperanza de lo que las mujeres pueden hacer por otra. Hace tiempo un ángel me dejó un «hay que estar siempre juntas», pero ahora sé qué poderoso puede ser entender que solo nos tenemos a nosotras. Esta noche tu nombre es tratado con respeto, y tu familia sabe que no está sola. Aquellas fotos ya no existen y ese sujeto, si bien lleva 2 años en la cárcel, hoy sabe que no saldrá nunca. De una o de otra manera, la sentencia contra tu asesino cumple la profecía de Marisela Escobedo, aquella que se escucha a viva voz en su documental «Yo quisiera que la muerte de mi hija no fuera en vano, los hombres que acostumbran a violentar mujeres van a saber que las leyes no nomás están plasmadas en un papel, no hay vuelta atrás». Marisela y otras mujeres nos dejaron un legado de lucha que ahora es un camino que después recorrerán las niñas que vendrán.

Y una vez que las profecías se cumplen, todo empieza a cambiar.

El humo morado llegó para ti hasta el cielo.

Con amor, alguien que cumplió su promesa.

Justicia

Dignidad

Memoria

Esperanza

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