Dejemos de quemar en la hoguera a mujeres que no piensan como nosotras

“BASTA; basta de utilizar el feministómetro para embestir a otras mujeres, y cuestionémonos si no es una práctica opresiva el atreverse a señalar quién es o no es feminista”

por Norma Zamora

Desde que nacemos el sistema nos dicen cómo debemos comportarnos, qué decir, cómo decirlo, cuál es el prototipo de mujer que “debemos” alcanzar, cómo debemos vivir, a qué edad lo podemos vivir, cómo debemos vestir, sentir y hasta pensar.

Recordemos que quienes hemos decidido ser feministas también fuimos educadas en un sistema patriarcal, y que un día tomamos la decisión de rebelarnos y romper con ese patrón de crianza para comenzar a reeducarnos y trabajar en nosotras. Y me pregunto, ¿por qué en esta nueva construcción debemos vivir en constante tensión, con culpa por no cumplir a cabalidad lo recomendado, con afectaciones a nuestra salud mental  y con miedo a tener que enfrentar el castigo que representa el no conducirse como “debe hacerlo” una “auténtica” feminista?, ¿no es contradictorio reproducir los patrones de este sistema impositor que rechazamos y contra el que luchamos?.

Es tan absurdo encontrase en redes sociales con un sinfín de páginas que se autodescriben como feministas y leer en ellas como las mujeres son tachadas de malas, atacadas y acosadas por: ostentar el poder, expresarse, compartir información, apoyar proyectos políticos, cometer errores, y  por no cumplir con las “reglas” ideales del feminismo. Entonces, ¿dónde queda toda esta batalla que a diario enfrentamos en la exigencia de la garantía de nuestros derechos, de romper las cadenas que nos atan a este sistema machista, sexista, misógino, homofóbico, asesino y feminicida?.

Ahora debemos aceptar cumplir con estos “otros” mandatos y exigencias, para así continuar con un sometimiento disfrazado de feminismo, que recrimina a una mujer por vivir en un privilegio de clase, por elegir como profesión la política, por tener un cargo público, por contar con redes de apoyo, por tener autonomía económica, por contar con un trabajo bien remunerado, con un techo propio donde dormir y comer, por salir de vacaciones y viajar, por usar la ropa que le gusta, por tener una pareja, por su gusto hacia las flores y detalles, por leer libros de diversos temas, por hacer ejercicio, por someterse a una cirugía estética, por querer casarse o por decidir amarse demasiado.

Si salimos a tomar las calles y alzamos la voz es para poder ejercer una verdadera libertad, queremos ser libres, libres de ser, libres de pensar, libres de disentir, libres para gritar, libres para elegir, libres y vivir sin miedo. Si queremos que esto sea posible, soltemos esas “reglas” que el sistema con engaños nos quiere imponer al marcarnos con firmeza y violencia qué  es o no es feminismo. Son estas reglas a las que cada vez que tengamos de frente debemos hacer que ardan en la hoguera.

Comencemos nosotras a romper verdaderamente el pacto, y démosle paso a las otras, para que puedan continuar sin la carga que representa que no piensen como yo quiero (o como el sistema nos ha dicho que queremos), y terminen de encontrarse a sí mismas, construyan su paz y su felicidad, y permitámosles liberarse.

Ninguna de nosotras tenemos la misma historia, por lo que tratar de imponer y utilizar expresiones como: “dejen de”,  “deberían de”, “eso no es feminista”, “esto tampoco es feminista”, “eso es patriarcal”; lo único que produce en las mujeres es exclusión, confusión y frustración. No le debemos ni sufrimiento, ni culpa a nadie. Continuemos inspirando y cambiando al mundo para que cada día se sumen más y más mujeres y nuestro grito sea tan fuerte que derribemos las vallas y los blindajes con los que buscan detenernos.

 

 

 

 

 

Foto de Anna Shvets: https://www.pexels.com/es-es/foto/paisaje-naturaleza-gente-caminando-4672446/

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