Por Verónica Chalita

De acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Población(Conapo 2022), en México, se registran mil embarazos diarios en adolescentes, y de estos, 20 corresponden a menores de 15 años; casi todos sin haber sido planeados no deseados.

Asimismo, los datos demuestran que los embarazos en adolescentes aumentaron en nuestro país, por lo menos 30%, a raíz de la pandemia. El total de partos de madres adolescentes en 2021 fue de 373,661; de estos, 8,876 correspondieron a menores de 14 años, muchos de ellos,producto de violencia sexual derivada del confinamiento.

El embarazo en la adolescencia amplía la brecha de la desigualdad en derechos y oportunidades, pues se traduce en desventajas en educación, empleo, ingreso, seguridad social, entretenimiento, etc, profundizando desigualdades sociales.

Ciertamente, la mayoría de estos embarazos ocurren en zonas rurales o regiones en condiciones de vulnerabilidad; sin embargo, igualmente suceden en las grandes ciudades, es decir, no sólo mantienen relación directa con el estrato socioeconómico, sino también con las condiciones familiares, culturales y educativas, por ende, no todas las mujeres pueden ejercer sus derechos reproductivos, no todas pueden decidir en forma autónoma y sin discriminación si desean ser madres.

Otro impacto del embarazo involuntario a temprana edad seda en el aspecto de la autorrealización, lo que en la mayoría repercute en una disminución del autoestima, por lo que resulta primordial atender de manera expansiva la educación sexual integral, así como una reducación sobre los roles de género desde las escuelas; además de la promoción de políticas de igualdad de género tendientes a prevenir la violencia, y el derecho a decidir, garantizando sistemas seguros de salud reproductiva y control de natalidad.

Recuerdo que, en mis épocas de secundaria, la educación sexual se reducía a llevar a todas las adolescentes a una sala para ejercer sobre nosotras miedo y terror, exponiéndonos en un vídeo dos formas de aborto, con escenas explícitas y burdas que relataban el procedimiento de la disgregación de un feto, ya fuera por una máquina tipo aspiradora o con unas pinzas para legrado.

Se ha demostrado a lo largo de los años, que las medidas restrictivas en cuanto a este asunto no reducen el número de abortos, pero sí incrementan el riesgo a la salud de las mujeres.

Me parece que la problemática es compleja, y por supuesto, no todo se reduce al aborto, sería mucho mejor no llegar a ese punto, y si dar mentorías a los adolescentes sobre ejercer su sexualidad con pleno disfrute, a respetar a la mujer, tanto física, psicológica y emocionalmente; asimismo, a romper con los roles de género tradicionales, y a asumir la responsabilidad de la paternidad en toda su extensión.

 

Foto de Abdullah Toppınar : https://www.pexels.com/es-es/foto/persona-mujer-embarazada-maternidad-12823381/

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