Por Yola Díaz
Es muy común escuchar que las buenas acciones no se presumen porque si no ya no sería una buena acción y pasaría a ser una presunción de un acto “ventajoso.”
Mi pregunta querid@ lector (a) es: ¿por qué no hacerlo? ¿Qué tendría de malo presumir que estás haciendo algo por los demás?
Si nos ponemos a reflexionar de manera positiva el publicar en redes sociales las buenas acciones que hacemos, ¿no sería algo contagioso? Es decir, al ver que tanta gente está haciendo cosas por lo demás se antojaría, se contagiaría. O esas personas que se la viven criticando, ¿hacen algo por los demás?
Te has puesto a pensar que tanta crítica de ciertas personas es porque su vida es muy vacía y de alguna manera tienen que volcar su frustración.
Esto me recuerda la película de Cadena de Favores, en la cual hacías un favor con la consigna de que tú tenías que hacer otro favor a otros tres y así se iban multiplicando las buenas acciones. ¿Por qué no replicarlo?
Deberíamos levantarnos todos los días con la tarea de hacer algo por los demás, no te lleva mucho tiempo, sin embargo le puedes cambiar el día o la vida a alguien más, además que hacer el bien se siente bien (valga la redundancia).
En una ocasión me tocó pasar por unas calles donde acababa de pasar un accidente, yo iba con una amiga y nos bajamos no por morbo, sino para ver en que podíamos ayudar, lo que más me impresionó fue que de mínimo diez personas que vimos ninguna estaba ayudando, menos mal que en ese tiempo no había celulares sino supongo estarían grabando, de inmediato nos acercamos al vehículo chocado en el cual iba una señora con un niño de dos años, en lo que yo me acercaba con la señora, mi amiga cargo al niño en brazos que no paraba de llorar al ver que su mamá tenía sangre en la nariz, por fortuna el accidente no fue de gravedad, pero mientras la cruz roja se llevaba a la mamá y al niño, nosotras nos quedamos con las llaves del coche esperando al hermano de la afectada, ni siquiera recuerdo los nombres de ellos y segura estoy que ellos tampoco recuerdan el nuestro, pero eso no importa, lo relevante es que fuimos de ayuda eso es lo que cuenta.
Otro momento que recuerdo perfectamente fue un sábado aproximadamente a las seis de la mañana, yo en mi profundo sueño escucho unos gritos desgarradores de una chava pidiendo ayuda, creí que estaba soñando pero esos gritos que nunca olvidaré los volví a escuchar y muy cerca de casa, como pude me levanté y lo único que hice fue abrir mi ventana y fingiendo una voz de hombre grite lo más fuerte que pude y dije: te estoy viendo, inmediatamente escuche que alguien corría hacia un lado y alguien más corría hacía otro, me levanté y fui con mi mamá a decirle lo que había escuchado ella todavía me dice: seguramente lo soñaste, y yo le respondí que no, que incluso escuche que corrían, nos levantamos y nos asomamos a la calle, mi mamá a dos cuadras ve la silueta de dos personas y va hacía ellas, yo le decía que no fuera, obvio me daba miedo y aún estaba obscuro, se topó con una chava que tendría no más de 24 años y un vecino. La muchacha al ver a mi mamá la abraza y mi mamá se la trae a la casa, nos cuenta que un tipo la venía siguiendo y en algún momento la alcanzó y la empezó a manosear y que al momento de escuchar mi grito el tipo se asustó y se fue, después de darle un té para que se calmará la llevamos a su trabajo, un hospital que estaba cerca y a pesar que nos ofrecimos a acompañarla a poner la denuncia no quiso.
¿Se dan cuenta de la mínima o gran diferencia? Yo pude suponer que estaba soñando o simplemente ignorar los gritos, y aunque hubiese sido un sueño el abrir mi ventana y gritar no me quitaba nada o igual y me quitaba solo el sueño que es muy preciado para mí, pero aun así lo hice, sin embargo a ella sí le hice la diferencia.
Y estos dos ejemplos fueron acciones a una sola persona, también lo he hecho con organizaciones, asociaciones y demás, pero insisto una buena acción individual o grupal le cambia el día o la vida a alguien más.
Está de moda la palabra “normalizar”, pues normalicemos el ser mejores personas y predicar con el ejemplo, más bien y menos hate.
Como diría Samuel Smiles:
“Las buenas acciones nos dan fuerza a nosotros mismos e inspirar a las buenas acciones de los demás”.
Yolanda Díaz
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