“Una luz en mis caminos”

Tuve la oportunidad de participar como comentarista en el evento organizado por el Museo de la Mujer de la CdMx, en la presentación del libro: “Una Luz en mis caminos” de Andrea Saldaña Rivera

por Araceli García Rico

Tuve la oportunidad de participar como comentarista en el evento organizado por el Museo de la Mujer de la CdMx, en la presentación del libro: “Una Luz en mis caminos” de Andrea Saldaña Rivera. 

A partir de estas facetas, Andrea hace un recorrido anecdótico sobre la escalada de derechos de las mujeres, una mirada feminista que con su actuar transversalizo la perspectiva de género en el ámbito de la salud.

Distinguen a Andrea, dos facetas: la de poeta y la de experta en salud pública; a partir de la enfermería, en ambas encuentra el soporte suficiente para transformar la situación de las mujeres en el país, que desde los ahora llamados micromachismos, ella asumía como formas  no correctas de expresión o de comportamiento: “el que los padres siempre anhelaban tener un varón en primera instancia, en que las mujeres extraían el agua del aljibe y la llevaban al hogar caminando largos caminos y pesadas cubetas, en que las mujeres empoderadas se notaban justo por eso: por salirse del rol de mujer sumisa, el alto índice de  muertes maternas, se dio cuenta de lo invisibilizada que estaba la violencia familiar, los estereotipos de género en el juego, en la ropa, en las actitudes. Ahí tomo conciencia de la importancia de las Redes de ayuda.

En su niñez escuchaba a las adultas, sobre “las mañas” que utilizaban las mujeres para no embarazarse, eran tiempos en que la comunicación no era tan fluida y mucho se dejaba al conocimiento de la comunidad, a los usos y costumbres o a los valores. Nos recuerda Andrea que, aún el articulo 4 constitucional, no era garante del número y espaciamiento de los hijos, mucho menos de la igualdad jurídica entre el hombre y la mujer. Ella formo parte fundamental del derecho a decidir de las mujeres plasmado en las leyes.

Y así a través de sus vivencias, es que también conocemos de la evolución de un país, tan extenso, tan complejo, tan rico, tan sui generis como nuestro México.

La autora nos invita a conocer los retos que enfrentó como estudiante, cuando estaba en su especialidad, aparejada de los poemas, las canciones más emblemáticas de aquellos años, pero también de esa radiografía que a todas las que nos gusta la historia, la sociología, la ciencia política, disfrutamos en su narrativa, los años en que la represión sexual trataba de imponer reglas de comportamiento social y cómo en los años setentas se inició la época de la educación sexual.

Y fue en Sinaloa, al recibir una flor por parte de una desconocida, vestida de novia y con semblante triste (había sido plantada en el altar) que Andrea, hizo un alto en su camino para descifrar las vertientes de la violencia, no solo la física, la evidente, la que rompe, la que mata, si no la emocional, la que nadie quiere ver, la que es el inicio de una serie de sucesos por demás trágicos, que devienen de las relaciones desiguales de poder en las cuales el patriarcado aparece como gran protagonista de generación en generación, dejando huellas indelebles al paso de los años. Ahora existe la Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida libre de violencia, en la cual, podemos encontrar los tipos y los modalidades, su actualización e incluso lo que significa la Alerta de Violencia de Género.

También tomo conciencia del añejo trabajo de cuidados que ejercemos las mujeres y que se ha venido triplicando en pandemia. Recientemente surgió el tan necesario Sistema Nacional de Cuidados, el cual falta la aprobación de la Ley General de Cuidados. Ya que por decisión propia o por imposición cultural es la mujer la que lleva a cuestas la doble y triple jornada de trabajo, no remunerado en el hogar, cuidando a quien lo requiere ya sea por edad, por enfermedad o por discapacidad de nacimiento y adquirido. Gran tarea queda todavía por delante, querida Andrea.

En este texto surge otra reivindicación: la del salario digno a las profesiones preponderantemente femeninas, como ella y sus colegas lo han atestiguado por décadas.

En su vinculación con IPAS y Maternidad sin Riesgo, a nivel nacional e internacional destacó el valor de la sororidad, mujeres reconociéndose en sus talentos y potenciando sus capacidades de apoyo a la sociedad civil, a las personas adultas mayores, los derechos reproductivos, sobre todo a víctimas de violencia sexual y todas aquellas causas que la salud pública y la voluntad pueden lograr.

¡Felicidades, Andrea Saldaña!

Fotografía: Cortesía.

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