Si ellos pudieran, nos apresarían, atadas de pies y manos con grilletes pesados nos obligarían a caminar desnudas rumbo a la pira bañada en brea.
Señalarían nuestro cabello y sus diferentes colores, los tatuajes, las cicatrices, los lunares de nacimiento, todo para ellos sería prueba innegable de nuestro pacto con el diablo.
Somos brujas porque sangramos y porque al sangrar nos sanamos. Porque tenemos sueños y en esos sueños vemos cosas que todavía no han pasado. Porque tenemos más de 5 sentidos y porque uno de ellos nos alerta del peligro.
Ya nos hubieran quemado, por salir al trabajo, por cobrar un sueldo, por usar tacones, por llevar falda y seguro también nos habrían quemado por elegir no llevarla.
Nos habrían quemado por no tener hijos, por ser solteras o amarnos entre nosotras. Nos habrían quemado sin dudarlo.
Nos habrían quemado, luego de violarnos.
Nos habrían quemado y arrebatado nuestros bienes escasos.
Nos habrían quemado frente a nuestros hijos y luego seguramente, los habrían también asesinado.
Nos habrían quemado tras largos discursos donde se nombrarían ellos unos santos.
Pero con sus santas manos, nos habrían quemado.
Pero no pudieron quemarlas a todas, muchas se escaparon.
Y esas que huyeron lloraron y del suelo brotaron acacias y orquídeas
Y nos contaron secretos que sólo nosotras sabemos.
Ya no pueden quemarnos, se les caerían a ellos las manos.
Hay que quitarnos el manto, hay que retirar el velo.
Ya sin miedo y sin cadenas, libres levantar el vuelo.
Y si esta vez intentan quemarnos ¡que arda todo el mundo entero!