Nos dijeron desde siempre que éramos “una costilla” tomada del costado de Adán y que por ese origen, nuestro destino era la dependencia y completar a los hombres. Nos dijeron muchas cosas durante mucho tiempo y aunque no estábamos de acuerdo, lo tuvimos que aceptar durante bastante tiempo. Pero no hay mal que dure mil años, ni costilla que lo resista. Decidimos rompernos y salir a caminar por el mundo. Nos tiene mucho sin cuidado si Adán anda por el paraíso quejándose con su Creador sobre lo mal portada de esa costilla. No somos parte de alguien más, somos personas con dignidad plena, somos mujeres dispuestas a resistir, a luchar y a ganar una batalla que ya es inminente. No somos las malas de la historia, somos las víctimas: las violadas, las ultrajadas, las silenciadas y ¡ya basta!
Dicen que “no son formas” que “hay otras maneras” y que por favor ¡cuiden la vida de las paredes y los monumentos!
La frase que mejor resume este contexto es la siguiente: “Quisieron enterrarnos, pero olvidaron que somos semillas”.
El movimiento de las mujeres en México y en el mundo, ya nadie lo para, venimos con la fuerza de millones de ancestras a las que violentaron y venimos con la legítima bandera de decir: ¡ya basta! ¡Qué se levanten las mujeres de todo el mundo! ¡Qué se levanten en armas! ¡Que se levanten en leyes! ¡Qué se levanten en causas! Estamos viviendo el momento histórico para defender los derechos que nos han sido negados y para fortalecer algunos, que ha regañadientes nos han concedido.
El sistema patriarcal durante cientos de años ha tenido la hegemonía del poder en todos los aspectos de la vida humana, pero ¡se les acabó la fiesta!
La mujer dormida ha despertado y nadie la volverá a someter en un letargo. Hermanas: denuncien, alcen la voz, griten, luchen. Aquí en la costilla rota tienen a una manada fiera que ya no le teme a nada.
Escriban a nuestro correo de contacto y juntas, vayamos a tirar de una vez por todas al
patriarcado.
Hasta que la dignidad se haga costumbre.
