Por Angélica De la Peña
De acuerdo al INEGI hay aproximadamente 442 mil profesionales de la abogacía, el 40% son mujeres, y el 18.58 % de las abogadas ganan menos que los abogados realizando el mismo trabajo. Aunque la primera organización de abogados data del virreinato, la incorporación de las mujeres a esta profesión es reciente; en los setentas apenas el 15% ingresa a la carrera de derecho. Hoy hay mayor presencia casi igualitaria de mujeres y hombres en las facultades de Derecho.
La historia nos demuestra que no ha sido fácil remontar las dificultades que impiden las mujeres tengan las mismas condiciones para ejercer los mismos derechos, oportunidades y tratos en esta carrera profesional tradicionalmente dominada por hombres.
La Barra Mexicana, Colegio de Abogados BMA, fundada en 1922, es sin duda, uno de los principales colegios. Destaca en su definición su compromiso en la defensa de los intereses individuales y colectivos de los agremiados, así como la ayuda mutua. Por eso extraña que la primera mujer en ocupar el cargo de Presidenta en su historia, la maestra Claudia E. De Buen Unna (2021/2022), se haya retirado de este colegio denunciando una serie de hechos lamentables padecidos en su contra durante su gestión.
La abogada De Buen señala, entre otros, que la sacaron de la mayoría de los chats, no develaron su fotografía junto con las otras fotos de los señores ex presidentes y le solicitaron su renuncia anticipada. La acción que fue el colmo del maltrato y la llevó a la renuncia, fue la foto de los señores ex presidentes reunidos con el actual presidente para tratar asuntos institucionales y que fue debidamente publicitada por el propio presidente el pasado 4 de julio.
Muchas mujeres no comprendimos por qué la ausencia de Claudia en esa reunión, siendo la única mujer que ha ocupado la presidencia. ¿No deberían los líderes de la Barra destacar a la única mujer que ha estado al frente de su gremio? Por el contrario, se han hecho comentarios que justifican su exclusión.
A las mujeres, incluso a las profesionales más avezadas les cuesta más llegar y permanecer, que a los hombres; el rasero es más exigente porque las reglas no se aplican igual para ellos respecto de nosotras. Las mujeres profesionistas suelen acompañarse de sus hijas e hijos, como Claudia lo hizo infinidad de veces.
Hoy observamos con preocupación que en el gremio del que surgen quienes aplican la ley, sigue prevaleciendo una actitud misógina, y a los hombres como los más doctos. También reactivos a aceptar el liderazgo de una mujer.
John Stuart Mill en su obra “La Sujeción de las Mujeres” (1869) menciona que la subordinación que impone el hombre sobre la mujer, se debe al principio que regula las actuales (siglo XIX) relaciones entre los dos sexos y lo define como injusto y uno de los principales obstáculos para el lograr el progreso de la humanidad.
Viene al caso recordarlo, porque a pesar de que hemos avanzado en establecer la igualdad sustantiva como un principio constitucional, falta mucho para garantizar la progresividad de los derechos de las mujeres de manera efectiva. Por eso preocupa que uno de más importantes los colegios de la abogacía, no se den cuenta de la importancia de la integración de las mujeres, particularmente de quien ha sido hasta hoy la única Presidenta de su Barra. Las abogadas son necesarias para avanzar en la eliminación de las ataduras de las mujeres. Pero también necesitamos de los abogados.