Por Yolanda Díaz
Esta semana hice un live con una amiga en el grupo de Proyecto M (comunidad sorora de mujeres) en el que el tema se trató de la matriz y su reloj biológico.
Mi amiga está casada, tiene 34 años y en estos momentos se encuentra en la disyuntiva de si tiene hijos o no, siempre ha manifestado no seguir con los “estándares” que marca la sociedad de casarse, tener hijos y tener la “happy family”, su marido piensa similar, sin embargo la familia juega un papel importante, ya que directa o indirectamente hay comentarios donde los posibles abuelos desearían hacer honor a ese título (de abuelos) aunque ya tienen nietos por parte de los demás hijos, sin embargo es algo que desean y de alguna forma u otra ese tipo de comentarios sí se quedan en la mente, aunque si se quedan en tu cabeza quiero suponer que es porque lo consideras aunque sea en menor posibilidad.
Pero aquí hay un factor vital y es el reloj biológico de la matriz de mi amiga, porque si las mujeres no tuviésemos esa presión de la edad de la matriz muchas viviríamos más relajadas y no con ese tema del tiempo en nuestra contra.
Les contaré algo muy personal y espero quede aquí entre nosotros. En mi última revisión de rutina tuve que buscar un médico nuevo ya que mi ginecóloga que además fungía como psicóloga, falleció. Total que me recomendaron a un doctor que supuestamente era muy bueno y pues voy a mi cita de rutina. Ustedes no están para saberlo pero hay dos citas médicas que me causan conflicto y son; uno ir al dentista ya que no soporto el aparato ese llamado fresa, incluso se me baja la presión cada que me toca ir a limpieza y esas cosas y evidentemente ir al ginecólogo también me causa algo de miedo. Pues llego a la tan mencionada cita, me revisan y de la manera más fría, el doctor me dice que tengo miomas y que habían crecido, acto siguiente me dice que debido a estos miomas pues mi matriz es inservible, y palabras textuales me comenta: obvio ya no vas a tener hijos por tu edad y por los miomas que están muy grandes, así que tu matriz no sirve, ya quítatela, no tiene caso que la tengas. Después de esas palabras que me cayeron como balde de agua no fría, sino con hielos, me quedo en shock y me suelto como “María Magdalena”, el insensible doctor se me queda viendo con cara de: ¿qué le pasa a esta mujer? Y me pregunta: ¿todo está bien?, y yo: ¿really? ¿todo está bien? O sea, me acabas de decir que una parte importantísima de mi cuerpo básicamente la tengo de adorno y en este caso este “adorno” nomás estorba, ¿y pretende que lo tome como si me estuviera diciendo que me va a quitar una uña enterrada de mi esbelto pie? No supe que responderle porque también confieso que me daba pena estar acabándome sus kleenex por mi llanto incontrolable. Minutos después de haber secado mis lágrimas salgo del consultorio devastada porque además me dio coraje e impotencia ya que en mis revisiones de rutina con mis doctores anteriores jamás me dijeron que estas carnosidades estaban creciendo y fue la causa de que yo no pudiese ser mamá si es que en algún momento yo lo hubiese considerado. Por supuesto que la siguiente llamada fue a mi santa madre para desahogarme y porque además necesitaba el apapacho materno y así fue.
El meollo de estas dos historias es que como mujeres tenemos este órgano femenino que tiene su tiempo y lo tienes que considerar a profundidad, ya que dicho órgano tiene una función en este mundo y es el de dar vida.
Pero además es una decisión muy personal y la gente a tu alrededor tiene que respetar si quieres hacer trabajar esta parte de tu cuerpo o no. De verdad no está padre que a determinada edad las personas que están en tu entorno afectivo te cuestionen si vas a traer vida a este planeta o no. Aprendamos a respetar las vidas ajenas, porque detrás de cada persona hay una historia y no sabemos que hay detrás de ellas.
Hoy yo ya lo cuento como anécdota y me rio, pero en su momento fue doloroso, pero por algo pasan las cosas y hoy por hoy estoy bien y cómoda con ese tema pero también hay una historia que en otra ocasión se las contaré.
“Tu vida es tuya y te pertenece, como te pertenecen tus decisiones y sus consecuencias”.
Nos leemos la próxima semana.
Yolanda Díaz
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