Por Lizbeth Álvarez Martínez.
Hay algo que ocurre dentro sin saber qué ni cómo controlarlo; una tormenta, el pánico, la locura, un tiroteo de emociones que no paran y no se cesan con un “cálmate, no va a pasar nada”, cuando sí está pasando.
Pasa que tu respiración se acelera, tus manos empiezan a sudar, aumenta la sudoración en todo tu cuerpo, quieres salir corriendo sin dirección alguna, piensas que te vas a desmayar y eso último sería la mejor solución para que tu cerebro se calme y todo termine.
De acuerdo con la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud del Gobierno Federal, la ansiedad es un estado emocional en el que se presentan cambios somáticos (cuando una persona expresa tener un síntoma que en realidad no tiene) y psíquicos.
Sensaciones somáticas como: mareos, taquicardia, sudoración, palpitaciones, temblor, molestias digestivas, aumento de la frecuencia y urgencia urinaria y/o mareos.
Síntomas psíquicos (cognoscitivos, conductuales y afectivos) como: nerviosismo, deseo de huir, sensación de muerte inminente, inquietud, miedos irracionales, temor a perder la razón y el control.
Los trastornos de ansiedad son muy comunes en nuestra sociedad. Además, la situación provocada por la pandemia ha hecho que los síntomas de ansiedad de muchas personas hayan empeorado o, en algunos casos, se hayan desarrollado nuevos síntomas. El ejercicio físico ha demostrado tener efectos beneficiosos tanto en la salud física como en la salud mental.
Cuando practicamos deporte nuestro cerebro segrega unas sustancias químicas llamadas neurotransmisores. Entre los neurotransmisores implicados, destacan las endorfinas, la serotonina, la dopamina y la acetilcolina. Las endorfinas, o moléculas de la felicidad, contribuyen a disminuir los niveles de ansiedad. La serotonina ayuda a regular el estado de ánimo y la dopamina se encarga de regular la motivación. De la misma manera, la dopamina contribuye a varias funciones cerebrales como la atención o la memoria. La acetilcolina ayuda a prevenir el daño neurológico.
Por eso, para matar la ansiedad hay que involucrar al cuerpo. Fue entonces cuando comenzó mi vicio de hacer ejercicio, uno de ellos es el salirme a correr. Las corredoras somos tercas, sufridoras de resistencia. Pero es que correr de verdad es un ansiolítico poderosísimo. Y es gratis. Correr tranquiliza, así como también bailar, hacer step, fit jump, fit ball, entre otras actividades deportivas.
Y es necesario nombrar a la ansiedad para que ese estribillo que canta los “cálmate, no va a pasar nada” deje de repetirse porque es un sinsentido.
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