Por R. Aideé Aguilar
La migración es un fenómeno que va acompañado de la humanidad. Hoy en día las causas de estas migraciones han cambiado. Hay migrantes que buscan mejores condiciones de vida como obtener un empleo mejor remunerado; hay migraciones climáticas, a causa de la escasez de agua, alimentos o, por las condiciones metereológicas, han destruido decenas de hogares en por todo el mundo. También hay personas que tuvieron que salir de sus países por los conflictos armados, las guerras, las persecuciones, a estos se les conoce como refugiados.
«Hoy en día el 50% de los refugiados del mundo son mujeres y niñas», según datos de Naciones Unidas. Asímismo 1 de cada 5 mujeres refugiadas o desplazadas, fueron víctimas de violencia sexual.
Los migrantes y refugiados en general son un sector vulnerable de la población, pero si a esto le sumas el hecho de ser mujer y/o niña, la situación es aún más complicada. Porque en este sistema capitalista patriarcal, el hecho de ser mujer ya te convierte en una presa fácil para que te violenten de diferentes maneras. Una forma constante y convencional son los abusos sexuales tanto en el trayecto de la migración, por parte de las personas que los «conducen», así como de las personas que también hacen ese trayecto migratorio.
Ahora pensemos cuando estas mujeres son interceptadas por las instituciones que se deberían de encargar de apoyar a las personas migrantes. Muchas veces estas personas son llevadas a centros de detención para migrantes y refugiados. Las condiciones en estos lugares suelen ser deplorables. El trato es inhumano, ahí es donde también son atropellados sus derechos humanos; un lugar que debería de apoyarles y resguardarles; sin embargo, un porcentaje alto de estas mujeres y niñas sufren abusos y violaciones sexuales, vejaciones, maltrato psicológico, incluso, hasta físico.
Los organismos gubernamentales tienen esta información de lo que sucede al interior de estos lugares, pero generalmente no toman acciones para frenar y evitar la violencia. Vemos marcada la indiferencia, el desinteres e, incluso, los prejuicios que se tienen hacia estas personas.
Tengamos en cuenta que el número de personas que migran o buscan refugiarse, cada día incrementa, y son cada vez más las mujeres y niñas quienes se enfrentan a estas situaciones de violencia.
Por ello es necesario hacer un llamado a las instituiones que se encargan de gestionar estos «apoyos» a las mujeres y niñas para que se les garanticen sus derechos humanos y nunca más vuelvan a ser violentadas de ninguna manera.
Foto de PxHere, Creative Commons