Aproximadamente 250 mil personas congregadas en la marcha del orgullo LGBTTTIQ de la Ciudad de México, leía en mi celular el domingo por la mañana en la pagina de noticias de Carmen Aristegui, mientras caminaba tomándome un café por el centro de la ciudad. De los puestos de periódicos ni se diga, las primeras planas se pintaron de colores hablando del tan esperado PRIDE, ¿y cómo no? si estuvo dos años ausente por la pandemia.
El sábado pasado desde las 12 del día, daba inicio una de las marchas más esperadas del año, la más colorida, exótica y alegre. La única en su tipo. Eran aproximadamente las 5 de la tarde y al caminar a la altura del caballito, seguía pasando un flujo impresionante de personas, algunas vestidas con extravagantes y carnavalescos atuendos. Caminé sobre Reforma, en sentido contrario a la marcha, cerca de la glorieta de las mujeres que luchan (donde me quede de ver con un par de amigas y algunas mujeres más), y donde detrás de un arbolito había una persona de espaldas que llevaba puesto un vestido verde, el cual se veía medio levantado, y al mismo tiempo se escuchaba un enorme chorro caer al piso, mismo que rapidamente formaba un charco bajo sus pies. Nosotras solo nos miramos, y pensamos que nosotras no podríamos hacer algo así con tanta facilidad, pues nosotras no tenemos pene, y por nuestra vagina (de las que ahí estábamos y de las que no ) aun no nos atrevemos a poder hacer pipí libremente, porque la mayoría de las mujeres, desde la infancia, cargamos con prejuicios que nos frenan al querer hacer algunas cosas. Y porque nosotras siempre hemos vivido acoso, por eso no es lo mismo que una mujer haga pipí en la calle a un hombre , aunque éste lleve vestido… eso seguíamos pensando mientras caminábamos. Sobre el camino, veíamos de lejos los carros alegóricos, llenos de gente alegre, que gritaba, cantaba, bailaba etc. Algunas de esas personas eran bailarinas, artistas, influencers, cantantes y, uno que otro personaje que por el momento es mediático. Este año por ejemplo tenemos a Maria Fernanda Walker, la mujer que dice hablar en el idioma alienigena, y es que últimamente el tema de los ovnis ha causado tanto impacto en la sociedad, que resulta hasta conspiracional para muchas personas que los medios nos presenten este tipo de personajes por todas partes. Aproximandamente 150 carros alegóricos adornados con los colores de las banderas de la llamada diversidad sexual fueron los que acompañaron el recorrido de la comunidad. Las banderas más sobresalientes, a mi parecer, fueron la del arcoíris y la azul con rosa, transexual. De todo lo referente al arcoíris, se ha hecho todo un mercado rosa que va desde vender tennis, ropa, bisuteria, hasta ofrecer servicios como hoteleria , viviendas, viajes y por qué no, también existen los tratamientos para poder tener bebés y lograr así el sueño de la “ familia ideal”, a costa de la explotación de los cuerpos. Y de la rosa con azul, que si bien es una lucha que va ganando terreno, también es un motín político al que se le quiere sacar jugo, y del que quizá solo algunas farmacéuticas, organizaciones, partidos políticos, y una que otra persona saldrán beneficiadas. El sistema capitalista/patriarcal no tiene límites. No le importa mutilar sueños, con tal de que sueñes lo que él quiere.
Mientras tanto, entre las personas que iban avanzando lentamente se podía encontrar todo tipo de personajes y de vestuarios. Enormes vestidos, unos muy coloridos, otros muy creativos y otros extravagantes. Algunos ridículos (a los ojos de algunas personas), otros no tanto (a los ojos de otras). Lo importante era unirse para marchar por sus derechos históricamente negados.
Justo veía esto, cuando de repente pasó frente a nosotras un hombre de aproximadamente 30 años, que únicamente llevaba un tipo de ropa interior que no le tapaba nada. Caminaba tranquilamente sobre reforma, sin pena, sin prisa, sin sentir las miradas morbosas de las mujeres, sin sentirse acosado por ellas, sin sentir ni la mínima preocupación con las autoridades por su desnudez, o sin sentir que en algún momento podría ser tocado. No nada de eso. Al contrario, él caminaba seguro esperando atraer la mirada de las personas ahí presentes, hombres y mujeres; lo que importaba era acaparar miradas. Aparte, cómo no se iba a sentir seguro, si estaba en el centro de la ciudad custodiado por 2000 mil policías hombres, mismos que fueron designados para proteger a las personas que asistieron a este evento, de las cuales, una que otra iba bebiendo alcohol pero como dirían las autoridades, “como van marchando tranquilamente no hay problema, hubiera problema si fueran haciendo destrozos”. ¿Lo dirán por las tan nombradas feministas? Porque esas sí son peligrosas para el estado, hasta con tanquetas tienen que ser trasladadas.
Mientras todas y todos los asistentes llegaban al evento planeado en el Zócalo de la ciudad, las calles por donde miles de personas habían desfilado minutos antes, quedaban solas, tristes , desoladas, pero sobre todo sucias de latas de cerveza y todo tipo de alcohol, de platos de plástico, de los condones que estuvieron volando por el cielo, de propaganda, de comida, y todo esto acompañado de un penetrante aroma a pipí. Ese mismo olor al que huelen algunas escaleras del metro, si no es que todas. Ya sabemos que en México causa más indignación una pared rayada, que una pared orinada. Y seguramente asi quedo tambien el zocalo al terminar el evento después del concierto y el acto político, donde los hombres gays leyeron sus demandas, lo que a ellos les interesa, lo que les beneficia, pues aquí también las lesbianas hemos sido invisibilizadas, y la verdad es que a algunas ya no nos sorprende nada de esto, porque sabemos que todo a final de cuentas es producto del patriarcado. Por eso muchas solo vemos el carnaval desde lejos, a sabiendas que ese no es nuestro lugar, que no nos representa. Ojalá muchas lesbianas de las que están de aquel lado, puedan ver con más claridad su situación, nuestra situación en el mundo. Mientras tanto a nosotras solo nos queda hacer lo que está en nuestras manos para tratar de sacarlas de donde un día tambien estuvimos.