Por Núria González López
Destruir a la clase trabajadora y convertirla en masa mendicante institucional es el objetivo. No tengan la menor duda
De la propuesta del gobierno más progresista de la historia sideral de que las bajas por enfermedad dejen de existir como tal, lo que más me sorprende es que alguien se sorprenda.
Venimos de alargar la edad de jubilación cada vez más, de eliminar la protección contra el despido de las mujeres que solicitaba concreción horaria para cuidar a sus hijos hijas y personas dependientes gratis, ahorrándole un dineral al Estado, de entre otras lindeces.
No sé dónde está la novedad ahora cuando desde el ministerio de Seguridad Social, antes liderado por el neoliberalísimo Escrivá y ahora por su pupila Elma Saiz, se pretende institucionalizar la leyenda negra sobre la utilización de las bajas por enfermedad por parte de los trabajadores.
Porque es eso exactamente lo que se está encumbrando, a saber, que en realidad las trabajadoras y trabajadores son unos vagos, que no es que estén tan enfermos como dicen y que como todo el mundo sabe, estafan al estado con bajas laborales fraudulentas que, por cierto, se pagan ellos mismos con las cotizaciones a la seguridad social cada mes.
Y para combatir esa mala fe intrínseca a los pobres en España, ya recogida desde el Lazarillo de Tormes, desde el gobierno proponen un baremo imposible que determine que, si no te encuentras tan mal, pues que trabajes.
Obviamente si esto tiene que depender del trabajador, al final de quien va a depender es del empresario, que, si ya se dan las altas aleatoriamente a través de las mutuas o la inspección médica, no te digo nada, si encima tienes que demostrar cuanto de mal te encuentras, y si es cierto que no puedes trabajar, aún a riesgo de echar el higadillo por la boca. En realidad, lo que se busca es ahorrarse unos durillos a costa de los exiguos derechos laborales, en concreto, del derecho a enfermar.
Pero lo más ofensivo de todo es que lo planteen como si el trabajo no fuera una obligación vital de subsistencia para la inmensa mayoría, sino como si trabajar fuese un entretenimiento, que supongo que es lo que es para la panda de pijioprogres que nos gobierna. Utilizan para ilustrar su deleznable propuesta algunos testimonios de personas que dicen que trabajar les entretuvo durante su enfermedad. Nada que decir a esas personas, pero eso de hacer de la anécdota la generalidad me recordó directamente al mito de la libre elección, cada vez que se saca el tema de la prostitución y para vender sus bondades nos sacan a una mujer en la tele diciendo aquello de “yo lo hago porque quiero”.
Que la élite dirigente crea que la mejor manera de pasar una baja de larga duración sea trabajar como divertimento es un insulto de tales dimensiones que me cuesta hasta describir. Están tan acostumbrados a que durante estos últimos años nos han tratado como borregos, con la inestimable ayuda de unos sindicatos que se manifiestan del bracito con el gobierno, que ya ni disimulan.
Qué mejor entretenimiento para un pobre asalariado que trabajar para su patrón, debe pensar la ministra y todo el gobierno, si total, con la miseria de sueldos que tienen no les debe dar para mucho más.
Y es cierto, con la vergüenza de sueldos que se manejan cada vez más gente acaba subsistiendo de la limosna institucional y pasan a engordar, aunque sea involuntariamente, la gran bolsa de voto cautivo de esa caridad de miseria, pero que prácticamente equivalente a los salarios. La diferencia es que si estás enferma cobrando un subsidio nadie te preguntará si en realidad estás tan mal como para no poder trabajar. Destruir a la clase trabajadora y convertirla en masa mendicante institucional es el objetivo. No tengan la menor duda.
Imagen creada con IA por LCR
