Por Mónica Mendoza Madrigal
Estamos cumpliendo 10 años de haber elevado la paridad a principio constitucional y una década después, hemos alcanzado una distribución equitativa en la integración de los órganos legislativos federales y estatales, que ya van por su tercera Legislatura siendo paritarios.
Por lo que al Ejecutivo respecta, fue necesario un estímulo legislativo adicional alcanzado gracias a la reforma de 2018, conocida como “Paridad en Todo”, y de su correspondiente validación por parte del Tribunal Electoral que permitió que se pudiera dar el gran salto de tan solo nueve gubernaturas ejercidas por mujeres en el período de 1953 a 2018, a seis obtenidas en la elección de 2021, dos en la de 2022, una más en la de 2023 y cuatro que se suman a la lista, pues resultaron vencedoras en la elección celebrada hace apenas dos meses y medio.
De tal manera que hubo nueve gobernadoras antes de la paridad y gracias a ella han llegado a esa posición política 13 adicionales, lo que en sí mismo permite afirmar que ese principio constitucional sí ha logrado transformar la configuración de la representación política de un país como el nuestro, en donde las mujeres votábamos, pero no llegábamos a los cargos públicos.
Sin duda alguna, lo que mayormente demuestra la efectividad de esta medida es el hecho de que México –por primera vez en su historia– será gobernado por una mujer electa como presidenta.
En donde de plano no tan solo no hemos alcanzado la paridad, sino que estamos realmente muy lejos de ella, es en las presidencias municipales.
De acuerdo con el INEGI, en 2020 mil 891 municipios en el país estaban gobernados por hombres, lo que equivale al 76.9 por ciento, mientras que 568 eran gobernados por mujeres, equivalente al 23.1 por ciento. Ese porcentaje es el punto más alto que hemos alcanzado en las siete décadas de tener y ejercer el derecho a votar y ser votadas, pues en los primeros 50 años la cifra no superó el 3.5 por ciento de alcaldesas en los gobiernos locales mexicanos.
En Veracruz, en ese período alcanzamos 57 alcaldías, pero disminuimos en la cifra para el proceso iniciado en 2021, teniendo actualmente 51 presidentas municipales electas, más dos adicionales que ejercen la función, una por ser suplente y la otra por ser síndica.
Al respecto de las alcaldesas veracruzanas, les comparto que en un par de meses estaré presentando mi nuevo libro, que es un estudio –derivado de la investigación posdoctoral que realizo– en el que hago un análisis pormenorizado de las mujeres gobernando municipios en esta entidad.
Pero el tema de fondo es que en lo local, la paridad no ha permeado para cambiar la configuración del sexo de quienes gobiernan.
En el proceso concurrente de 2024, se eligieron mil 802 alcaldías en ocho de los nueve estados que tuvieron procesos locales. De ese total, 169 mujeres resultaron electas munícipes de sus demarcaciones.
El dato pormenorizado de esa cifra muestra los siguientes resultados: en Yucatán, de 106 municipios, 24 mujeres ganaron la alcaldía; en Tabasco, de 17 alcaldías, en seis gobernarán mujeres; en Puebla, de 217 municipios, en 42 ganaron mujeres; en Morelos, de 33 municipios, habrá cuatro alcaldesas; en Jalisco, de 125 municipios, 49 mujeres serán presidentas municipales; en Guanajuato, en 46 municipios habrá 14 alcaldesas; en Chiapas, de 123 municipios, ganaron 22 mujeres; y en la Ciudad de México, de 16 alcaldías, en ocho ganaron mujeres, lo que convierte a la capital del país en la única entidad donde habrá paridad en sus gobiernos locales.
Una buena noticia es que de las alcaldesas electas, cuatro de ellas gobernarán ciudades capitales en Yucatán, Tabasco, Jalisco y Guanajuato.
Pese a que leyes de paridad facultan que los cabildos se equilibren para alcanzar la representación equitativa entre hombres y mujeres en su integración con las sindicaturas y regidurías, lo cierto es que las mujeres tienen una presencia muy por debajo de la paridad a alcanzar en las presidencias municipales.
Este análisis obliga a hacerse preguntas que son necesarias: ¿por qué las mujeres no están siendo electas por las y los votantes de sus propias ciudades? ¿Qué pasa que la paridad no logra permear a nivel local? ¿Es la misoginia más grande en las demarcaciones territoriales locales, como para frenar el avance político de las mujeres que habitan en éstas? ¿Por qué si hay mayoría de mujeres en el padrón electoral, las mujeres no votan por mujeres localmente?
Estas preguntas son planteamientos necesarios que hay que hacerse a la luz de los resultados electorales existentes en este ámbito y sobre todo, de cara a que en esta entidad tendremos en tan solo 10 meses una elección para renovar el poder político local.
Ahí lo que urge es que los partidos y coaliciones postulen mujeres que sean competitivas electoralmente, con liderazgos arraigados en lo local, para hacer que su votación se eleve y detengamos la caída en la cifra de alcaldesas, lo que resulta bastante vergonzoso en el escenario general de la representación política.
Foto: Juan Moyano @nito100