Feminismo y sororidad como respuesta ante el amor romántico

por Yndira Sandoval

Por Yndira Sandoval

 

En los últimos meses, hemos atestiguado un torbellino de comentarios y controversias alrededor de las relaciones afectivas de ciertos cantantes latinoamericanos. Por un lado, sobre Ángela Aguilar y Christian Nodal como exponentes de la música regional mexicana, donde las letras y su imagen refuerzan ciertas narrativas tradicionales. Por otro lado, la simbología del rap, los tatuajes y las letras contestatarias de Cazzu, desde una perspectiva feminista, también nos ofrecen una visión diferente sobre las relaciones y el amor. En este contexto, las dinámicas de las relaciones amorosas han sido puestas bajo escrutinio público, donde hace su aparición el amor romántico y sobre el cual es imprescindible que como feministas, ofrezcamos una perspectiva crítica.

Desmitificando el amor romántico

 Históricamente, el amor romántico ha estado rodeado de música, símbolos, películas y artistas que han consolidado la falsa perspectiva de que solo existe una forma de amar. Desde las princesas de Disney hasta la música regional mexicana, se ha ensalzado al hombre como conquistador y a la mujer como objeto de conquista. Los cuerpos femeninos se convierten en territorios a conquistar e hipersexualizados, lo que pone en riesgo la salud mental y la autonomía de las mujeres. El amor romántico ha simbolizado la muerte, ya que muchos feminicidios son perpetrados por parejas sentimentales. Además, de que este tipo de “amor” es una puerta de entrada a la trata y explotación sexual, siendo el enamoramiento un vínculo que engancha a muchas en estas redes. No solo eso, el amor romántico también conduce al delito, el 85% de las mujeres privadas de la libertad refieren que cometen delitos declarando que lo hicieron por amor”. La abnegación en nombre del amor se convierte en una renuncia al proyecto de vida de muchas mujeres. El amor romántico es, por lo tanto, uno de los peligros más sofisticados y naturalizados, que colocan en vulnerabilidad y riesgo la vida, la dignidad y la integridad de las mujeres.

La responsabilidad afectiva

Aunque en el caso de Cazzu, Ángela Aguilar y Christian Nodal no se manifieste la violencia tácita del amor romántico en forma de muerte, trata o explotación, sí podemos observar otros rostros igualmente dañinos. La salud mental y emocional se vuelven un factor crucial de reciprocidad en las relaciones sexo afectivas. Históricamente, los hombres han sido educados para negar sus emociones, reflejando un rostro más del  patriarcado que ignora la importancia de la responsabilidad afectiva. Cristian Nodal, un joven sobreexpuesto a la atención mediática, encarna esta falta de responsabilidad en sus relaciones. Cambiando de pareja con rapidez, cosificando a las mujeres y exponiendo públicamente detalles íntimos, como facturas de regalos que en su momento hizo a Belinda, lo cual muestra como algunos hombres tratan sus relaciones  amorosas como transacciones comerciales. Esto evidencia la creencia de que la atención y los regalos son inversiones en vez de actos de afecto, esperando un retorno en forma de posesión y control sobre la pareja. Esta conducta carece de empatía y responsabilidad emocional, perpetuando con ello la cosificación y el maltrato hacia las mujeres.

Paternidad ausente e irresponsable

 Un hombre que abandona a sus hijos encuentra eco en otros hombres, en los medios de comunicación y en la sociedad en su conjunto que tolera y hasta apoya su comportamiento. Si fuera al revés, una mujer sería satanizada por abandonar a sus hijos, mientras que un hombre es idolatrado y se hace una figura a glorificar el término “papá soltero”. La triste realidad es que cada vez hay más mujeres que son jefas de familia y únicas proveedoras, renunciando a sus proyectos de vida, lo que se traduce en sociedades precarizadas, donde la salud, el tiempo y los proyectos de vida de las mujeres son sacrificados. Nodal representa una radiografía de la inestabilidad emocional, la poca responsabilidad afectiva y la ausencia en la crianza, dejando todo el peso en la madre. Además, su cambio constante de parejas y la firma de contratos prenupciales basados en términos económicos muestran diferentes aristas del pacto patriarcal, donde se ven involucrados los medios, la familia y la sociedad, afectando, desafortunadamente también a las niñas y niños.

 Este caso va más allá de un tema entre “adultos” de parejas hechas o deshechas  debe llamar la atención la ausencia en la reflexión sobre la normalización del abandono de las infancias, la monopolización y feminización de los cuidados y la crianza así como la invisibilización de los impactos que representa en el desatollo de las niñas y niños la ausencia de una paternidad responsable. Nodal no es solo un macho, inestable o infiel, sino el retrato de los miles de padres ausentes más allá de la transacción financiera que puede representar una pensión de alimentos, que por desgracia no es la regla en la mayoría de los casos, ya que actualmente solo 2 de cada 10 niños o niñas con padres separados o divorciados reciben la pensión.

 Sororidad como respuesta

Si bien esto hoy lo sabemos porque estamos ante un caso mediático,  ahora mismo esta situación es la realidad de muchas mujeres, ¿cuántas mujeres en condición de posparto y maternando en soledad enfrentan situaciones dolorosas en silencio? Podemos empatizar con Cazzu debido a la sobreexposición de su caso, pero ¿qué tan solidarias y sororas somos con las innumerables historias de mujeres que maternan en la soledad, que son juzgadas, que se sienten culpables y que viven sus lutos y duelos en el anonimato? La sororidad y el feminismo deben extenderse más allá de los casos visibles y mediáticos so solo para abrazar a todas las mujeres que sufren en silencio, sino para juntas desmontar al amor romántico como estructura, contrato o cautiverio. La sororidad es la alianza entre mujeres contra el patriarcado. Se ha desvalorizado la amistad y el amor entre mujeres, sobrevalorando la idea de que solo existe una forma de amar, la cual  a los ojos del  patriarcado, éste debe venir de un hombre hacia una mujer. Pero las mujeres también amamos a otras mujeres, y no debemos romantizar la sororidad cuando un acuerdo de mujeres tenga como fin o medio para hacer daño a otras. La sororidad debe ser politizada, convirtiéndose en una forma de vida individual y colectiva, capaz de construir relaciones más éticas y de sentar las bases para una sociedad más justa e igualitaria.

Es inaplazable hacer un llamado a todas las mujeres a encontrar en el feminismo una salida, y en la sororidad, un alivio. Porque juntas, desde el amor y la empatía, podemos construir un mundo distinto, uno que merecemos. Como sociedad, debemos ser más críticos con lo que sucede a nuestro alrededor, reconociendo que las personas con fama son un reflejo de nuestras dinámicas y las canciones un reflejo de la cultura en la que vivimos. El pacto patriarcal también se rompe o debilita dejando de consumir letras que refuercen ideas de abnegación, violencia y dolor. Nunca más vivamos nuestro dolor en silencio, con culpa o vergüenza. El daño hacia nuestro amor, entrega y confianza no es menor y no hay violencia pequeña. Aunque no se puede equiparar una violencia que arrebata vidas, tampoco es digna una vida vivida en dolor. Como consumidores, tenemos el poder de exigir y apoyar contenidos que promuevan la igualdad y el respeto.

 La sororidad y el feminismo no solo son una  postura política y una forma de vida, sino son también una gran palestra de expresión, un inquebrantable escudo protector para sobrevir, una herramienta poderosa de resistencia ante el régimen opresor que incluye al amor romántico.

Cazzu ha expresado lo que muchas pensamos, sentimos o hacemos y lo ha hecho con el decoro, la altura y la ética que distingue al feminismo.

Tenemos derecho a defender nuestro sentir, nuestro silencio, nuestras emociones, nuestra dignidad aunque eso implique alejarnos de personas, espacios, proyectos, o relaciones.

Basta de que al amparo de nuestra paz mental, nuestra salud emocional y nuestra estabilidad, nuestro proyecto de vida y tiempo, otros gocen de buena reputación, romper el pacto patriarcal muchas veces también inicia rompiendo el silencio, dejando de vivir en soledad y solo hacia nuestros adentros lo que nos pasa, lo que vivimos, lo que sentimos y lo que nos duele.

Gracias Cazzu por tu poderoso mensaje a las mujeres y niñas.

 

 Con el patriarcado nada, con el feminismo y sororidad todo.

 

 

Imagen captura de pantalla Youtube

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