Reseña del libro «Las mujeres que aman demasiado» de Robin Norwood

Robin aborda directa y analíticamente las relaciones de pareja desde la visión de las mujeres, no va con rodeos y aunque a veces utiliza un lenguaje que podría parecer violento, solo quien ha tenido una relación basada en el ideal romántico y se ha recuperado de esta, puede coincidir con ella y no sentirse atacada

por Yuli Zuarth

Por Yuli Zuarth

La primera advertencia que tengo de este libro es que solo recomiendo leerlo, si tienes un acompañamiento de terapia psicológica constante. 

Esto, debido a que toca fibras demasiado sensibles que no podemos abrir y dejar a la intemperie, así como si nada. 

Robin, la autora, es una terapeuta de Estados Unidos experta en temas de relaciones, adicciones y grupos. De hecho, uno de los tantos aprendizajes es la enorme ayuda que dan los grupos terapéuticos (a quienes dedica el libro). 

Al terminar de leerla, busqué si existe algún tipo de grupo de ayuda terapéutica como los que la autora menciona, en mi ciudad. Hasta el momento, no lo he encontrado. Así que tenemos tarea pendiente. 

Robin aborda directa y analíticamente las relaciones de pareja desde la visión de las mujeres, no va con rodeos y aunque a veces utiliza un lenguaje que podría parecer violento, solo quien ha tenido una relación basada en el ideal romántico y se ha recuperado de esta, puede coincidir con ella y no sentirse atacada. 

Porque como dice, al estar en una relación no sana “apenas podemos funcionar como personas”, entonces, el primer paso desde su visión, es aceptar esa “adicción”, para empezar a curarla. 

Según su experiencia, este tipo de relaciones adictivas y no sanas, siempre tienen que ver con infancias y crianzas donde hay algún tipo de adicción: al alcohol, drogas o a la comida. Y casi la totalidad del libro son ejemplos de esos casos. 

¿Qué es el libro? Un manual para las mujeres para tener mejor y más sanas relaciones afectivas, para “dejar de medir nuestro amor por la profundidad de nuestro tormento”. 

La autora utiliza casos de sus pacientes, cuidando su privacidad y cambiando los nombres para ejemplificar cómo es que las mujeres se desviven por mantener relaciones, entrando en un ciclo desesperado por intentar salvar a un hombre que no quiere ser salvado. 

Y no se queda solo en describir los acontecimientos de las relaciones, sino que analiza a profundidad la vida, infancia e historia familiar de sus pacientes, lo que como dije al principio, puede abrir heridas antiguas profundas y por eso es importante tener el acompañamiento de una psicóloga; porque cada caso es distinto y especial. Tu caso es único y particular y merece toda la atención y acompañamiento profesional. De corazón, espero que puedas tenerlo. 

Incluso, nos da explicaciones de porqué puede ser que una persona sea adicta al azúcar y cómo esto tiene que ver con hogares donde existe o existió alcoholismo; desde su visión, la depresión, el alcoholismo y los desórdenes alimenticios están relacionados y tienen conexiones genéticas, lo que a su vez, nos lleva a ser propensas a caer en relaciones disfuncionales. 

Algo que es muy útil si eres terapeuta, es que comparte muchos de sus tips y ejercicios que ocupa en terapia, o incluso diálogos por ejemplo: “iniciamos nuestro trabajo juntas, el trabajo de curar su necesidad de dar más amor del que recibía, de dar y dar a partir de un lugar ya vacío en su interior”.

Spoiler alert: la sensación de tener un nudo en el estómago no es amor. 

El libro es toda una guía para que por primera vez, las mujeres sean su propio proyecto, en lugar de intentar cambiar/salvar a otra persona. 

Es una guía para animarse a buscar ayuda entendiendo que AMAR NO ES SUFRIR, aunque todo el contexto y la cultura nos digan lo contrario. 

La autora quiere que las mujeres cambiemos todo ese torbellino, dolor, frustración y la “excitación” que provocan las relaciones adictivas no sanas, por más intimidad y profundidad. 

Al mismo tiempo, explica cómo las mujeres que viven con el “complejo de salvadora” son también un imán para alguien que implique problemas. Y a veces, solo a veces nos quedamos un tiempo bailando en ese escenario de problemas porque se hace cómodo y familiar: “lo último que deseaba era detener el baile que ya conocía. Los pasos, los movimientos, todo le parecía tan bien que estaba segura de que ese baile se llamaba amor”.  

Hasta que decidió probar otro estilo de baile y le gustó más. Y se liberó. Y se dio cuenta que todo ese tiempo no había bailado en una pista, mucho menos en un escenario lleno de luces, sino en una jaula llena de alfileres… 

Robin nos invita a dejar de creer en nuestra omnipotencia, porque de esa forma siempre regresaremos a relaciones infelices, en nuestro intento de dominarlas y hacerlas manejables. 

La autora sí tiene perspectiva de género, lo intuí porque al nombrar el caso de un abuso sexual, dictamina que la culpa solo la tiene el agresor, aun así la víctima haya estado en estado de ebriedad. Y también cuando describió la actitud de un hombre violento como misoginia. 

Otro de los temas que me encanta como aborda es el por qué las mujeres aceptamos entrar en relaciones (o incluso casarnos) con hombres que ni siquiera nos gustan tanto, solo porque insisten, porque pensamos que debemos resignarnos, porque aparece el latente miedo de que ya no vendrá alguien más, por el miedo al abandono, o peor aun, porque en nuestro complejo de salvadoras y correctoras de todo nos atrae “su potencial y el pensar que necesita de nosotras para elevar sus dones”. 

“Rehusamos aceptar lo que son, tratando de convertirlos en lo que pensamos que deben ser”, y la esperanza de que cambie te puede tener años ahí, en una relación infeliz. 

Y esto último, el deseo de controlar y ayudar desesperadamente, desde la visión de la autora, solo causará dolor en ambas partes, porque “todos necesitamos sentir que estamos a cargo de nuestra propia vida” y esa ayuda desesperada los hombres la pueden llegar a sentir como un intento de poder y superioridad de la mujer: “cuando alguien nos ayuda, a menudo nos resentimos por el poder y la superioridad implícitos de esa persona”. 

Aquí un stament que he escuchado mucho en el feminismo: las mujeres NO SOMOS centros de rehabilitación, y la autora lo dicta al pronunciar que no es nuestro deber cambiar a un hombre con nuestro amor. 

Al ser terapeuta, la autora analiza conductas que como ya comenté, pueden abrir heridas profundas, por ejemplo, al decir que detrás de esa necesidad de ayuda y control, tal vez se esconde la protección para no sentir dolor: “al controlar lo que sucede a su alrededor, trata de crear para sí misma una sensación de seguridad”. 

Por eso hay que hablarlo, sanarlo, pedir ayuda, ir a terapia. Porque, qué tal que detrás de esa necesidad de querer ayudar/cambiar/controlar se esconde la imposibilidad de aceptar a otros como son, porque tal vez, solo tal vez, nunca te has aceptado a ti misma. 

Y OJO, esto no es tu culpa. Es a lo que nos ha arrastrado el patriarcado capitalista: a no aceptarnos, a siempre ocultar nuestras imperfecciones, a lucir delgadas, perfectas, sin estrías, sin celulitis, con el pelo perfecto y el vestido ni tan corto ni tan largo. 

¡Basta! Nos invita, ya no cedas a la responsabilidad de dirigir todo el espectáculo. 

Tu papel no es comprender, alentar ni mejorar a tu pareja. Esa persona ya es un ser completo.

En cambio, la aceptación y comprensión en las relaciones tiene poderes curativos, y entonces ambos crecen, como en la descripción de amor que vimos con bell hooks.

Nos llenemos a nosotras, porque si desde el vacío buscamos el amor, solo encontraremos más vacío. 

Para eso, pasa más tiempo sola y con tus amigas y en esos momentos de soledad pregúntate constantemente, recomienda: ¿quién soy yo?, ¿qué me gusta?, ¿qué no me gusta?, ¿qué quiero para mí y para mi vida? 

Y es con mucha paciencia, amor propio, trabajo colectivo y TERAPIA, que llegará el momento en que dejarás ese impulso de controlar, de querer salvar y ser útil, esa necesidad de apoyar, esa idea de superioridad al querer tener poder en las relaciones, al contrario, entrarás a ellas con total aceptación y liberación de la carga de tratar de controlar algo que no puedes. 

Y todo esto hay que hacerlo juntas, en procesos entre mujeres, dialogando entre nosotras (como lo vimos en la genialidad de Barbie, la película) porque “mientras más ocultemos la verdad al mundo, también la ocultamos ante nosotras mismas”. 

Esas batallas de relaciones tóxicas, no tenemos que transitarlas en solitario, no dejemos que nos consuman, recordemos que el amor es una experiencia política y al hablarlo, sanamos juntas. 

Juntas, podemos evitar una desgracia que desde el feminismo sabemos que es posible y la autora menciona: “Amar demasiado puede matar”.  

Incluso, lo nombra como uno de los tips de recuperación: las mujeres debemos tener a consejeras mujeres, porque nosotras compartimos la experiencia de lo que es ser mujer en esta sociedad y eso, “crea una profundidad especial de comprensión”. 

Otros de los tips, son: 

1. Buscar ayuda 

2. Hacer que tu recuperación sea tu primera prioridad en tu vida 

3. Buscar un grupo de apoyo integrado por pares que te entiendan 

4. Desarrollar nuestro lado espiritual mediante la practica diaria 

5. Dejar de manejar y controlar a los demás 

6. Aprender a no “engancharse” en los juegos 

7. Enfrentarte con coraje a tus propios problemas y defectos 

8. Cultivar lo que necesites desarrollar en ti misma 

9. Volverte egoísta 

10. Compartir con otros lo que has experimentado y aprendido 

Alimenta diariamente tu convicción de que mereces más felicidad de la que tienes, todo ese poder que usabas en tratar de cambiar y controlar a otro, úsalo donde sí tendrá efecto: en ti misma.  

Porque nadie puede cambiar a alguien más que a sí misma, mejor usa esas energías sabiamente. Y al final nadie tiene que cambiar para que tú te sientas mejor, tu felicidad está en tu control, ya no serás vulnerable a las acciones de alguien más. 

Sana tus heridas del pasado, aprende sobre ellas, porque entre más comprendes, más libertad de elegir tienes. 

Entrégate a algo superior, haz más de eso que te brinda paz y serenidad, deja que Dios, el Universo o en lo que tú creas, estén a cargo de tu pareja, no tú.

Y suelta esa pesada identidad de “ser útil” porque irónicamente, es lo más útil que puedes hacer por alguien más. Porque quien controla en esa situación es el ego, y nadie quiere a una persona egocéntrica a su lado. 

Y sí, el dejar esos dramas y necesidad de controlar, traerá aburrimiento, pero ese aburrimiento, se convertirá en autodescubrimiento; abrazarás todas las opciones a tu alrededor, aceptando solo lo que da plenitud. 

Cultivarse es correr riesgos. 

Entonces, la autora invita a actuar como si tu pareja no estuviera, como si no tuvieras a nadie más en quien apoyarte más que en ti misma, como si no lo conocieras, porque él NO ES UN RECURSO. Él fue tu único proyecto mucho tiempo, ahora eres TÚ y tu crecimiento personal.  

Invita a darnos a nosotras mismas atenciones, objetos materiales, servicios, etcétera. A poner más límites y decir más no’s para complacerte a ti, en lugar de sí’s para complacer a otros. 

Pero no te culpes por todo el tiempo que ya perdiste, en la vida no hay errores, solo lecciones. 

Puede que al principio sientas un vacío enorme, porque todo ese espacio lo llenabas con atenciones y esfuerzos para ayudar a otros, pero ahora es tu turno. Llena ese vacío de ti. No te adaptes a situaciones incomodas, ponte en primer lugar, ten compromiso contigo misma. Y cuando menos necesites una pareja, mejor pareja te vuelves y atraes a hombres más sanos. Porque cuando tú te vuelvas “más capaz de atenderte a ti y no a otros”, atraes a alguien capaz de atenderte. Al renunciar al papel de “super encargada”, haces lugar para que alguien te atienda.

Entonces estarás en la posibilidad de dar sin manipular, dar en libertad, dar porque te sientes plena y llena de amor y por eso compartes amor, sin esperar nada a cambio. No tienes que actuar, solo dejar que te amen.

Spoiler alert: la obsesión no es amor, es solo obsesión. 

Ya para concluir, la autora menciona que esta sanación y recuperación de dejar de amar/controlar/dar demasiado es algo de por vida, no se da una vez y ya, se tiene que ir construyendo y tejiendo a diario, como todos los procesos terapéuticos. Y para ello, comparte algunas características a tener en cuenta para esa diaria recuperación: 

1. Aceptación completa, aun cuando deseas cambiar algo de ti misma. Hay un amor propio y auto consideración básica, que alimentas con cuidado y expandes con decisión. 

2. Aceptación de los demás tal como son, sin tratar de cambiarlos para satisfacer sus propias necesidades. 

3. Estar en contacto con los sentimientos y actitudes en todos los aspectos de la vida, inclusive la sexualidad. 

4. Atesorar cada aspecto de sí misma: personalidad, apariencia, creencias, principios, cuerpo, intereses y logros. Auto aprobación, en lugar de buscar una relación que le otorgue una sensación de valor propio. 

5. Su autoestima es lo suficientemente grande para que pueda disfrutar la compañía de los demás, especialmente de los hombres, que le parecen bien tal como son. No necesita que la necesiten para sentirse digna. 

6. Se permite ser abierta y confiada con la gente apropiada. No teme que la conozcan en un nivel personal profundo, pero tampoco se expone a la explotación de quienes no se interesan por su bienestar. 

7. Se pregunta: ¿esta relación es buena para mí? ¿Me permite llegar a ser todo lo que soy capaz de ser? 

8. Cuando una relación es destructiva, es capaz de renunciar a ella sin experimentar una depresión incapacitante. Tiene un círculo de amigos que la apoyan e intereses sanos que la ayudan a superar la crisis. 

9. Valora su propia serenidad por sobre todas las cosas. Todas las luchas, el drama y el caos del pasado han perdido su atracción. Se protege a sí misma, su salud y su bienestar. 

10. Sabe que una relación, para que funcione, debe darse entre dos personas que compartan objetivos, intereses y valores similares, y que tengan capacidad para la intimidad. Sabe que ella es digna de lo mejor que le pueda ofrecer la vida. 

Tranquilas, nos dice, nuestros impulsos genuinos de amar ya tendrán oportunidad de hacerse oír y sentir. Sí amarás, sí ayudarás, sí seducirás, pero desde otro lugar, uno más genuino. No desde la necesidad y el control. 

Voy y vamos juntas hacia una nueva forma de vivir y de amar, hacia nuestro maravilloso futuro. 

Gracias por leer,  

Con amor Yuli Zuarth. 

Reseña también publicada en el Blog de Yuli Zuarth

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